Mensaje de Navidad del arzobispo de Morelia enfatiza la construcción de paz en tiempos convulsos

Mensaje de Navidad del arzobispo de Morelia enfatiza la construcción de paz en tiempos convulsos

En un emotivo mensaje navideño pronunciado el 25 de diciembre de 2025, el arzobispo Carlos Garfias Merlos de la arquidiócesis de Morelia extendió un cálido saludo al pueblo de Dios y a todas las personas de buena voluntad, instando a un renovado compromiso con la construcción de la paz en medio de los desafíos sociales. El mensaje se inspira en la historia del Nacimiento para infundir esperanza, solidaridad y construcción de paz activo, especialmente en regiones afectadas por la violencia y la incertidumbre.

El arzobispo Garfias, una voz destacada en la Iglesia católica mexicana conocida por su defensa de temas sociales, enmarcó su saludo en el nacimiento de Jesús en Belén como un faro de luz en tiempos oscuros. «Les saludo con mucho cariño y deseo que el niño Jesús… repose en el pesebre de cada corazón con su luz, su dulzura, su ternura, su amor y su paz», comenzó, invocando la fragilidad del niño Cristo como símbolo de la presencia divina sin poder ni armas. Este tema resuena profundamente en Morelia, capital del Estado de Michoacán donde la violencia estructural, el crimen organizado y las dificultades económicas han proyectado sombras sobre las comunidades durante mucho tiempo.

El núcleo del mensaje del arzobispo es el llamado a ver la Navidad no solo como una celebración, sino como una profunda invitación a construir la paz. Destacó los contrastes del mundo actual: «Hay luces, pero también sombras. Hay deseos de bien, pero también heridas abiertas en nuestra sociedad y en nuestras familias». En estos contextos, afirmó, la luz de Dios surge donde la oscuridad parece más profunda, citando a Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz». La paz, enfatizó, no es pasiva, sino un acto deliberado de fe y compromiso. «La esperanza no es ingenuidad, es una decisión de fe», declaró Garfias, asegurando a los oyentes que «Dios no abandona a su pueblo» y que «el mal no tiene la última palabra».

 Un aspecto clave de la construcción de paz en el mensaje es su arraigo en la justicia social y la inclusión. El arzobispo recordó que los primeros en recibir el anuncio del Nacimiento fueron los pastores de Belén: hombres sencillos, pobres y marginados en su época. Esto, argumentó, subraya la preferencia de Dios por los «últimos»: los pobres, los enfermos, las víctimas de la violencia, los migrantes, los olvidados y las familias heridas. «A todos ellos Dios les dice, no están solos. Su vida importa, su dolor no es invisible», proclamó. En una nación como México, donde la migración, la pobreza y la violencia desplazan a miles anualmente, este mensaje sirve como un recordatorio profético de la dignidad humana. Garfias presentó a Dios como «cercano y solidario con cada sufrimiento humano», transformando el dolor personal y comunitario en oportunidades de solidaridad.

 El arzobispo posicionó explícitamente la paz como un don divino que exige responsabilidad humana. «Es un don que nos compromete», explicó, delineando pasos prácticos para la construcción de paz: defender la vida, sanar relaciones rotas, elegir el perdón sobre el rencor y cuidar a los más vulnerables. Llamó a los creyentes a convertirse en «artesanos de la paz» en sus hogares y comunidades, eco de la expresión frecuente del papa Francisco para describir a los constructores activos de paz. Este compromiso, señaló Garfias, contrarresta la normalización de la violencia: «No nos acostumbramos al dolor ni normalizar la violencia, ni cerrar el corazón al sufrimiento del hermano».

 Una atención especial se dirigió a las familias, descritas como el «corazón de nuestra sociedad y de nuestra iglesia». Reconociendo problemas prevalentes como divisiones, ausencias, pobreza, migración y violencia, el arzobispo ofreció aliento pastoral: «No pierdan la esperanza». Trajo paralelos con la Sagrada Familia de Nazaret, que enfrentó precariedad, exilio e incertidumbre, pero permitió que Dios actuara en sus pruebas. Este enfoque familiar subraya la construcción de paz a nivel de base, comenzando en los hogares y extendiéndose hacia afuera.

En un tono profético más amplio, Garfias instó a una transformación de perspectivas: «Abramos el corazón al niño de Belén. Dejemos que él transforme nuestros miedos en confianza, nuestras divisiones en encuentro y nuestro cansancio en esperanza». Llamó a ver la realidad «con los ojos de Dios» y a caminar juntos en apoyo mutuo, fomentando la justicia y la fraternidad. El mensaje concluyó con una bendición, invocando la paz de la Trinidad sobre todos, especialmente sobre los más necesitados.

Este mensaje navideño se alinea con los esfuerzos continuos de Garfias en iniciativas de paz, incluyendo diálogos con autoridades locales y comunidades en Michoacán para abordar la violencia. Mientras México enfrenta desafíos de seguridad persistentes, las palabras del arzobispo ofrecen un marco espiritual para la resiliencia y la acción. Los interesados pueden acceder al video completo del mensaje en línea, donde la entrega de Garfias añade profundidad emocional a su llamado a una paz que comienza desde abajo y se irradia a través de la sociedad.

El mensaje completo puede ser visto aquí

 

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