León XIV: «Los Papas pasan, la Curia permanece», a vueltas con las ‘prefectas’ del Vaticano, Bagnasco y Viganò, el primer León y el último León, las preferencias de Jesús.

León XIV: «Los Papas pasan, la Curia permanece», a vueltas con las ‘prefectas’ del Vaticano, Bagnasco y Viganò, el primer León y el último León, las preferencias de Jesús.

Estamos a domingo, el sexto de tiempo de Pascua, una pascua que empezó con funeral y continúa con el nuevo Papa León XIV. Estamos en los primeros días de un pontificado que promete y en el que tantos han puestos tantas esperanzas después de un periodo que se aleja en el pasado a velocidad sideral. El ser humano es selectivo en sus recuerdos y prefiere quedarse con los buenos, no es posible vivir sumidos en un más de desgracias. Todos hemos aprendido en estos años, y el Papa León XIV no lo tiene fácil, se encuentra un pueblo de Dios encabritado y desconfiado, ha sido bien recibido mucho más por lo que se va que por lo que nos viene, ahora depende de él, de no defraudar tanto como se espera. Hoy visita oficial al gobierno de Roma y toma de posesión de su cátedra como Obispo de Roma en Letrán. Ilustramos con el que es quizás el primer retrato del Papa León XIV, un retrato dice mucho más que una fotografía y puede ser ‘demasiado verdadero’.

El Papa ha nombrado, esta vez sí es cierto, al Card. Robert Sarah, Prefecto Emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, su enviado especial para presidir las celebraciones litúrgicas que tendrán lugar los días 25 y 26 de julio de 2025 en el Santuario de Sainte Anne-d’Auray (diócesis de Vannes, Francia), con motivo del 400 aniversario de las apariciones de Santa Ana al campesino bretón Yvon Nicolazic.

Saludo del Papa León XIV a los Oficiales de la Curia Romana, a los empleados de la Santa Sede, de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y del Vicariato de Roma, recibidos hoy en audiencia en el Aula Pablo VI. “Este primer encuentro nuestro no es ciertamente el momento de hacer discursos programáticos, sino más bien, para mí, la ocasión de agradecerles el servicio que prestan y que, por así decirlo, heredo de mis predecesores”.  “Me alegra poder saludaros a todos y me alegra mucho que estén presentes también muchos familiares, aprovechando que el día es sábado”. «Como saben, llegué hace solo dos años, cuando el amado Papa Francisco me nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos. Dejé la Diócesis de Chiclayo, en Perú, y vine a trabajar aquí. ¡Qué cambio! Y ahora… ¿Qué puedo decir? Solo lo que Simón Pedro le dijo a Jesús en el Mar de Galilea: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”.

En poco más de diez minutos de discurso, el Papa León XIV esbozó una visión de la Curia como lugar de memoria viva y de misión compartida, con un estilo que combina humildad personal y autoridad pastoral. Al reiterar que «Los Papas pasan, la Curia permanece» , el nuevo Pontífice lanzó un desafío claro: reconstruir una relación de confianza con quienes colaboran en el ministerio del Sucesor de Pedro, valorizando su servicio cotidiano. Un claro cambio de ritmo respecto al clima de desconfianza que había caracterizado gran parte del pontificado anterior hacia la «máquina curial». Con este primer gesto, León XIV ha dejado entrever ya la dirección de su pontificado: una Curia unida, solidaria, fundada en la estima recíproca y orientada hacia una misión que comienza con los rostros a menudo silenciosos de quienes trabajan cada día junto al Papa. Dejamos en el pasado la máxima de estos años: “El Papa Francisco es bueno, la Curia y la Iglesia son malas” .  Suponemos que es una decisión personal del Papa León XIV, estas cosas en el Vaticano no se improvisan y viendo de donde venimos todo lo que se dice y hace tiene un significado. Junto al Papa estuvieron presentes durante todo el discurso sólo los cardenales y obispos presentes, Una elección que subraya el valor sacramental del episcopado en la arquitectura curial. Estaban presentes otros ‘prefectos y prefectas’, que esto no va de señoras sino de sacramentos. Bajo el escenario, entre los asistentes,  destacaban el prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini , y sor Raffaella Petrini , presidenta de la Gobernación del Vaticano, ambos sin dignidad sacerdotal.

