Día 4: Novena a N. Sra. del Carmen

Imagen de la Virgen del Carmen en procesión marítima, Día 4 de la novena.

La devoción a la Virgen del Carmen ocupa un lugar destacado en la vida espiritual de millones de fieles en todo el mundo, especialmente entre quienes confían en su poderosa intercesión como Madre y Reina del Carmelo. En InfoVaticana, ofrecemos esta novena como una guía para preparar el corazón con fervor y recogimiento en los días previos a su festividad, el 16 de julio. Esta práctica espiritual no solo fortalece la fe, sino que también nos recuerda la promesa de protección que la Virgen del Carmen otorga a quienes portan con devoción su santo escapulario.

Saludo

(Oración para todos los días)

Oh María, Virgen del Carmen, Madre amorosa y cercana, aquí llego sediento de tu abrazo y de tu mirada, buscando en Ti consuelo y fuerza para seguir adelante.

Al cruzar el umbral de tu presencia, me encuentro con tus ojos, esos ojos que miran con ternura infinita y firmeza segura, una mirada que alienta y sostiene cuando la vida se vuelve tormenta, una luz serena que disipa las sombras del desaliento.

Con espíritu alegre y humilde, me acerco a saludarte, con el gozo sencillo de quien ha hallado un refugio verdadero. Es un encuentro de confianza plena, de fe sin reservas, de esperanza viva que no se apaga ni ante la prueba más dura.

La ilusión se renueva en mi corazón porque sé que soy tu hijo, y el ánimo crece porque en tu corazón inmaculado está la promesa de un amor que no falla, de una protección constante, de una guía firme hacia la cima donde Cristo, el Monte de la perfección, nos espera para darnos la vida plena.

Madre y Capitana del Escapulario, que proteges a tus cruzados y guías la barquichuela de nuestra vida, cúbreme con tu capa blanca, ciérrame por dentro para que ningún temor ni sombra pueda alejarme de Ti, acompaña cada paso, ilumina cada decisión, y lleva mi corazón hasta la alegría eterna que solo en tu Hijo se encuentra.

Oh estrella de los mares, refugio de los navegantes, sé mi faro en las noches de tormenta, guía firme que conduce a la paz del puerto seguro.

Día 4

Puesto que el Rey del cielo quiso ver a su Madre
sometida a la noche,
sometida a la angustia
del corazón,
¿será, acaso, merced sufrir aquí en la tierra?
¡Oh, sí…! ¡Sufrir amando es la dicha más pura!
Puede tomar de nuevo Jesús lo que me ha dado,
dile que por mí nunca se moleste.
Puede, si a bien lo tiene, esconderse de mí,
me resigno a esperarle
hasta que llegue el día sin ocaso
en el que para siempre se apagará mi fe…

Yo sé que en Nazaret, Virgen llena de gracia,
viviste pobremente sin ambición de más.
Ni éxtasis ni raptos ni milagros
tu vida hermosearon, ¡Reina de los electos!
Muchos son en la tierra los pequeños,
y ellos pueden alzar, sin miedo, a ti los ojos.
Por el común camino, oh Madre incomparable,
caminas tú, guiándonos al cielo!

Vivir contigo quiero, Madre amada,
a la espera del cielo,
seguirte en el destierro día a día.
En tu contemplación yo me hundo absorta,
y de tu inmenso corazón descubro
los abismos de amor.
Tu maternal mirada desvanece mis miedos,
y me enseña a llorar, y me enseña a reír.
Lejos de despreciar las fiestas de la tierra,
las fiestas que son santas,
tú, Madre, las compartes y bendices.

Oración-meditación

Mi querida Teresita,
que en la sencillez y en el silencio encontraste la fortaleza,
ayúdame a aceptar el camino de la humildad y el sacrificio,
a descubrir en el dolor la luz de un amor más profundo,
y a caminar confiado bajo la guía segura de mi Madre inmaculada.

Haz que cada día, aunque pequeño y difícil,
sea un paso firme hacia la cima del Monte de la perfección,
amparado siempre por la capa blanca de la Reina del Carmelo.

Amén.

Por: Pbro. Alberto José Glez. Chaves