Confusión ante una incorrecta performance litúrgica en Tui-Vigo

Confusión ante una incorrecta performance litúrgica en Tui-Vigo
Las imágenes difundidas por la Televisión de Galicia (G24) muestran una escena insólita en una parroquia de la diócesis de Tui-Vigo: una mujer, en una celebración dominical en ausencia de sacerdote, ocupando el altar y extendiendo los brazos en actitud de presidir la Eucaristía. La confusión para los fieles es total: el altar preparado con los preceptivos manteles para el sacrificio, las velas encendidas y sobre todo la figura de la “celebrante” con gestos propios de un presbítero.

Sin entrar a valorar si las celebraciones de la liturgia de la palabra son lo más adecuado pastoralmente, lo que resulta indiscutible es que en Tui-Vigo no se está instruyendo correctamente a los seglares que dirigen estas celebraciones. El resultado es el escándalo y la confusión: se ofrece al pueblo de Dios una aparente imitación torpe de la Santa Misa, donde se emula el papel del sacerdote en una especie de “performance confusa”.

El altar, reservado únicamente para el Sacrificio de Cristo, jamás debería utilizarse como mesa de presidencia en una Liturgia de la Palabra. Para eso está el ambón, que aparece en la propia iglesia y que debería ser el lugar desde el que se proclaman las lecturas y se dirigen las oraciones. ¿Qué hace entonces una seglar extendiendo los brazos desde el altar preparado, con manteles y velas encendidas?

Aquí la responsabilidad no es tanto de la señora que improvisa, encantada de conocerse, sino de la diócesis. Monseñor Antonio José Valín Valdés, obispo de Tui-Vigo, es quien tiene la obligación de formar, supervisar y corregir este tipo de celebraciones para evitar lo que ha sucedido, la confusión y el escándalo público en que se convierten unas imágenes inadecuadas. El tema es serio, la liturgia de la palabra en ausencia de sacerdote es una cuestión muy delicada y la difusión masiva de este tipo de imágenes nos advierte de los elevados riesgos que tiene y que muchos advierten.

Las normas de la Iglesia son claras

  • En ausencia de sacerdote, se celebra una Liturgia de la Palabra, sobria y sencilla.
  • No se usan ni el altar ni sus velas, reservados a la Eucaristía, más que para depositar el copón antes e la distribución de la comunión.
  • El laico que dirige no imita los gestos sacerdotales.

Lo que G24 ha mostrado no es un hecho aislado, sino la consecuencia de la falta de cuidado pastoral en la diócesis. Y cuando las formas litúrgicas se trituran de este modo, la confusión sobre la identidad del sacerdote y el valor de la Misa se extiende como mancha de aceite.

Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (CEE, 1991)

39. El laico que guía a los participantes se comportará como uno entre iguales, como se hace en la Liturgia de las Horas, cuando no preside el ministro ordenado, y en las bendiciones cuando el ministro es laico (“El Señor os bendiga…”, “Bendigamos al Señor”…). No debe emplear las palabras reservadas al presbítero o diácono, omitiendo aquellos ritos que, de modo muy directo, se refieren a la Misa, p.ej.: los saludos, especialmente “El Señor esté con vosotros”, y la despedida, que harían aparecer al guía laico como ministro consagrado.

40. Vestirá de manera digna de su ministerio, o llevará la vestidura eventualmente establecida por el obispo. No utilizará sede presidencial, sino más bien prepárese una sede fuera del presbiterio. El altar, que es la mesa del sacrificio y del convite pascual, utilícese solamente para depositar el pan consagrado, antes de la distribución de la Comunión.

41. El esquema de la celebración consta de los siguientes elementos:
a) los ritos iniciales;
b) la liturgia de la Palabra;
c) la acción de gracias;
d) los ritos de la Comunión;
e) los ritos de conclusión.
La Conferencia Episcopal, o el mismo obispo, puede determinar más expresamente la misma celebración, con subsidios preparados por la Comisión nacional o diocesana de Liturgia. Sin embargo, este esquema de celebración no debe cambiarse sin necesidad.

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