Seguimos a vueltas con la ‘prefecta’ . Con el nombramiento de la “prefecta” del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica por parte del difunto Papa, la división de la “potestas sacra” en poder de orden y de gobierno ha regresado a la Iglesia. La validez del Concilio Vaticano II ha sido efectivamente anulada en este punto esencial y vital para la sacramentalidad de la Iglesia y hemos así retrocedido a tiempos que la Iglesia había superado.  En la historia de la Iglesia ha sucedido que los poderes de orden y de jurisdicción no sólo eran distintos entre sí, sino separados. Los “obispos” que no eran obispos consagrados presidían diócesis importantes, no eran pastores, sino sólo beneficiarios de beneficios. El daño pastoral causado por los “pastores” no consagrados fue considerable. El Concilio Vaticano II quitó el fundamento de estos abusos en la “Lumen Gentium” mediante una profunda teología sobre el oficio episcopal.  Enseña explícitamente la inseparabilidad de los poderes de ordenación y de jurisdicción: “La consagración episcopal confiere también, junto con el oficio de santificar, los oficios de enseñar y de gobierno; éstos, sin embargo, por su naturaleza, no pueden ejercerse sino en comunión jerárquica con la cabeza y los miembros del colegio”.

El Papa Pablo VI lo dejó aún más claro en la “Nota explicativa preliminar”, que declaró parte integrante de la “Lumen Gentium”: “En la consagración se da una participación “ontológica” en los “oficios sagrados”, como es indudablemente evidente por la tradición, también litúrgica”. De esto también se desprende que donde no hay base ontológica a través de la consagración, no se pueden conferir cargos relacionados con la “potestas sacra”.

Cuando se escribió el “Codex Iuris Canonici”, hubo, sin embargo, fuerzas que buscaron crear una base en el derecho canónico para conferir a los laicos la “ potestas sacra ”. El primer borrador de 1977 afirmaba inicialmente, de acuerdo con la “Lumen Gentium” y la “Nota Explicativa anterior”: “Quienes han recibido el sacramento del Orden son capaces de asumir la potestad de régimen en la Iglesia según las prescripciones del derecho”. Sin embargo, continuó: “En el ejercicio de esta potestad, al no estar fundada en el Orden Sagrado, quienes no han recibido el sacramento del Orden sólo pueden tener aquella parte que la máxima autoridad eclesiástica les concede para casos particulares”.  Esta ruptura con el Concilio se reparó en una consulta que duró varios años.

En 1970, Joseph Ratzinger esbozó las consecuencias de la división de la “potestas sacra” en su libro “La democracia en la Iglesia: posibilidades y límites”. Habló inequívocamente de la “absolutamente inadmisible separación de facto entre el poder del orden y el del gobierno”. Esto se debe a que la separación entre el poder del orden y el del gobierno relega el sacramento a la jurisdicción «mágica» y la eclesiástica a la «profana»: «El sacramento se entiende ahora solo ritualmente y no como un mandato para guiar a la iglesia a través de la palabra y la liturgia; el gobierno, en cambio, se considera un asunto puramente político-administrativo, porque la iglesia misma es vista obviamente solo como un instrumento político. En realidad, el oficio de pastor en la Iglesia es un ministerio indivisible»

Si en el dicasterio para los religiosos era posible un prefecto laico con “ potestas sacra ”, entonces es posible en cualquier dicasterio. Lo mismo se afirma en la Constitución sobre la Curia “Praedicate Evangeli-um” del difunto Papa Francisco. Mientras en este dicasterio no se ejerza la “potestas sacra” , como por ejemplo en relación a los medios de comunicación, esto no supone un problema. Esto se aplica también al Estado de la Ciudad del Vaticano, donde una mujer ha sido puesta al frente del gobierno. Esto se debe a que se trata de una estructura estatal accesoria que no forma parte del orden sacramental-jerárquico de la Iglesia. Según la “lógica” del “Praedicate Evangelium”, sin embargo, también un laico puede ser nombrado prefecto del dicasterio para los obispos.  Si es posible que un laico designe un obispo para una diócesis, el carácter sacramental de la Iglesia no es más que una farsa.

