A estas horas se ciernen negros nubarrones sobre el cielo de la ciudad eterna. Si algo caracteriza a Roma es el azul de sus cielos, el brillo del sol mediterráneo que hace que sus travertinos adquieran una belleza imposible. Hoy Roma está triste, ya tenemos la versión italiana de la entrevista del Papa Francisco y hay algunos temas que están levantando ampollas y de las gordas. La entrevista era en la lengua madre del Papa Francisco, todos sabemos lo complicado que es matizar, tratar temas delicados, cuando no se domina el lenguaje. A pesar de eso, algunos pasajes de la larga entrevista, no aprendemos, mejor cortas, no han pasado indiferentes. Entramos en ellos.
Ayer ya hablamos de caso Becciu y de las curiosas apreciaciones del Papa Francisco, no somos los únicos y hoy varias firmas de renombre, incluso de algunos que se reconocen admiradores del Papa Francisco, entran de lleno en materia: “Deseo de todo corazón que sea inocente. Fue mi colaborador y me ayudó mucho. Le tengo algo de respeto como persona, y mi deseo es que salga bien. Además de la presunción de inocencia, espero que salga bien. La justicia decidirá ”.
Becciu, hasta hace un año, era uno de sus colaboradores más cercanos del Papa Francisco, lo nombro cardenal y ahora lo ha destituido y procesado acusado de haber utilizado y estafado fondos de la Secretaría de Estado junto con otras diez personas. Hoy el Papa Francisco reza para que sea absuelto y que invoca la presunción de inocencia, lo dice el mismo que ha dado crédito de inmediato a las acusaciones divulgadas en la prensa, que lo obligó a dimitir inmediatamente de todos los cargos que ocupaba en la Curia romana y que lo ha privado también del derecho a participar como elector en un posible cónclave. Para el Papa Francisco, en este caso, como en procesos anteriores, la presunción de inocencia no existe y Becciu, sea como sea la sentencia, ya está descartarlo como el peor de los criminales.
¿Por qué tanta intransigencia antes y ahora el Papa Francisco invoca la presunción de inocencia, agradeciéndole incluso su trabajo? ¿Quizás fue «sacrificado» para cubrir muchos otros hechos vergonzosos y opacos relacionados con la gestión de la Secretaría de Estado? ¿Un chivo expiatorio ofrecido a los medios como emblema de la negligencia del Vaticano como parte de una operación mediática de distracción? Sin duda estamos ante una presunción de culpabilidad, no seremos nosotros los que defendamos la inocencia de Becciu, pero sí su derecho a defenderse.
Vittorio Feltri entra de lleno en el caso con un largo artículo. «¿por qué permitió e incluso en este mismo momento está permitiendo que el juicio de Becciu prosiga con reglas que recuerdan a los regímenes de los ayatolás? ¿Por qué hay esta distancia espantosa entre las declaraciones públicas, ¿sinceras?, y las disposiciones suscritas por él que chocan con cualquier apariencia de justicia? Tarde o temprano las organizaciones internacionales denunciarán la incompatibilidad de los procedimientos judiciales del Estado Vaticano con los estándares de la civilización. El riesgo para su reino mundano es el aislamiento total, con la exclusión del circuito de países con los que se permiten transacciones financieras».
En el Vaticano los tres poderes coinciden con la «autoridad suprema» en una sola persona. El Papa Francisco, queriendo quedar de trasparente y campechano, desautoriza el ejercicio de la justicia en sus propios dominios, donde ha modificado las reglas a su discreción, y anulado el habeas corpus, es decir el conjunto de principios elementales que protegen la libertad e inviolabilidad de quien es acusado. Lo que está sucediendo es peor que las antiguas máquinas de tortura, estamos ante una «crucifixión preventiva» donde se pisotea el derecho a la defensa con un refinamiento diabólico.
El descrédito de sistema Vaticano es creciente y se está devorando a sí mismo. Se pretende dar una imagen de normalidad cuando a cada paso que se da el sistema salta por los aires. Las acusaciones se recogen en 500 páginas y 29 mil hojas de documentos en donde falta la transcripción literal del único acusador y solo contiene un resumen de los fiscales. El Presidente del tribunal no lo podía negar esto a los acusados y estableció que esta prueba estuviera a disposición de la defensa antes del 10 de agosto. Llego la fecha y los fiscales se niegan a hacerlo a fin de evitar la «divulgación» de su imagen.
En ese mismo documento de agosto nos enteremos, los acusados se enteran, y los promotores de la justicia confirman, que hay cuatro rescripta, firmados por el Papa Francisco en 2020, con los que autoriza a los fiscales derogar las leyes vigentes, con»disposiciones soberanas». Estos cuatro textos, firmados por el Papa Francisco, permiten cambiar la ley y saltarse el control que debe realizar un juez en cualquier país civilizado sobre actos que entran en la intimidad o incluso privan de libertad al sospechoso. A pesar de cualquier ley existente en el Vaticano , esos rescripta papales son intangibles por ser una emanación del derecho divino, y el Papa Francisco pretende explicarnos que esto es serió y que él solamente ‘ánima’ con su firma. O nos miente, o no se entera, mejor creemos esto segundo.
Otro tema delicado en quien predica tantas hermandades y diálogos son los desacuerdos entre el Papa y las más altas autoridades judías. La polémica por la interpretación de un pasaje de San Pablo leído durante una audiencia está a punto de reavivarse después de Spadaro salga a la defensa enredando aún más la delicada cuestión, afirma que san Pablo cinceló la «religión del corazón» contraponiéndola al judaísmo, la doctrina de los fariseos, dedicada a la formalidad, a la rigidez. El rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, pide atención al» lenguaje «: «Tratar estos temas requiere atención y valoración de las consecuencias».
En Hungría están sorprendidos de que a estas alturas el Papa Francisco no sepa si saluda o no a Victor Orbán. La visita a Budapest y Eslovaquia está prevista del 12 al 15 de septiembre y a estas alturas el Papa Francisco no sabe si saludará al que le ha invitado, y no tiene claro el programa del viaje. «No iré al centro de Budapest sino al lugar donde se llevará a cabo el Congreso Eucarístico. Habrá una sala donde veré a los obispos y personalidades que vendrán. No sé quién vendrá». El encuentro aparece en el programa publicado por la Conferencia Episcopal de Hungría en junio. O miente, o no se entera, casi mejor creer lo segundo.
«A vino nuevo, odres nuevos».
Buena lectura.
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