Nos asomamos al segundo mes desde la elección del Papa León XIV y en, retrospectiva, lo que espera a la Iglesia de la arquidiócesis de México en los próximos meses: una inminente sucesión que, a la luz de los recientes movimientos, designaciones, mandatos y cortinas de humo, apunta hacia lo que todos esperan con ansiedad, en el presbiterio y entre los fieles, no así aquellos que han se han acomodado a pesar de la displicencia generalizada que ha visto que lo que prevalece en la desarticulada arquidiócesis es todo, menos la sinodalidad. Tras su paso en Roma, y que para algunos medios hacían al arzobispo Aguiar ya vestido de blanco como en la foto que ilustra esta aportación, su presencia sólo nos hizo ver que nuestro todoterreno pastor resultó una carcacha que pronto podría quedar en el desgüesadero de la historia: los recientes hechos de la vida arquidiocesana parecen estertores que sólo impactan a la vida de esta moribunda arquidiócesis de ocurrencias, débil y muy lastimada.
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No, nos equivocamos de foto. Ella es la “primera mujer nombrada como canciller” pero en la arquidiócesis de Monterrey. Fue el 13 de enero de 2023 cuando la joven, nacida en 1989, Zaira García Lugo, asumió la responsabilidad en la norteña arquidiócesis . Esto contrasta con lo sucedido en días pasados cuando los edulcorados medios de la arquidiócesis de Aguiar Retes exaltaron a María Magdalena Ibarrola Sánchez para ostentar el “nombramiento histórico” como nadie jamás había hecho, gracias a la audacia pastoral de nuestro disminuido pastor y que, incluso, en un desagradable gesto chovinista o de clerical eufemismo, la nueva canciller daba fe ¡De su mismo nombramiento!, canciller arquidiocesana.
Hubo medios que, en el colmo de la exageración, señalaron que en 500 años, era la primera en ocupar ese cargo; otros más, quizá apantallados por el título de “canciller”, del latín cancellarius, el que cancela o del francés chancellier, el que custodiaba el sello real, como si se tratara de una secretaría de Estado, abonaron más a multiplicar una nota que tronó como bomba de feria que iluminó el cielo y nos dejó en la misma oscuridad.
No nos detendremos para repetir como merolicos los méritos de la “histórica” canciller que se han reproducido hasta la saciedad incensándole para crear la cortina de humo de otro asunto más delicado: la remoción del anterior canciller, el padre Alán Téllez Aguilar, un sacerdote que, venido de menos, asumió una responsabilidad que, para los cercanos, le quedó demasiado y no han sido pocas las quejas de presbíteros y fieles sobre su prepotencia, arrogancia e incapacidad para acelerar lo que es urgente.
Ordenado en mayo de 2016, presume de ser perito canónico y experto en relaciones interinstitucionales, pero algunos advertían que ni siquiera podía redectar una cuartilla por su propia cuenta. Necesitado del talento de otros, se colgaba de medallas que no le tocan, de los aguiaristas más incondicionales actuando siempre “Por mandato de su Eminencia”.
Una de esas irresponsabilidad fue cuando Téllez filtró información delicada de causas canónicas haciéndolos del conocimiento de terceros ajenos a esos procesos violando la diligencia y la obligación del sigilo canónico, ese fue el caso de una religiosa de una congregación en Chiapas; otras sospechas apuntan a asociaciones non sanctas con otros sacerdotes del círculo de Aguiar para manipular a congregaciones religiosas femeninas las cuales, según algunas afirmaciones, afirman estar al borde de la desesperación por la serie de abusos administrativos y económicos propiciados por estos rapaces aguiaristas.
Hoy, Téllez se va dejando una oficina débil y maltrecha, cuestionada por el presbiterio y sin confianza. Sin consulta al presbiterio, la reciente designación refleja lo que ha sido esta arquidiócesis, la de la apariencia sinodal bajo la unilateralidad del arzobispo. Con el nombramiento actual cabría preguntarse cuál es el sentido o la intención… ¿Proteger la ‘lealtad’ del sacerdote y recompensarlo con estudios en Roma?
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Por si no fuera poco, la última del padre Alan Téllez Aguilar, actuando por mandato de su Eminencia, fue la de dar fe «por mandato de su excelencia» del comunicado Com. Of. 26/2025 del 30 de junio en el que, de nuevo, se pretende hincar los dientes a los fieles y parroquias de la arquidiócesis de México con la invención de una colecta para la pastoral de la comunicación.
De acuerdo con el texto firmado por el vicario general, la justificación obedece a que en la reunión del 24 de septiembre de 2024, el Consejo Permanente de la Conferencia del Episcopado Mexicano aprobó una colecta nacional para apoyar la pastoral de la comunicación con el objetivo de promover la Evangelización y la formación cristiana de una manera efectiva, en defensa de la dignidad humana y sembrando la paz en los modernos areópagos.
