Cuando alguien se autopercibe como católico pero de manera insistente defiende postulados contrarios a la doctrina católica, corre el riesgo de escandalizarse cuando su querido Papa reformista, el de la ‘primavera eclesial’ y el gran defensor de la sinodalidad defiende la doctrina católica.
Es aquí donde se pone de manifiesto que estos personajes no son más que soldados al servicio de una ideología que busca transformar la Iglesia católica desde dentro como si de un calcetín se tratase.
¿A qué viene tanto escándalo si el Papa no ha hecho más que defender lo que manda la Iglesia? Eso sí, con palabras quizá algo desafortunadas por la connotación despectiva que tiene en Italia el término que empleó en su reunión con los obispos italianos en el encuentro privado que mantuvo con ellos.
Es normal que los medios convencionales hablen de escándalo y sorprendentes palabras porque no tienen ni idea de lo que dice la Iglesia en este apartado. Si acudimos al Catecismo de la Iglesia católica (que sacerdotes y teólogos escandalizados por las palabras del Papa deberían conocer) se dice que «no se puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay».
Por si no fuera suficiente, la Iglesia afirma que «no pueden ignorarse las consecuencias negativas que se pueden derivar de la Ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas».
En España, estas contundentes palabras del Pontífice reafirmando la posición de la Iglesia sobre la admisión de personas homosexuales al sacerdocio ha causado conmoción en los de siempre, en aquellos que sueñan con una Iglesia «más rosa» y menos «católica». Las palabras del Santo Padre han causado estupor en aquellos que tanto critican los abusos en el seno de la Iglesia pero son incapaces de reconocer que la homosexualidad es el gran problema que tiene la Iglesia católica con esta lacra que son los abusos sexuales.
Las reacciones del progrerío español
A uno de los que no le ha gustado las palabras del Papa Francisco es al conocido Padre Damián. A través de sus redes sociales, el controvertido sacerdote redentorista afirmó que «por mucho que se quiera, las palabras no pueden negar una realidad evidente. La solución no pasará nunca por negar, sino por abrazar y construir desde la verdad (esa verdad que tanto se “defiende”). Todo lo demás engendra monstruos para la sociedad y para la Iglesia».
Quien también reaccionó enigmáticamente fue el jesuita Olaizola que tras conocerse las palabras del Papa aseguró que «hoy siento que la Iglesia es menos tierra de todos. Y lo siento de veras. A veces te duele más lo que amas».
Otro de los habituales defensores de los postulados heterodoxos es el profesor de teología en la Universidad Pontificia de Comillas, Pedro Castelao que ha dicho lo siguiente: «el camino no es la discriminación, la prohibición, el armario, sino la acogida y la normalización en las familias, en la sociedad y en la Iglesia. Porque uno no escoge su orientación sexual. La descubre. ¿No cabemos todos en la Iglesia? ¿Por qué no en los seminarios? Pregunto…»
Quien verdaderamente ha sorprendido con su reacción, ha sido el ex religioso Abel de Jesús, quien fuera expulsado de los carmelitas por tener postulados demasiado firmes. Ahora, desde su salida de la vida religiosa, Abel de Jesús ha ido defendiendo posturas cada vez más aperturistas hasta el punto de asegurar que tras las palabras del Papa Francisco habrá «un poquito más de represión en los seminarios».
Estas palabras del Obispo de Roma también han causado sorpresa entre los satélites mediáticos que aclaman las reformas de Francisco. Algunos hablan por primera vez de «polémica» por las palabras del Papa mientras que otros muestran incredulidad. «¿De verdad ha dicho esto el Papa?» exclaman los pro LGTB de Vida Nueva.