La Orden de los Carmelitas Descalzos, conocida por su espiritualidad contemplativa, ha dejado una huella profunda en México desde su llegada en 1585, especialmente en barrios de la Ciudad de México, ahora emblemáticos, uno de sus hitos más significativos fue la fundación del Colegio de San Ángel en la Ciudad de México, que marcó la identidad de la actual colonia de San Ángel.
Hoy, después de 400 años, llega a su fin la historia de una Orden de profundo arraigo al anunciarse la entrega del templo de San Ángel a la arquidiócesis de México.
En el típico tono de vacío agradecimiento, las redes sociales del arzobispado de México anunciaron que “después de varios siglos de presencia carmelita en San Ángel, los religiosos de esta comunidad entregaron esta semana su labor pastoral y espiritual a la arquidiócesis de México…”
Y como promesa desgastada de discurso político, el post de la arquidiócesis asegura: “Desde aquí expresamos nuestro compromiso de seguir anunciando a Jesús acompañando la espiritualidad del Carmelo en esta querida comunidad”.
Después de este ‘optimista’ mensaje, la foto de la unidad en la que, por cierto, está ausente uno de los dos auxiliares religiosos, Andrés Luis García Jasso, que encierra un profundo significado de la tremenda responsabilidad que asume una arquidiócesis que languidece bajo el peso de su misma secularización.
Los Carmelitas llegaron a México con el propósito inicial de evangelizar a las poblaciones indígenas, siguiendo el modelo de la Contrarreforma impulsado por Santa Teresa de Ávila. En 1597, gracias a la donación de tierras por parte del cacique de Coyoacán, Felipe de Guzmán Itzolinque, Andrés de Mondragón y Elvira Gutiérrez, la orden fundó el colegio en la zona de Tenanitla, hoy San Ángel. Bajo la dirección de Fray Andrés de San Miguel, la construcción comenzó en 1615 y se completó en 1628. Este espacio no solo fue un centro de formación teológica, con una biblioteca de más de 12,000 volúmenes, sino también un motor económico y social que dio origen al nombre de San Ángel, en honor a San Ángel Mártir.
El colegio y su templo, dedicados a Nuestra Señora del Carmen, se convirtieron en el corazón de la comunidad. Los carmelitas transformaron la región con huertos de peras, manzanas y flores, cuya fama atrajo a familias acaudaladas en el siglo XVIII. La Feria de las Flores, que persiste hasta hoy, tiene raíces en esta tradición agrícola, inicialmente dedicada al dios prehispánico Xiuhtecuitl y adaptada por los frailes a la Virgen del Carmen. Sin embargo, la orden enfrentó desafíos, como conflictos con el cabildo por los diezmos y tensiones durante la Guerra de Independencia.
El siglo XIX trajo dificultades significativas. Las Leyes de Reforma de 1858 nacionalizaron los bienes eclesiásticos, cerrando el colegio y convirtiendo el complejo en prisión, almacén y cuartel. En 1929, se transformó en el Museo de El Carmen, que desde 1939 está bajo el resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Hoy, el museo alberga una valiosa colección de arte virreinal, incluyendo obras de Cristóbal de Villalpando y exhibe momias en su cripta, un atractivo que refleja la práctica carmelita de ofrecer espacios funerarios a donantes.
La presencia de los Carmelitas en San Ángel no solo dio forma a la identidad del barrio, sino que también consolidó su legado como un espacio de fe, cultura y comunidad, que sigue siendo un referente en la Ciudad de México. El templo del Carmen es un espacio de espiritualidad y de riquisimo arte sacro que mantiene viva una parte de la esa zona de la Ciudad que vive aun esa herencia carmelitana que ahora tiene un cambio radical y absoluto, sin ignorar también la crisis de vocaciones que viven esas órdenes religiosas que pudo ser de las causas del fin de los carmelitas en en San Ángel, arquidiócesis de México.
Sin embargo, la temperatura se puede medir en los nada favorables comentarios de los usuarios de redes hacia el clero recipiendario. Uno de ellos, llama especialmente la atención, la de Aaron Jaimez que se cita a continuación: “Demos la casa por desecha. Una gran pérdida del Carmelo Teresiano y luego a quiénes, a los diocesanos. ¡Qué pena! Se acabó un acompañamiento pastoral, devociones bobas. ¡Líbranos Señor! Van a destruir el templo, van a llenar de imágenes de Pasaje Catedral toda la iglesia, la van a desacralizar. Los diocesanos, de espiritualidad, no tienen ni idea ni les importa, ni de teología ni de pastoral. Adiós a las homilías con una exégesis profunda, de verdadera devoción mariana para ‘estar a solas con quien sabemos nos ama’. Lamentable noticia”
Actualmente la Orden del Carmen en México tiene presencia en el Santo Desierto en Tenancingo, El Carmen de Querétaro, el Templo del Carmen en Puebla de los Ángeles, el Carmen en Toluca, San Luis Potosí y Celaya. En la arquidiócesis de México mantienen el Convento de San Joaquín y y el Templo del Carmen, La Sabatina.
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