
Por Brad Miner
Esta es una especie de opinión de Eleven Cardinals Speak: on Marriage and the Family. Para tener en cuenta, los once cardenales son: Robert Sarah de Guinea, Carlo Caffarra y Camillo Ruini de Italia, Baselios Cleemis de la India, Paul Cordes y Joachim Meisner de Alemania, Dominik Duka de la República Checa, Antonio Varela de España, Willem Eijk de los Países Bajos, John Onaiyekan de Nigeria, y Jorge Urosa de Venezuela. (El libro está editado por el P. Winfried Aymans, un canonista alemán.)
Aunque Eleven Cardinals Speak es un libro corto – de apenas 128 páginas – es, en mi opinión, imposible tratar cada una de las contribuciones hechas por los cardenales en una reseña de menos de 1.000 palabras, así que me centraré en una sola: “Preparación para el Matrimonio en un mundo secularizado”, de Robert Sarah. Hago esto por dos razones: primero, porque el Cardenal Sarah ha emergido como una de las figuras más importantes de la Iglesia – especialmente por el Sínodo del 2015 – y, en segundo lugar, porque su ensayo define magníficamente lo que ha surgido como un punto clave en el debate de Sínodo – que seguramente estará inserto en alguna de las instrucciones finales que surgen a finales de mes: una mejor preparación para el matrimonio.
La importancia de Sarah (y el poder de su prosa) deriva en parte de su personalidad y en parte de su cargo como jefe de la Congregación vaticana para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el dicasterio dedicado a la supervisión de la práctica católica con respecto a casi todo lo que el Sínodo está tratando. Como figura católica líder proveniente de una nación africana, que es 85 por ciento musulmana, Sarah ha demostrado una notable valentía al hablar abiertamente en defensa del catolicismo y de la libertad religiosa. Él es uno de esos individuos que, afortunadamente, no sufren por comentarios tontos, como, por ejemplo, cuando Ban Ki-moon pidió a las naciones africanas que deroguen todas las leyes discriminatorias relacionadas con la homosexualidad. El Cardenal Sarah calificó los comentarios del Secretario General de las Naciones Unidas como “estúpidos”, y levantó una idea principal tan importante para él como para todos los cristianos de África: los llamados valores “progresistas” son exprimidos en África por las élites occidentales coercitivas que sólo piensan en utilizar el dinero destinado a ayuda como método de extorsión.
El ensayo de Sarah en Eleven Cardinals Speak comienza con una cita de Chesterton: “Quitad lo sobrenatural, y lo que queda es lo antinatural.” En la amplificación de Sarah: “Si sólo Cristo revela la verdad sobre el hombre, entonces al rechazarlo perdemos el sentido de la naturaleza humana.” Algún escrito hecho por la jerarquía eclesial puede parecerse a las homilías de los pastores que, en principio, se niegan a planificar sus palabras con antelación, luego se pierden en sus pensamientos mientras hablan y se retrasan en pequeñeces. El trabajo de Sara, sin embargo, es casi chocante por su franqueza y claridad. Él reconoce que en toda nación hay dificultades existenciales que afectan a parejas comprometidas, pero él tiene un menosprecio especial para el libertinaje de Occidente, donde la mayoría de los jóvenes “ya no saben en absoluto lo que es la vida conyugal.” Para hacer frente a esto, la preparación para el matrimonio tiene que empezar desde el principio. La futura novia y el novio deben someterse a un sanatio, una limpieza desde adentro hacia afuera para entender el compromiso. El proceso es nada menos que la restauración de “la naturaleza del hombre y de la mujer.” Es un hecho desagradable de la vida que la defensa del matrimonio cristiano sea a menudo retratado como el fanatismo ciego. Parte de la culpa de ello surge de la distorsión de los medios de comunicación, pero otra parte se deriva de las trincheras de cristianos fanáticos. Robert Sarah no es un intolerante. Él es un anti-fanático, y esto provoca un sin fin de frustración en los círculos progresistas. Pregúntale sino al Cardenal Walter Kasper.
Sarah tendría a los catequistas bien formados en la ley natural para adoctrinar a los matrimonios jóvenes: la complementariedad del hombre y la mujer, el telos de la humanidad. Las parejas modernas que se aproximan al matrimonio traen consigo, a menudo, actitudes que, en efecto, deben ser… exorcizadas. La atención, por tanto, debe ser puesta en las cosas ajenas a la cultura popular: la renuncia a uno; el auto-sacrificio por el otro. Cualquier falta de voluntad para enfrentar de lleno las duras verdades del comienzo del matrimonio conducirá a un desastre posterior. Dudo que mucha gente crea que la preparación para el matrimonio sea una experiencia incómoda, pero tal vez lo sea. El tiempo para el mimado es pasado. Dudo que mucha gente crea que la preparación matrimonial debe centrarse en la conversión, aunque debería hacerlo. La infidelidad debe terminar. La preparación para el matrimonio auténtico, Sarah escribe: “… debe pasar por todas las etapas: la curación del amor humano, la conversión al auténtico amor conyugal, la apertura a la oración y a la gracia de Dios, la intención de recibir un sacramento que será un verdadero medio de la salvación y santidad. Debe esforzarse por obtener la mejor disposición posible de los futuros cónyuges, y no contentarse con el mínimo requerido para la validez.” [Énfasis añadido] Este no es un sacerdote que quiera ver más anulaciones ni mucho menos divorcios. Sarah recomienda que tengamos esperanza de que, en cualquiera de las disciplinas prácticas que emergen del Sínodo, habrán sacerdotes y consejeros matrimoniales, guiados por el Espíritu, capaces de desplegar el amor firme.
El ensayo de Cardenal Sarah concluye con sus pensamientos sobre los temas de la vida conyugal y el carácter esencialmente sacramental del matrimonio.
En primer lugar él es contundente acerca de la interacción de los cónyuges con sus respectivos padres, a lo que el cardenal anima, pero advirtiendo que hay que tener precaución sobre el intrusismo. Robert Sarah pone de relieve esa falsa afirmación de que un hombre célibe no puede entender realmente la dinámica de la vida matrimonial. En todo momento el experto más citado es San Juan Pablo II.
Todo esto nos lleva sólo a una pequeña duda. No es que las parejas jóvenes comprometidas que participan no puedan comprender o aceptar el verdadero significado de los retos reales del matrimonio. Ellos pueden y esto debe ser un mensaje a los padres sinodales. Pero, ¿cuántos sacerdotes tienen la sabiduría de Robert Sarah y su capacidad para ofrecer consejos? ¿Quién sabe? Si los sacerdotes leyeran su testimonio – y la de sus diez hermanos – en Eleven Cardinals Speak, serían mucho más capaces de guiar a las parejas para acoger las alegrías de la vida matrimonial.
Acerca del autor
Brad Miner es editor senior de The Catholic Thing, miembro senior del Instituto Fe y Razón, y miembro del Consejo de Ayuda a la Iglesia Necesitada EE.UU. Él es un ex editor literario de National Review. Su libro, The Compleat Gentleman, está disponible en audio y como una aplicación para iPhone.