Si los laicos ejercen la “potestas sacra” a nivel de la Curia romana, no está claro por qué esto no puede suceder también a nivel diocesano. Esto significa que un laico puede ser vicario general y por tanto superior de los sacerdotes de una diócesis. Algunas diócesis ya están experimentando con “delegados laicos” del obispo, que son equivalentes al vicario general. Los laicos también pueden dirigir parroquias y contratar un vicario para llenar el sagrario una vez al mes. Todo esto ya no sería la Iglesia de Jesucristo, que él edificó sobre el fundamento de los apóstoles.

No es creíble argumentar que el ejercicio de la “ potestas sacra ” por parte de los laicos fue limitado por el difunto Papa a la Curia Romana con la constitución “Praedicate Evangelium” y no se aplica al resto de la Iglesia. Porque la naturaleza de la “potestas sacra” es la misma en todas partes.  Limitarlo a la Curia significaría decir que el gobernante supremo ha emitido una ley especial para sus propias necesidades que no se aplica a sus subordinados.  Los regímenes despóticos pueden usar la fuerza para garantizar que la población respete la ley cuando los dirigentes no lo hacen. Pero la Iglesia no es un Estado, sino una comunidad de voluntarios y el Papa sólo puede entonces invitar a todos y pedirles que respeten las enseñanzas y el orden de la Iglesia. Él es pues la primera persona que debe tener interés en respetar las reglas, de lo contrario la gente huirá de él.

En las décadas transcurridas desde el Concilio, el derecho canónico ha sido ignorado y denigrado como la antítesis del cuidado y el amor pastoral. Con los escándalos de abusos, el derecho canónico conoció su primer renacimiento. Desde entonces, la gente ha estado ávida de leyes y tribunales penales. ¿Quién habría pensado que en los decenios posteriores al Concilio fuera posible un triunfo semejante del jurisprudencia positivista, proveniente del lado del “progresismo”? ¡Qué irónico!

Las consecuencias de esta política reaccionaria de la Iglesia, que se remonta al Vaticano II, no son todavía del todo previsibles. Ya está claro que los sacerdotes y obispos quedarán relegados a lo mágico, como decía Joseph Ratzinger. ¿Quién querría todavía, en el futuro, abandonarse al papel de mago bajo la guía de un funcionario?  Si se nombra un nuevo “prefecto” laico de un dicasterio que intente ejercer la “potestas sacra”, el Concilio Vaticano II puede quedar archivado y la Iglesia se verá sumida en el caos, no sólo en Roma, sino potencialmente en cada diócesis y parroquia.

Entrevista el arzobispo emérito de Génova Bagnasco: “El Papa comenzó con ‘la paz sea con ustedes’ e inmediatamente continuó: ‘Es la paz de Cristo resucitado. Ambas cosas no deben separarse, pues se distorsionaría el mensaje del Santo Padre”.  «La paz proviene de Cristo resucitado en la medida en que nos dejamos abrazar por él, si olvidamos esta centralidad, olvidamos el fundamento de todos los fundamentos, es decir, Jesús». Lamenta el aumento de la secularización «Desafortunadamente, es una realidad no de hoy, sino de décadas, como sabemos, parece que el continente europeo está olvidando sus orígenes, y esto no es positivo para Europa, porque significa olvidar su propia cara». “Se está olvidando que el encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma tuvo lugar aquí, en Europa”.  “Lo que siempre esperamos del Papa, y lo que todo el mundo católico —pero no solo— espera, es que sea el punto de referencia, la confirmación de la fe”. “La misión que Cristo encomendó a Pedro es anunciar a viva voz una fe fuerte, clara y explícita, y la caridad evangélica que de ella se deriva”.

