El cardenal Omella se enfada

El cardenal Omella se enfada

Pocas cosas hay que le enfaden más al todopoderoso cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal, arzobispo de Barcelona y muchas cosas más, que ser protagonista de noticias negativas.

El cardenal Omella se ha librado de convertirse en la diana de los escándalos recientes en los que, de una forma u otra, aparecía mezclado, Ureña, Barco, Picazo…

“Eso no se puede tolerar más”, dijo. Hay que frenar esta campaña. Dicen sus allegados que el cabreo que se cogió la semana pasada con las informaciones sobre el Plan de adelgazamiento parroquial –la dieta barcelonesa – de la archidiócesis de Barcelona fue monumental. Y no solo porque uno de los criterios del dinero que la Conferencia Episcopal da a las diócesis sea el número de parroquias. El cardenal Omella quiere pasar a la historia por haber dejado resuelto el problema de Barcelona. Por eso algunos argumentos del comunicado no son precisamente un ejemplo de mesura e, incluso, juicio ponderado.

La mecha se encendió con la página en el diario “El Mundo” de una de las personas que más saben sobre la Iglesia catalana, el abogado Oriol Trillas el pasado domingo 16 de mayo. Los números cantaban… de 208 parroquias a 48; 56% de católicos, el menor porcentaje de creyentes de todas las Comunidades Autónomas, la tasa más baja de contribuyentes al IRPF de toda España, el 16%…

La información se hizo viral. Es cierto que desde hace tiempo, “Germinans Germinabit” había iniciado una serie sobre el famoso Mapa pastoral. Pero claro, el salto al papel traía un coste demasiado alto.

Su Eminencia Barcelonísima se encolerizó y mandó, -que cuando se pone a mandar, bien que mandas, maño-, una nota que no dejara títere con cabeza. Lo primero, decía, es un documento de trabajo, forma parte de un proceso, se tendrá que discutir, al final decidirá el “Consejo Episcopal (obispos y Vicarios episcopales), arciprestazgos, consejos del presbiterio y pastoral diocesanos, las parroquias y sus consejos”. Y añade el comunicado: “Y en esas estamos”. Pues eso, en esa estamos…

Añadía que “es completamente falso que la propuesta proponga el cierre de 160 de las 208 parroquias del Arzobispado y la conservación de solo 48 parroquias, con lo que se cercenaría drásticamente la presencia evangelizadora y social”. Y a esto sumaba un nuevo concepto tapadera para el gran público, “agrupar todas las parroquias de la diócesis en 48 «Comunidades pastorales» de entre 3 y 6 parroquias alrededor de una parroquia central de un barrio o comarca, con el  fin de facilitar una mejor coordinación, una adecuada especialización (jóvenes, acogida, formación, etc.)”.

“Comunidades pastorales”. Pero ¿acaso las parroquias que existen no son “Comunidades pastorales”?¿Cuándo han dejado de serlo? Sorprende que Omella no haya revisado la bibliografía reciente publicada en Francia o Alemania que sentencia el fracaso de iniciativas como la que pretende Barcelona.

El cardenal Omella siempre ha tenido un Plan. Lo más fácil para el Plan del cardenal Omella sería llamar a las antiguas parroquial “sucursales parroquiales” y a las cabeceras, “Centrales de servicios”. Así le entendería todo el mundo.

Los colegas de Germinans hace tiempo que están desentrañando el Plan. Sostienen otra tesis, sí, hay Plan, y al final solo se salvarán, a este paso, las parroquias progresistas y nacionalistas.

Pongamos el ejemplo del análisis de esa página web sobre una de las primeras zonas: “Como anunciamos la semana pasada, iniciamos hoy el repaso de la propuesta del mapa pastoral, concretamente de la Zona Pastoral 1 de la Archidiócesis, la que engloba el barrio antiguo de Barcelona y prácticamente todo el Ensanche. La propuesta es agresiva pues se trata de convertir 6 arciprestazgos en 7 Comunidades Pastorales. Actualmente hay 43 parroquias, 11 quedarían suprimidas y las otras se integrarían en alguna Comunidad Pastoral, bajo el manto de su correspondiente «Parroquia de referencia”.

Y ahora llegan las manifestaciones más evidentes del enfado del cardenal Omella en el comunicado. La primera, ¿secularización? Si secularizada está toda Europa… Y un párrafo que ha molestado a más de un obispo: “La mayoría de las diócesis españolas están experimentando el mismo proceso de secularización, lo que fuerza que los párrocos atiendan diversas parroquias simultáneamente. La voluntad de presentar un estudio previo sobre una eventual reorganización diocesana es obtener una mejor distribución de los recursos pastorales, a fin de obtener la máxima eficacia pastoral y el adecuado sostenimiento de las unidades pastorales resultantes”. Las comparaciones nunca fueron buenas.

Dos: “La tasa de contribuyentes que marcan la X en la declaración de la renta es baja en Catalunya, pero en cambio Barcelona la cantidad aportada es la segunda después de Madrid”. Al cardenal Omella le falló le subconsciente, porque ya sabemos que lo que hubiera preferido es ser arzobispo de Madrid, no de Barcelona. Mientras que Madrid sigue en bucle, Barcelona se va a poner a la cabeza.

La tasa de contribuyentes, ¿en términos absolutos, en relativos, con cuánta población, con qué renta media per cápita? Más datos. Cataluña solo llega al 19’76% de declaraciones a favor de la Iglesia, Castilla-La Mancha alcanza el 48’87%. Asistencia a misa dominical de los que se declaran católicos: Madrid, 34 %, Barcelona, 5%. Cataluña es la que tiene el número más alto de ateos, 42%, Madrid, 15%. En Barcelona, las bodas civiles son el 89%; en Madrid un 69%… para qué seguir.

Y Tres. “El Arzobispado de Barcelona mantiene desde hace muchos años un claro equilibrio económico, tal como consta en las auditorias anuales y en las cuentas diocesanas, y que ahora permite afrontar la crisis económica provocada por la actual pandemia”.

No, si al final hablaremos del milagro económico barcelonés, del milagro del cardenal Omella.

Diego Lanzas

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