Agarrándose de esa justificación de la paz, el 13 de julio, Aguiar Retes «anima» a que las colectas arquidiócesanas deberán dejar un 80 por ciento en manos de la economía aguiarista según para esos fines. Pronto, las dudas surgen y esto motivó una gran indignación y protesta del clero. En primer lugar, ¿la CEM ordenó una colecta que se habría aprobado desde septiembre y es hasta julio cuando se pretende cobrar en la arquidiócesis de México y más aún cuando la colecta debe ser entregada a la comunicación diocesana y pastoral de la comunicación a nombre de Arquidiócesis Primada de México, AR?
Las preguntas llegaron hasta la CEM y se confirma que, aunque se formuló este planteamiento, ni los obispos de México ordenaron una colecta, ni las diócesis están obligadas a implementar un día especial para promover tal sangría en nombre de la paz profesionalizando la pastoral de la comunicación y que, en dado caso, quedaría bajo la responsabilidad de cada obispo hacerlo o no.
Por lo demás, el clero ya levanta un reclamo para que, ese día, la colecta no tenga otro destino que para los gastos de las parroquias. Y con justificada razón, no sólo los párrocos tienen que lidiar con el derecho de piso ¿O de Pisa? en las eufemísticas cuotas solidarias, también lo hacen con la serie de colectas que prácticamente los dejan en verdaderas angustias económicas. En junio, al menos fueron dos colectas nacionales: Óbolo de San Pedro y para la Universidad Pontificia y, ahora, a mediados de julio, esta invención de la arquidiócesis de Aguiar para fortalecer “la profesionalidad” de medios de comunicación arquidiocesanos ineficaces, que mucho dilapidan y nada producen.
Económicamente, la situación de la arquidiócesis de México no es nada sencilla, especialmente por estar envuelta en las nieblas de la opacidad. Y resulta muy sospechoso que, ante un inminente relevo del arzobispo, ahora se trepen nuevas formas de hacer dinero para una cuenta de la que no se sabe cuál será el destino seguro. Si se rasca esa costra, va a salir mucha pus. Y según la doctrina social de la Iglesia, nadie está obligado a acatar un mandato injusto, especialmente cuando un fiel cree que su dinero va a sostener las obras de su parroquia y, en lugar de eso, el arzobispo promueve esa colecta “en comunión con sus hermanos en el episcopado”, engañando y mintiendo a los fieles a los cuales debería estar obligado a cuidar y proteger.
Aquí el polémico documento para libre descarga
Com.Of.26_2025-Colecta_ComunicaciónSocial-2025
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Finalmente, llegamos a uno de los tantos hechos que nos han acostumbrado a vivir en la violencia. Al iniciar la semana, la institución de Asistencia Privada (IAP), Leonardo Murialdo, anexa a la parroquia de san Jorge, en la tercera vicaría de la arquidiócesis de México al norte de la ciudad, fue escenario de un hecho reprobable en la que uno de sus antiguos instructores fue abatido tras tomar como rehén a uno de sus socios, según se reveló en diversas fuentes informativas. En su sitio de internet, la IAP se presentaba como una “institución de asistencia privada preocupada por niños, jóvenes y adultos mayores de atención directa y personalizada”. Todavía, hasta hace unos días después del ataque, su sitio de internet https://leonardo-murialdo-iap.webnode.mx estaba en línea y, ahora, tras las indagatorias de medios por conocer quiénes son los Josefinos de San Leonardo Murialdo, a una semana de los hechos, el sitio está inhabilitado.
Lo reprobable es, además, el desafortunado comunicado de la arquidiócesis de México en el que si bien lamentó los hechos, pronto se colgó de los esfuerzos nacionales del Episcopado Mexicano en relación a los diálogos y buzones de paz: “Recordamos la invitación hecha por esta Arquidiócesis y la Conferencia del Episcopado Mexicano a sumarse activamente a la campaña de Canje de Armas, una acción concreta para reducir riesgos y fomentar ambientes más seguros. Para ello, la Arquidiócesis ha abierto los atrios de varios templos como espacios de colaboración con esta iniciativa”, se lee en el comunicado.
Comunicado ante hechos ocurridos en la Parroquia de San Jorge (1)
Lo paradójico es que, mientras la arquidiócesis dice ser un remanso de paz y de promover el intercambio de armas por objetos de paz, el arzobispo tiene a plena disposición escoltas que lo ponen como de los pocos ‘privilegiados’ por contar con personas armadas a su servicio y morir por él. Él mismo lo reconoció en un evento de la Universidad Lumen Gentium, cuando un alumno preguntó directamente y echándole en la cara que sus escoltas armados también son una forma de violencia.
Pero lo inverosímil fue la respuesta del arzobispo creyendo que su argumento era moralmente válido y fundado. Era como si él mismo escupiera al cielo. De una forma muy desafortunada, por no decir otra cosa, el todoterreno y blindado pastor respondió: “Esta pregunta es muy sencilla, es decir, en este mundo que vivimos hay realidades que nos sorprenden y uno es, lo que vivimos de una manera muy fuerte, que es la INSEGURIDAD PERSONAL…”
Juzgue el amable lector la respuesta completa del amado pastor, ese que, pronto, podría ya contar con un sucesor que pueda rectificar, reparar y sobre todo, aliviar la lamentable situación de un arzobispado para que, como afirma el apóstol, no se extinga el Espíritu, se examine todo y nos podamos quedar con lo bueno…
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