Comentario del excomulgado Viganò sobre el inicio del pontificado de León XIV: «Es normal y humanamente comprensible que más de un decenio de persecución abierta de los católicos por parte de quien se presentó como su Papa pueda llevar a muchos de nosotros a desear una tregua, a esperar que Nuestro Señor dé a su Iglesia si no un nuevo Pío X al menos otro Benedicto XVI. Pero este legítimo deseo, ciertamente animado por buenos sentimientos y por el amor a la Iglesia, no puede transformarse en una realidad virtual en la que, incluso contra toda evidencia, todo debe necesariamente leerse como confirmación de lo que quisiéramos y no de lo que efectivamente sucede». “No podemos construir una ‘iglesia virtual’ con un ‘papado virtual’ al que amamos y servimos en una ficción reconfortante pero irreal”.  «La confirmación de un notorio hereje en la cátedra de San Galo en Suiza; el nombramiento de una monja como secretaria del Dicasterio en línea con el nombramiento de un Prefecto por parte de Bergoglio; las repetidas referencias a los documentos heréticos de su predecesor y al Concilio Vaticano II; Las declaraciones sobre el ecumenismo y la sinodalidad y, finalmente, la aceptación del fraude climático colocan a Robert Franci Prevost en una evidente y preocupante continuidad con su predecesor, y no serán ciertamente la estola y la muceta las que cambiarán la realidad».

Un artículo de hoy repasa a los papas ‘leones’. El primer León fue León Magno, que se convirtió en Papa el 29 de septiembre de 440 y reinó hasta el 10 de noviembre de 461. El último León fue León XIII, Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi, que nació el 2 de marzo de 1810, fue elegido Papa el 20 de febrero de 1878 y murió el 20 de julio de 1903.  El Papa León Magno jugó un papel decisivo en el Concilio de Calcedonia, que tuvo lugar en el año 451, un concilio fundamental, que reunió y reafirmó una larga línea de enseñanza contra las herejías cristológicas que había comenzado en el año 325 con el Concilio de Nicea.   El primer León, el papa León Magno, no viajó a Calcedonia, su presencia se hizo sentir en su carta al obispo Flaviano de Constantinopla, leída en el concilio: «¡Pedro ha hablado por boca de León!».

El pontificado de León XIII fue muy memorable. León elevó a John Henry Newman al cardenalato en 1879. Brindó un firme apoyo al estudio de las ciencias eclesiásticas. Su encíclica sobre el estudio de las Sagradas Escrituras, Providentissimus Deus , de 1893, y el establecimiento de la Comisión Bíblica impulsaron el estudio de las Sagradas Escrituras en el catolicismo.  Dos de sus actos más impactantes serían la publicación de dos encíclicas: Aeterni Patris , sobre la restauración de la filosofía cristiana (1880), y Rerum Novarum , sobre el capital y el trabajo (1891).  El Papa León XIII escribió sobre Aquino en términos elogiosos, llamándolo el “maestro y príncipe” de todos los Doctores Escolásticos que  no solo «venció los errores de la antigüedad», sino que aún proporcionaba «un arsenal de armas que nos aseguran la victoria» frente a las falsedades contemporáneas.

Seguimos con estridencias coloridas y en la  última vigilia del grupo Kairos de Florencia que tuvo como protagonista al nuevo arzobispo Gherardo Gambelli: «Jesús no hace preferencias», Un Jesús que no hace distinción entre pecado y pecador, que acoge a ambos, que murió para salvar incluso a los que no quieren salvarse porque no sólo todos están llamados a entrar en el Cielo, sino que todos terminan allí por fuerza o por oficio o por nacimiento. La última vigilia, organizada por el tristemente célebre grupo Kairos  y el arzobispo de Florencia presente con su intervención  «Dios no hace favoritismo hacia las personas» .

«El que no me ama no guarda mis palabras».

Buenas palabras.

 

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