Tras celebrar en el pueblo más pequeño de la archidiócesis de Madrid, el arzobispo José Cobo sigue con su política de gestos durante sus primeros días al frente de la diócesis de la capital.
El cardenal electo, monseñor José Cobo ha elegido una parroquia del «centro» de Madrid para celebrar su segunda Misa pública. Cobo celebró este pasado domingo en la vallecana parroquia de san Alberto Magno, junto al colegio Tajamar.
La peculiaridad radica en que esta parroquia está encomendada a sacerdotes del Opus Dei. En esta iglesia, además de tener una reliquia de san Alberto Magno, enviada por los Dominicos de Colonia, también hay otra reliquia del santo fundador de la Obra y la urna del venerable Isidoro Zorzano, un joven ingeniero, que se incorporó al Opus Dei en 1930 y que murió siendo muy joven a causa de una enfermedad.
«Quería que mi segunda Misa fuera en una parroquia del centro. Porque Vallecas también es el centro de Madrid», explicaba monseñor José Cobo al inicio de la Eucaristía en san Alberto Magno.
A pesar de estar en pleno mes de julio, desde el arzobispado destacan que la iglesia estaba llena hasta la bandera para recibir a su arzobispo. Es imposible, decía Cobo, visitar todas las parroquias en una semana, pero sí se puede visitar algunas y, desde estas, unirse a toda la Iglesia de Madrid.
Este domingo, además, coincide con la celebración de la Virgen del Carmen. Y aunque prima la celebración del día del Señor, el arzobispo de Madrid ha querido recordar a la Virgen María, a quienes los cristianos nos dirigimos «como una estrella», «la que nos ayuda en los momentos difíciles». Las estrellas brillan en medio de la oscuridad: «así es María», ha recordado. En una sociedad en la que «andamos siempre muy enfadados, nos sentimos muy solos, hay mucha violencia… es una suerte que haya parroquias como esta, que nos recuerdan que hay vecinos cristianos que nos cuidan». Las parroquias, continuaba Cobo, son una suerte para todos, porque en ellas «cada domingo encontramos esa lucecita en medio de las oscuridades de la semana».
El Evangelio de este domingo hablaba de la parábola del sembrador: «Jesús sabe que Dios es un sembrador bueno, cuya semilla es buena. Todo lo que Él siembra en nosotros es muy bueno». Además, no es un sembrador «rácano», sino que siembra en todos los tipos de tierra, «sabe que siempre que siembra algo cae». A veces pensamos que los demás no son tierra buena, los que no piensan como nosotros, y que ahí no se puede sembrar, pero Él no. Por eso «tenemos que estar atentos», y ser capaces de ver la siembra de Dios «en el barrio, entre quienes no creen, los que no van mucho a Misa».
«A veces nos desanimamos, pero tenemos que recordarnos unos a otros que la semilla es buena», recordó, y «preparar el terreno para que la semilla crezca con facilidad». Los cristianos, sobre todo, avisaba monseñor José Cobo, tenemos que señalar a los demás dónde está Dios: «Sed estrellas en medio del barrio», pedía el prelado.
Al terminar la Eucaristía, uno de los feligreses agradeció en nombre de la comunidad la presencia del arzobispo: «Queremos agradecerle el detalle que ha tenido con nuestra parroquia y por darnos a sentir el cariño de nuestro obispo». A lo que monseñor Cobo respondió pidiendo oraciones, porque «en la Iglesia dependemos unos de otros y, sin vuestra oración, el obispo se caería».