“Fue un paréntesis de tristeza”: Cardenal Francisco Robles recuerda vivencia del cónclave

“Fue un paréntesis de tristeza”: Cardenal Francisco Robles recuerda vivencia del cónclave

Pastoral Siglo 21 / Desde el corazón del Vaticano, el periodista Carlos Loret de Mola concluyó su cobertura especial del cónclave que eligió al Papa León XIV con una entrevista exclusiva al Emmo. Cardenal Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara. En una conversación cercana y reveladora, el purpurado mexicano compartió detalles íntimos y emotivos sobre su experiencia durante el proceso de elección papal, destacando un momento particularmente humano: el impacto emocional que le causó la ausencia del Papa Francisco.

Durante la entrevista, Robles Ortega relató cómo vivió los días previos al cónclave y su inesperado pero significativo encuentro con el entonces cardenal Robert Francis Prevost —ahora Papa León XIV— durante el trayecto en autobús desde la Casa Santa Marta a la Capilla Sixtina. «Le dije: ‘Yo asumo que estoy viajando en su último viaje como cardenal’. Él me respondió, sereno: ‘Lo que sea la voluntad de Dios'». La naturalidad del momento fue para Robles un indicio de que algo trascendente estaba por suceder.

Pero entre los momentos de reflexión y solemnidad, el Cardenal reveló una vivencia más profunda y personal: un estado de ánimo sombrío que lo acompañó en los primeros días de las congregaciones generales. Debo decir, voy a hacer una confesión de mi ánimo, expresó con franqueza. Yo estaba dentro de las congregaciones incómodo interiormente por lo que escuchaba y no tenía deseos de hablar. Al indagar en su propia introspección, se dio cuenta de la raíz de su abatimiento: Descubrí que era esto, la ausencia del Papa Francisco.

El Cardenal describió ese vacío como un verdadero paréntesis de depresión. No se trataba únicamente de una falta física, sino de la ausencia de una figura que, por más de una década, había marcado el tono, el rostro y el corazón pastoral de la Iglesia. Francisco, con su estilo cercano, su reforma estructural y espiritual, y su compromiso con los márgenes de la sociedad, se había convertido en una referencia viva. Su partida del pontificado —aunque voluntaria— dejó un silencio que se hizo sentir en los pasillos y asambleas del Vaticano.

Yo entré como en un paréntesis de depresión, reiteró Robles. Pero también narró cómo, al reconocer esa tristeza, su disposición cambió: Lo cambié. Y a partir de ahí comencé a disfrutar todos los momentos y le doy gracias a Dios por este don de haber vivido este momento.

Más allá de la nostalgia, el cardenal expresó esperanza. Ve en el Papa León XIV una continuidad y un avance. Yo creo que nos está diciendo que él asume toda la riqueza que el Papa Francisco impulsó en la Iglesia, pero que él va adelante, señaló. Robles resaltó la serenidad, la atención y la sencillez de León XIV, así como su formación sólida y su vivencia misionera, elementos que —a su juicio— conquistaron al Colegio Cardenalicio.

El nuevo pontificado, para el arzobispo de Guadalajara, representa una etapa con desafíos igualmente exigentes. Pero la huella de Francisco, aún presente en el corazón de muchos, no se desdibuja. El testimonio del cardenal Robles da cuenta de que, en el Vaticano, la sucesión papal no solo es un acontecimiento institucional; es también una experiencia profundamente espiritual y humana.

En medio de protocolos y solemnidades, la ausencia de un pastor puede doler. Y así lo sintió Francisco Robles Ortega: no como un vacío de poder, sino como la nostalgia por un padre que ya no está, pero cuya voz aún resuena en el alma de la Iglesia.

Con información de Latinus

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