U joven gitano de Borja, 24 años, en paro, casado y con dos hijos, acusaba a Florencio Garcés de exigirle sexo a cambio de dinero para ayudarle a él y a su familia. Cuatro meses después ha retirado la demanda.Según declaró a la Policía, el párroco «le obligó a hacerle una felación, a practicar un 69, a morderle los pezones y hasta a chuparle los pies.» Con el dinero recibido, unos 24.000 euros en diferentes entregas, dice que ha pagado sus deudas, el recibo de la luz, evitó un desahucio y compró varios coches.
“Me dijeron que el cura ayudaba a los necesitados y fui a verle. Le pedí dinero y me pasó a una habitación. Cerró con llave, me dio 150 euros. Me puso la mano en la ingle derecha y me dijo: “Yo si quieres te puedo ayudar, más de lo que tú imaginas”, contó el joven durante su declaración.
“Me decía: “¿Por qué no vienes y hablamos un rato?”, indica Santiago Carbonell, que recuerda que los encuentros se sucedían y que el cura le daba entre 1.500 y 2.000 euros. En una ocasión, siempre según su versión, Don Florencio le recibió en albornoz y en calzoncillos, le dio 2.000 euros y le tocó los genitales. “Le dije que me estaba faltando al respeto y me contesto que todo en la vida tiene un precio”.
El joven asegura que siguió yendo a verle debido a su situación económica y relata otros episodios sexuales.
El sacerdote ingresó en la cárcel zaragozana de Zuera el pasado día 4 de diciembre tras ser imputado por la juez de un delito de apropiación indebida «continuada y agravada» de más de 185.000 euros y otro contra la libertad sexual. El día 11 dictó un auto por el que dejaba libre al cura, que mantuvo, no obstante, la obligación de personarse en el juzgado una vez a la semana. El pasado jueves se supo que era inocente de todas las acusaciones, aunque el dañó a su fama, y a su dignidad, es imborrable.