El pasado fin de semana reportamos a través de este blog en Infovaticana la ‘invitación, al final imposición, del arzobispo de México para cobrar una colecta este 13 de julio a fin de fortalecer la pastoral de la comunicación por un acuerdo de los obispos de México de septiembre pasado.
Conforme ha surgido la información, poco a poco se va revelando que la pretendida colecta no ha sido propuesta por los obispos como se quiso engañar al presbiterio y fieles del arzobispado por mandato del arzobispo Aguiar que, al final, agitó el avispero de la indignación debido a la enorme carga y presión financiera que, desde la economía central del arzobispado de México, se ha venido imponiendo a los párrocos de una arquidiócesis cada vez más apaleada, dividida y desmembrada.
Según ha trascendido, los obispos de México habrían sugerido colectas para diócesis pobres a las que urge la estructuración de una pastoral de comunicación y esto, a discreción del obispo para su promoción, sólo si cree conveniente su implementación, en diócesis con necesidades apremiantes.
Lo anterior no es una urgencia del arzobispado de México, especialmente para una pastoral de comunicación que en lugar de aportar, engulle recursos que parecen desperdiciarse en un barril sin fondo, opaco y sin rendición de cuentas, de los miles o quizá millones de pesos que esa área del arzobispado de México utiliza con efectos inútiles para la evangelización mientras la ciudad de México está en la franca vía de la descristianización y los edulcorados medios informativos de Aguiar Retes generan pura “basura pastoral caricaturizante de la fe” -dicho por algunos sacerdotes- que nadie toma en cuenta en las tareas de la arquidiócesis.
Así las cosas, la imposición de una nueva colecta caló fuerte en el clero. Posterior a nuestro artículo, se dio a conocer que una parte del presbiterio promovió una carta que, aunque de manera respetuosa, indicaba que los párrocos ya no estarían dispuestos a seguir agachando la cabeza ni cooperar con tales latrocinios.
Dirigida al Eminentísmo cardenal, los firmantes no dejan de lado su preocupación por la colecta que, si bien reconocen puede ser valiosa para la comunicación, no dudan en manifestar la carga que significa: “Sentimos el deber de transmitirle que esta nueva petición se suma a una ya extensa lista de colectas y compromisos económicos… y resultan muy exigentes para la economía de las comunidades”.
Enunciando todas esas colectas nacionales y particulares, los firmantes espetan al arzobispo de México que su misión es velar por el bienestar pastoral y económico de la arquidiócesis “y acompañar y proteger a los sacerdotes” ante tales iniciativas que ya son una sobrecarga para las comunidades con una castigada economía; a lo anterior, se suma la petición al arzobispo para que revise con prudencia el número de colectas a lo largo del año a fin de aligerarlas y ya que, eventualmente, habrá más comunidades en jaque financiero.
No se sabe si el arzobispo dio acuse de recibido de la carta que se anexa en este espacio, pero ese documento revela cuál ha sido uno de los propósitos más apremiantes de Carlos Aguiar: Dinero y más dinero…
Mientras no haya transparencia, rendición de cuentas y, sobre todo, eficacia en los medios para la evangelización, todo puede bordear los linderos de la sospecha. En el tiempo del arzobispo, desde 2018 hasta hoy, se asegura que no ha rendido informe económico alguno ni ha reportado el estado y salud de las finanzas del arzobispado. Se ejecutó una auditoría a las parroquias arquidiocesanas para imponerles una “cuota solidaria” y de eso, nada se sabe si los recursos exfoliados se han aplicado a las áreas efectivas de pastoral. A pocas semanas de que Aguiar pueda estar en la banca del retiro, es imperativo que exista una apropiada rendición de cuentas y se diga a todos los fieles qué ha hecho con el dinero de la arquidiócesis de México, ese gobierno pastoral selectivo de algunos privilegiados, opaco y en el que, al menos en lo que se sabe, Aguiar destina sueldos como los de sus escoltas armados quienes desvanecen los temores de un arzobispo preocupado por su bienestar y seguridad personales.
Seguramente el Papa León sabe lo que pasa en esta lastimada arquidiócesis y tendrá una idea de quién es Aguiar Retes. Y no es precisamente la que nos quisieron vender como el del carismático y apabullante arzobispo todoterreno, amigo entrañable de un Papa difunto, genio de la pastoral, innovador e inteligente. Esta carta, bajo las cortesías, dice mucho. Aguiar Retes y sus cercanos, el innercircle aguiarista, tuvieron otras preocupaciones, no son precisamente las de salvar a las almas, sino las de honrar y libar al Mammón.
Se comparte la carta como fue difundida a continuación:

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