Este 17 domingo del tiempo ordinario, el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales del Vaticano, presidió la misa en Basílica de Guadalupe que reunió a fieles, autoridades eclesiásticas y representantes diplomáticos. En su homilía, Gallagher destacó el mensaje de unidad y perdón de la Virgen de Guadalupe, instando a la Iglesia mexicana a ser un signo profético de paz en un mundo marcado por la fragmentación y la violencia.
El arzobispo, quien se encuentra en México como parte de una visita del 24 al 29 de julio, transmitió la bendición apostólica del papa León XIV, subrayando la cercanía del Santo Padre con el pueblo mexicano. La misa, celebrada bajo la icónica imagen de la Virgen de Guadalupe, fue un momento de profunda comunión espiritual, con la presencia de peregrinos que acudieron al Tepeyac para venerar a la Madre de las Américas, y de algunos obispos que concelebraron con el diplomático vaticano, entre ellos, Joseph Spiteri, nuncio apostólico en México; Óscar Roberto Domínguez Couttolenc, arzobispo de Tulancingo; José Trinidad Zapata Ortiz, obispo de Papantla, los presbíteros Joseph Antony y Andrea Giovita, consejeros de la nunciatura apostólica y los obispos auxilares de la arquidiócesis de México, Francisco Javier Acero y Luis Manuel Pérez Raygoza quien dio la bienvenida a los concelebrantes.
En su homilía, Gallagher evocó la histórica aparición de la Virgen María a San Juan Diego en 1531, apenas una década después de la conquista de Tenochtitlán. “No se apareció con atuendos europeos, sino como una mestiza, vestida de sol, embarazada del Verbo hecho carne”, afirmó, resaltando cómo la Virgen unió dos culturas a través de su mensaje en náhuatl: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”. Este acto, según el arzobispo, marcó el inicio de una evangelización no impuesta, sino aceptada libremente, que dio origen a la Iglesia en México.
El prelado destacó la tilma de Juan Diego como un “testimonio viviente” del poder de Dios para transformar la división en unidad, el miedo en fe y el dolor en sanación. “Millones se acercaron a Cristo, no por la fuerza, sino por el llamado amoroso de una madre”, señaló, recordando la resiliencia de la fe católica mexicana incluso frente a siglos de persecución.
Un punto central de la homilía fue la reflexión sobre el Padre Nuestro, específicamente la petición: “Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Gallagher reconoció la dificultad de vivir estas palabras en un mundo donde la violencia, la muerte y la destrucción generan un deseo natural de venganza. Sin embargo, invocó el ejemplo de Jesús en la cruz, quien oró por el perdón de sus verdugos, estableciendo un estándar radical para los cristianos.
“El perdón es el primer paso para sanar tantos males que afligen a nuestro mundo”, afirmó. En un contexto mexicano marcado por el narcotráfico y la inseguridad, el arzobispo llamó a los fieles a reconocer su propia necesidad de perdón y a confiar en la gracia divina. “¿Qué mejor lugar para pedir esa gracia que aquí, en este santuario?”, preguntó, señalando la maternidad espiritual de la Virgen de Guadalupe como un puente hacia la reconciliación.
Igualmente subrayó que la Virgen de Guadalupe no es solo un símbolo de México, sino la “Madre de las Américas”, cuya solidaridad con los marginados y sufrientes sigue siendo relevante. “Su tilma no solo lleva su imagen, sino también su compromiso con los que sufren”, dijo, exhortando a los católicos a imitar la disponibilidad de María al plan de Dios.
En tiempos de “fragmentación, donde las barreras se erigen más rápido que los puentes”, el arzobispo instó a la Iglesia mexicana a vivir su fe de manera profética. “La Iglesia debe ser un signo radical de unidad, justicia, paz y perdón, arraigado en la oración”, afirmó, presentando el mensaje guadalupano como una misión activa para construir puentes en un mundo dividido.
La celebración concluyó con la entrega de un obsequio al prelado quien agradeció el gesto de piedad y devoción que los mexicanos tienen al sucesor de Pedro.
La misa en la Basílica de Guadalupe formó parte de la agenda de Gallagher en México, que incluyó encuentros con autoridades como el canciller Juan Ramón de la Fuente y la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, así como la participación, este lunes 29 de julio, en la asamblea general de la Federación de Universidades Católicas en Guadalajara.
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