La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) difundió su tradicional Mensaje de Navidad y Año Nuevo 2026, titulado «Del pesebre a la esperanza», firmado por su presidente, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, y el secretario general, el obispo auxiliar de México, Héctor M. Pérez Villarreal.
En el documento, los obispos reconocen los «desafíos no resueltos» que enfrenta el país, pero invitan a cambiar la mirada hacia «el silencio del pesebre» para descubrir en el Niño de Belén la certeza de que Dios nunca abandona a su pueblo. Citando a San Agustín, recuerdan el misterio de la Encarnación: Dios se hace pequeño y vulnerable para sanar lo roto y hacer cercanos a los hermanos.
Un lugar central lo ocupa la familia, presentada como el «santuario» elegido por Dios para entrar en la historia. José y María, en su pobreza y búsqueda de posada, muestran que el amor sencillo, fiel y cotidiano es más fuerte que cualquier amenaza. Los prelados citan al Papa León XIV, quien en su reciente homilía por la fiesta de Guadalupe pidió a la Virgen que fortalezca a las familias mexicanas para que sean «escuela de fe» en medio de tormentas e incertidumbres.
María de Guadalupe ocupa un capítulo destacado. Los obispos la llaman «portadora del amor de Dios» y recuerdan que su tilma fue «el primer pesebre de América». Incorporan nuevamente palabras del Papa León XIV, quien resaltó la consoladora pregunta de la Virgen: «¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?». Esa presencia materna, afirman, sostiene cuando la vida se vuelve insoportable y orienta hacia la obediencia a Cristo: «Hagan lo que Él les diga».
El mensaje mira hacia el futuro con dos horizontes concretos. Primero, la preparación del V Centenario del Acontecimiento Guadalupano en 2031, para el cual la Novena Intercontinental Guadalupana y el lema pastoral «Una Tilma, Un Corazón» buscan renovar la fe y reconstruir el tejido social herido de México. Segundo, el año 2026 como «año de la esperanza», al conmemorarse el centenario del grito martirial «¡Viva Cristo Rey!» durante la persecución religiosa. Los obispos invitan a que la memoria de los mártires no sea nostalgia, sino profecía que impulse hoy un testimonio del Reino de paz, justicia y amor.
En un tono de urgencia pastoral, los prelados piden a la Virgen que acompañe especialmente a los jóvenes, apartándolos del crimen, las adicciones y una vida sin sentido. También recogen la súplica papal para que México no se divida en bandos irreconciliables ni permita que el odio o la mentira marquen su historia. «La reconciliación no es debilidad; es la fortaleza de quienes saben que solo el amor construye», subrayan.
El documento concluye con un deseo fervoroso: que el Niño de Belén renueve su presencia en los corazones, que la Sagrada Familia convierta los hogares en santuarios de vida y fe, y que 2026 sea un año de gracia para seguir edificando la «Casita Sagrada» que María pidió en el Tepeyac: un México donde Dios sea ensalzado y cada hijo suyo encuentre un hogar.
Con las tradicionales exclamaciones «¡Feliz Navidad!», «¡Feliz y bendecido Año Nuevo 2026!», «¡Viva Cristo Rey!» y «¡Viva Santa María de Guadalupe!», los obispos mexicanos ofrecen este mensaje como bálsamo de esperanza en medio de las dificultades que vive el país, invitando a todos —familias, jóvenes, enfermos, solitarios y migrantes— a confiar en que «la esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones» (Rom 5,5).
El mensaje completo puede ser leído aquí:
De la Conferencia del Episcopado Mexicano. Mensaje por la Navidad 2025 y Año Nuevo 2025
