Asesinato de misioneros jesuitas “abre una puerta a la paz”

Asesinato de misioneros jesuitas “abre una puerta a la paz”

Palabras del padre Jorge Atilano González, SJ en la jornada de oración por la paz en la Estela de Luz de la Ciudad de México, el domingo 10 de julio:

Estamos aquí en una diversidad de credos religiosos unidos por el deseo de justicia, reconciliación y de paz. Un deseo que surge de lo profundo del corazón ante la sangre que día con día se derrama en el país. Desde aquí nos unimos a la oración que en muchos lugares del país se realizan en las iglesias y las plazas.

El asesinato de nuestros misioneros jesuitas en la sierra tarahumara, Javier Campos y Joaquín Mora, nos están abriendo una puerta para la paz y eso lo sentimos en el corazón. Por eso no quisimos dejar de convocar a una oración en este lugar, que representa el dolor del pueblo mexicano por sus muertos.

Hoy nos tocó a los jesuitas traer a nuestros muertos a este lugar, muertes que se unen a tantas que suceden día con día en el país. Desde aquí queremos hacer memoria de tantas víctimas de la violencia y pedir su ayuda, en oración, para emprender un camino para la paz.

Hoy iniciamos una Jornada de Oración por la Paz a nivel nacional, es la apertura de un mes para hacer memoria de todas las personas que han desaparecido y asesinado, hoy recordamos a los sacerdotes, los periodistas, los activistas sociales y jóvenes que han muerto de manera violenta, recordamos los feminicidios y el daño que se hace a la creación.

Hacemos esta oración convencidos de que en esta sangre derramada está la fuerza que necesita nuestro país para recuperar la paz. Los más de 100 mil desaparecidos y los más de 122,000 asesinatos de este sexenio tienen el dolor, la fuerza, el coraje y la valentía para construir la justicia, la reconciliación y la paz.

Desde aquí surge un grito de indignación No más desaparecidos, no más feminicidios, no más migrantes masacrados, no más pueblos indígenas sumergidos en el miedo, no más muertes violentas.

La sangre de estos hermanos y hermanas es sangre sagrada, por eso recordarlos en comunidad nos hacen sentir conectados a una memoria de muerte y resurrección. En este deseo de paz está la vida que surge de la muerte. Ahí está la presencia de Dios dándonos la palabra y el movimiento para construir la paz.

En estas muertes nos habla Dios a salir de nosotros mismos y emprender un camino, en estas muertes nos hace recordar que somos un solo cuerpo y una sola familia, que no podemos solos salir adelante, que nos necesitamos unos a otros.

La violencia que hoy vivimos es compleja, brota por todos lados, estamos delante de alianzas y complicidades, de instituciones rebasadas por las problemáticas sociales, de una cultura individualista que hace perder los límites en la relación con el otro, tenemos el cáncer de la corrupción que hace de las instituciones tierra fértil para quienes buscan sólo el beneficio personal.

Cuando el hombre piensa sólo en sí mismo, en sus propios intereses y se pone en el centro, cuando se deja fascinar por los ídolos del dominio y del poder, cuando se pone en el lugar de Dios, entonces altera todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia, al enfrentamiento. (Papa Francisco en Jornada de oración y ayuno por la paz 07-09-2013)

Revertir esta situación de violencia implica la participación de todos y todas. Todos tenemos una palabra qué decir y una experiencia qué contar. Todos estamos llamados a ser fermento de justicia, de reconciliación y de paz.

Desde aquí pedimos paz y seguridad en las comunidades de la sierra tarahumara, pedimos justicia para nuestros hermanos Javier y Joaquín, que implica ajustar las instituciones para que no vuelvan a suceder estos hechos. Pedimos atender las causas estructurales de la violencia, pedimos la apertura para comprender qué nos pasa, escuchar el clamor de un pueblo herido, y abrir los diálogos sociales para que encontremos juntos la solución a este laberinto de la violencia.

Ningún actor por sí solo podrá resolver esta situación. Tenemos el reto de entrar a un proceso de diálogo para repensar la institucionalidad que hoy México necesita. La manera en que hemos organizado el país ha dejado de lado a muchas familias y jóvenes. Estamos delante de un problema de diseño institucional.

Cuando la sociedad –local, nacional o mundial- abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Papa Francisco, Evangelli Gaudium, Núm. 59.

Los invito a tener un minuto de silencio por las víctimas de la violencia en México. Oremos por sus vidas y por la responsabilidad que hoy tenemos ante esta tragedia. ¿A qué nos sentimos llamados? ¿Qué podemos hacer para atender de raíz esta situación? ¿Cómo puedo contribuir a la paz?

Gracias hermanos y hermanas por acompañarnos en este momento. Hemos sentido la solidaridad de tanta gente. Esta realidad de violencia nos está abriendo un camino para la paz. Es la oportunidad de emprender los cambios que hoy necesita el país.

Como jesuitas estamos celebrando los 500 años de la conversión de San Ignacio, y el padre General Arturo Sosa ha hecho un llamado a la conversión, los cambios que necesitamos emprender no se podrán realizar sin una conversión personal, comunitaria e institucional. Que esta jornada de oración nos ayude a fortalecer los valores que nos lleven al diálogo, a la escucha, al consenso y así construir los acuerdos de paz que México necesita.

Dios los bendiga.

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