En un esfuerzo por enfrentar la violencia que azota al país, la Iglesia católica, en colaboración con otras instituciones, impulsa talleres de capacitación para el diálogo y la construcción de la paz. En entrevista para la primera edición de Enfoque Noticias, conducida por Mario González, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos detalló los objetivos de estas iniciativas, destacando un taller reciente realizado en la Universidad Pontificia de México, el 14 y 15 de julio de 2025, enfocado en fortalecer las capacidades de negociación de sacerdotes y agentes pastorales.
El taller, organizado por el Instituto para la Paz, el Diálogo Nacional por la Paz, la Comisión Episcopal de Pastoral Social, la Dimensión Fe y Compromiso Social, la Universidad Pontificia de México y el Centro Lindavista, reunió a cerca de 70 participantes, incluyendo 40 sacerdotes y 30 laicos de diócesis como Matamoros, Acapulco, Morelia y Guadalajara. Su propósito fue dotar a los asistentes de herramientas para dialogar con actores diversos, incluyendo, en ciertos contextos, a representantes del crimen organizado, con el fin de reducir la violencia y promover la reconciliación.
“Desde la Iglesia Católica y con otras iglesias, a través de consejos interreligiosos, buscamos generar condiciones de diálogo con autoridades, sociedad civil y, en un momento dado, con representantes del crimen organizado”, explicó Garfias. Subrayó que el objetivo no es pactar impunidad, sino establecer acuerdos mínimos que permitan a los sacerdotes realizar su labor pastoral en zonas de alta violencia, como la sierra de Guerrero o Tierra Caliente en Michoacán.
El arzobispo destacó la importancia de la capacitación para abordar estas situaciones delicadas. “No todos tienen la habilidad o la preparación para dialogar en contextos de crisis, como cuando un pueblo es afectado por el crimen organizado”, afirmó, citando el caso de Aguililla, Michoacán, donde la intervención de la Iglesia, autoridades y hasta el nuncio apostólico facilitó la reapertura de vías públicas tras negociaciones.
Garfias reconoció los riesgos de esta estrategia, especialmente en un país donde el tejido social está profundamente fracturado. Sin embargo, insistió en que el diálogo es fundamental: “Es una tarea difícil, pero no podemos quedarnos solo en el perdón y la reconciliación desde el púlpito. Queremos un papel activo en la pacificación, trabajando junto a las autoridades y la sociedad civil”.
El taller también se inspiró en experiencias internacionales, como el documento “Negociando con grupos criminales violentos” del Institute for Integrated Transitions (2021) y el modelo de construcción de paz horizontal de la diócesis de San Buenaventura en Colombia. Además, arquidiócesis y diócesis como Chilapa, Ciudad Altamirano, Tlapa, Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Tacámbaro, Guadalajara y Matamoros se han sumado a esta estrategia pastoral.
Al cerrar la entrevista, Garfias reiteró su compromiso: “Todos queremos la paz, que hoy es el bien menos alcanzable y más deseable. Sigamos juntos construyendo la paz”. Este esfuerzo refleja un cambio en el rol de la Iglesia, que busca pasar de una presencia pastoral tradicional a una participación activa en la resolución de conflictos, en un país donde la violencia ha rebasado a la sociedad y las autoridades.
A raíz de las interpretaciones en las que se supuso que estos talleres iban en el sentido de entrar en diálogo directo con integrantes del crimen organizado, el Diálogo Nacional por la Paz emitió un comunicado para aclarar el propósito de la capacitación dirigida principalmente a los agentes de pastoral. De acuerdo con el comunicado, el taller realizado en la Universidad Pontificia de México no busca dialogar directamente con grupos delictivos, sino capacitar a diversos actores (defensores de derechos humanos, autoridades comunitarias, organizaciones sociales, académicos, iglesias e instituciones) en la construcción de una cultura de paz desde lo local, promoviendo el encuentro con diversos sectores de la comunidad.
En este sentido, busca compartir metodologías y experiencias para prevenir la violencia, reparar el daño y fortalecer la paz, respetando los marcos nacionales e internacionales de derechos humanos, sin sustituir las responsabilidades del Estado e involucra a iglesias, universidades, empresarios, colectivos de familias buscadoras, organizaciones sociales, gobiernos y ciudadanía en general, con el objetivo de construir propuestas de paz a nivel local, estatal y nacional.
No obstante, se reconoce la presencia de actores armados en diversos territorios, lo que requiere herramientas mínimas para proteger la vida y la seguridad de las comunidades, sin buscar acuerdos directos con grupos delictivos.
El comunicado hace énfasis de los resultados de tres años en los que se han identificado buenas prácticas y metodologías compartidas con maestros, policías, empresarios, iglesias, familias, jóvenes y gobiernos para transformar conflictos y mejorar el tejido social, la seguridad y la justicia.
Concluye reiterando el compromiso del Diálogo Nacional por la Paz reitera con las víctimas, la justicia, la dignidad y la paz, utilizando medios pacíficos, participativos y respetuosos de la legalidad sin apostar por dialogar con grupos delictivos como estrategia principal, ya que los acuerdos con estos son frágiles; por el contrario, su enfoque es socializar metodologías efectivas con todos los sectores para construir caminos de paz.
La entrevista completa al arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, puede ser escuchada aquí
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