The Pillar ha confirmado este 16 de julio que el sacerdote Carlo Alberto Capella, condenado en 2018 por posesión y distribución de pornografía infantil, ha sido reincorporado oficialmente al cuerpo diplomático de la Santa Sede. Según el medio estadounidense, Capella no solo vive en el Vaticano, como adelantó InfoVaticana, sino que además aparece formalmente listado como funcionario en el Annuario Pontificio 2025, el directorio oficial de la Curia romana.
Capella fue arrestado en 2018 tras una investigación que descubrió más de 40 archivos de pornografía infantil en su poder, incluyendo imágenes de menores de entre 14 y 17 años, algunas de ellas de carácter explícito. El tribunal vaticano lo condenó a cinco años de prisión y a una multa de 5.000 euros. Cumplió la pena en una celda dentro de los cuarteles de la gendarmería vaticana.
La noticia de su regreso a actividades internas fue reportada por InfoVaticana el pasado 12 de julio. Cuatro días después, The Pillar ha corroborado no solo su presencia activa en el Vaticano, sino su reintegración en la Segunda Sección de la Secretaría de Estado, donde colabora como “minutante”, un cargo técnico considerado de rango medio-alto dentro de la diplomacia vaticana.
Fuentes citadas por The Pillar señalan que su regreso fue promovido como “un acto de misericordia”, permitiéndole inicialmente trabajar sin título oficial, redactando discursos y documentos internos. Sin embargo, su nombre figura ahora junto a otros funcionarios de pleno derecho, lo que implica también el acceso a sueldo, beneficios y reconocimiento jurídico.
Algunos empleados de la Secretaría han mostrado su sorpresa al ver su nombre incluido en la edición de este año del Annuario, señalando que “esto supera los límites de lo aceptable” y que la decisión ha generado desconcierto interno.
El caso Capella vuelve a abrir el debate sobre los mecanismos de encubrimiento y reintegración en la Curia, especialmente en delitos de gravedad. A pesar de la condena penal y de haber perdido el título de monseñor tras el proceso canónico, Capella no fue laicizado, y ha sido reubicado en el centro mismo del aparato diplomático de la Santa Sede.
Desde su condena, Capella había sido visitado regularmente por miembros de la Secretaría de Estado. Tras cumplir su pena, se organizó su reubicación y ahora desempeña funciones bajo la supervisión del arzobispo Paul Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.
Queda una pregunta inevitable:
¿Qué sabe Capella para recibir un trato tan excepcional? ¿Qué vio, qué escuchó, qué almacenó durante sus años en el servicio diplomático, o durante su estancia en prisión? ¿Qué secretos conoce de sus superiores como para que ni su crimen, ni su condena, ni su descrédito hayan sido obstáculo para reincorporarse —con cargo y sueldo— al núcleo mismo de la maquinaria vaticana?