Basílica de Guadalupe: Ausencias inexplicables y crisis interna

Basílica de Guadalupe: Ausencias inexplicables y crisis interna

Miles de peregrinos ya llegan en peregrinación a la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe abriendo el tiempo pastoral más intenso del año, pero el santuario más importante de México podría estar en una grave situación que desataría una dura tormenta sobre el arzobispo primado de México y el desaparecido rector de Basílica, el canónigo Efraín Hernández.

Después de la celebración de la misa de las rosas, el pasado 12 de octubre —conmemorando el 49 aniversario de la inauguración de la nueva Basílica en 1976—diversos indicios apuntan a una posible crisis interna. Ausencias, tensiones y rumores de intervenciones han generado dudas sobre la gestión del arzobispo de México, especialmente en el período de su inminente relevo que podría darse en los próximos meses.

De los lenguajes simbólicos y complicados, es el de la liturgia de la Iglesia que guarda muchos significados. La cercanía de un presbítero a un obispo, las formas y los gestos, revelan predilección o lejanía. La prolongada ausencia del actual rector de la Basílica, el canónigo Efraín Hernández Díaz, quien no ha sido visto en funciones desde agosto de 2025, confirma que algo, salvo que sea por motivos de salud, estaría sucediendo en Basílica. Desaparecido de la misa de las rosas no es una casualidad o evento fortuito y podría sugerir que ya no existe una relación, al menos funcional, con el arzobispo y el cabildo guadalupano, posiblemente por conflictos internos o presiones superiores.

Especulaciones apuntan a que el vicerrector ha asumido de facto las responsabilidades, sin un decreto formal de interinato. La falta de comunicación oficial del arzobispado alimenta estas dudas, contrastando con la visibilidad que Hernández Díaz mantenía hasta su viaje a España el 18 de septiembre junto al obispo auxiliar Francisco Javier Acero.

Otro punto fue la ausencia del colegio episcopal. Aunque el arzobispo presidió la celebración sin auxiliares, esto podría interpretarse en los hechos como un asunto entre el prelado y el venerable cabildo que debe resolverse sin intermediarios; llamó la atención la presencia de uno de los canónigos eméritos más respetables, el protonotario apostólico, Guillermo Moreno Bravo, canonista y experto en asuntos curiales, que podría significar un intento de estabilidad. Moreno Bravo fue vicario general y moderador de la curia en los tiempos del arzobispo Rivera Carrera.

Otro momento reveló el desencajo del arzobispo primado. Sus facciones, generalmente arregladas y maquilladas, se tensaron de forma evidente al entregar las rosas a los clérigos del cabildo. Este gesto, en una ceremonia que debería irradiar alegría y unidad, podría reflejar el peso de las presiones internas; fue de llamar la atención cuando el canónigo Horacio Palacios Santana anunció el jubileo por los 50 años de la apertura de la nueva Basílica en 2026 con festejos litúrgicos y culturales para honrar este hito. Cualquier arzobispo en sus cabales hubiera anunciado esto proclamando un año jubilar, pero en el purpurado, quien ha entregado su renuncia al Papa en enero pasado, no tuvo mayor efecto.  Este año jubilar hubiera sido la ocasión perfecta para elongar su gobierno después de la entrega de la renuncia, pero esto ya plantea dudas sobre su compromiso más allá del 2025.

El arzobispo enfrenta duras críticas por la gestión autoritaria dejado en manos de testaferros que han visto en la arquidiócesis una maquinaria de ganancias. Este hecho se fortalece por el desmantelamiento del senado presbiteral el cual, hasta donde se sabe, sólo existe de letra, pero no en funciones cuando debería ser el contrapeso a las sinodales decisiones de su eminencia.

También son cada vez más frecuentes los rumores de una posible intervención apostólica del Vaticano para investigar las irregularidades en el manejo de recursos humanos, materiales y financieros de la Basílica y de toda la arquidiócesis. Otros trascendidos apuntan a una investigación canónica interna en Basílica por la gestión de Efraín Hernández y llaman a una acción del Episcopado Mexicano o la Santa Sede para evitar una crisis mayor. Sin embargo, el presbiterio de la arquidiócesis de México navega en el tempestuoso mar de las incertidumbres y su derecho a saber debe resumirse a confirmar lo que aquí se plantea, demandan respuestas urgentes de la arquidiócesis para restaurar la confianza.

Una cosa es segura. El cabildo guadalupano ha respondido a lo que quizá sea de los peores atropellos en la gestión de la Basílica. Su papel ha dado una pauta clara: el patrimonio de la Virgen de Guadalupe es superior a cualquier cosa, incluso a las mundanas pretensiones  de quien se dice el sucesor de Zumárraga.

 

Ayuda a Infovaticana a seguir informando