En un contexto de profundas transformaciones para la Iglesia católica en México, el analista y periodista Felipe Monroy, director de VCNoticias, ha publicado una columna de opinión titulada Buena Esperanza | Basílica de Guadalupe, álgido escenario de transición y decisiones, que resalta las complejidades que enfrenta el santuario guadalupano en el umbral del 2026. Monroy, conocido por su análisis sobre temas religiosos y sociales, advierte sobre un «álgido escenario» marcado por transiciones internas, falta de transparencia y riesgos de instrumentalización política, todo ello en el corazón espiritual de la nación mexicana.
El artículo, publicado en el portal VCNoticias, contextualiza los planes de los obispos mexicanos para el próximo año. Por un lado, se conmemorará el centenario de la persecución religiosa bajo la Ley Calles, redefinida como «Resistencia Cristera«. Monroy enfatiza la necesidad de evitar que esta memoria se convierta en nostalgia o profecía violenta, citando al papa León XIV en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: «Los creyentes deben desmentir activamente, sobre todo con la vida, esas formas de blasfemia» que bendicen el nacionalismo o justifican la lucha armada. Esta perspectiva, según el periodista, obliga a la Iglesia a asumir una responsabilidad dual, rechazar la violencia armada y evitar confusiones entre catolicidad y reaccionarismo político.
Sin embargo, el foco principal de Monroy recae en el segundo horizonte: los preparativos para el 2031, el quinto centenario del Acontecimiento Guadalupano. Basílica de Guadalupe emerge como un símbolo que «reconfigura íntegramente al pueblo y a la patria». El periodista describe cómo, al cierre de 2025, el santuario recibió un récord histórico de más de 13 millones de peregrinos entre el 9 y el 13 de diciembre, un logro que dimensiona no solo espiritualmente, sino en términos operativos y funcionales. No obstante, esta demostración de fe oculta se le oculta una «seria crisis interna» silenciada durante meses.
Monroy detalla la repentina ausencia del canónigo Efraín Hernández Díaz, vicario episcopal y rector del santuario, quien no participó en los actos institucionales clave. Esta situación, aún inexplicada oficialmente, derivó oficiosamente en cambios operativos y un torrente de chismes y especulaciones principalmente en redes sociales y plataformas. El periodista cita las fuentes, publicadas a través de Infovaticana, como una carta del Cabildo de Guadalupe al arzobispo Carlos Aguiar Retes el 19 de septiembre de 2025, seguida de un decreto de remoción (protocolizado como 817/2025) y una investigación canónica iniciada el 3 de octubre (clave IP 17/2025). La falta de transparencia, argumenta Monroy, no solo afecta la estructura del santuario, sino que genera desconfianza entre fieles y clérigos.
Esta opacidad se agrava en el contexto de la sucesión arzobispal, ya que Aguiar Retes supera la edad de retiro canónica. La Nunciatura Apostólica envía informes a la Santa Sede sobre potenciales candidatos, y el Episcopado Mexicano deberá evaluar al nuevo custodio del ayate y la imagen venerada.
Además, el periodista destaca la ilusión popular por una posible visita del papa León XIV, el primer pontífice estadounidense con «corazón latinoamericano», quien ha expresado su deseo de peregrinar a Guadalupe. Sin embargo, Monroy alerta sobre riesgos en 2026, la instrumentalización político-religiosa del centenario cristero, intereses del gobierno de Claudia Sheinbaum en una visita pontificia, y problemas internos «metidos bajo la alfombra» para garantizar un evento sin sobresaltos. En un toque irónico, menciona que el año próximo también traerá «futbol en código geopolítico», aludiendo a tensiones más amplias.
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