El cardenal arzobispo de Múnich, Reinhard Marx, ha abogado por una sociedad abierta que supere naciones y fronteras. «Me molesta que hoy el término cultura de acogida tenga connotaciones negativas», ha dicho, según su oficina de prensa.
El motivo fue la celebración del tradicional “Servicio a las Naciones” al final de la Semana Intercultural a nivel nacional. Esta gente llega huyendo de la violencia y el terror, recordó. «Estas personas vienen a nosotros: ¿¡qué seríamos sin ellas!?»
El evangelio no conoce fronteras de nación y cultura, advirtió Marx. Constantemente se construyen puentes, todos ellos son imágenes de Dios. En este sentido, ser católico significa estar abierto y preparado para el mundo y para todas las naciones. Si, por el contrario, como ocurre actualmente con vistas a las elecciones parlamentarias en Austria, se habla de construir fortalezas, eso no es una solución. Más bien, como el Papa Francisco, es importante crear una visión del futuro en la que todas las personas sean hermanos y hermanas.
La base para seguir este “camino de diversidad en unidad” es el respeto, recordó el arzobispo de Múnich y Freising. «La diversidad puede tener éxito; eso hace que la unidad sea más rica y más hermosa». En cualquier caso, la historia de la humanidad siempre ha sido una historia de migraciones: «¿Cómo podríamos entender Europa sin el encuentro de culturas y lenguas?»
Toda persona que llegue a una frontera exterior de la UE debe ser tratada humanamente y recibir un trato justo. Nadie debería ser devuelto a su país si su vida o su integridad física se ven amenazadas allí. «Debemos hacer todo lo posible para garantizar que el Mediterráneo no se convierta en una trampa mortal», exigió el cardenal, «y hacer mucho para que la gente pueda vivir en paz y permanecer en sus países». ¡Esta es la base de una cultura cristiana de acogida! Y enfatizó: «¡Sí, digo sí a la cultura de acogida!».