«O Radix Jesse, qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges os suum, quem gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, iam noli tardare».
Y tras una mañana mañana repleta de audiencias, el Papa León se subió a su coche y se dirigió al barrio de Pinciano, a tiro de piedra de Villa Borghese, para reunirse con el Nuncio Apostólico en Italia para almorzar. El intercambio de felicitaciones navideñas le brindó la oportunidad de mantener una amplia conversación sobre la situación de la Iglesia italiana (de la que el Papa es Primado), donde se está llevando a cabo un importante proceso de fusión de muchas diócesis pequeñas debido a la disminución de sacerdotes e incluso de fieles. La secularización comienza a hacerse sentir en muchas áreas y ya es visible. Sin embargo, también surgen otras cuestiones abiertas, como el hecho de que varias sedes diocesanas importantes expiran en 2026, lo que requiere una sustitución. Finalmente, la cuestión de los abusos y cómo compensar a las víctimas de violencia sigue sin resolverse, al menos en teoría, dado que los obispos italianos no se han caracterizado por su transparencia y preocupación en los últimos años.
La impresionante nunciatura que el Papa visitó, digamos que oficialmente para el almuerzo de Navidad, tiene una historia muy particular y única. Fue diseñada por el arquitecto Busi Vici en 1920 para Isaia Levi, un destacado industrial turinés y senador del Reino de Italia. Levi, judío, bautizó la hermosa villa en honor a su hija, Giorgina. Tras la guerra, Levi, quien se había convertido al catolicismo entretanto, legó la propiedad y sus terrenos a Pío XII en reconocimiento a su ayuda durante la persecución racial tras la introducción de las leyes de 1938 por el régimen fascista. Fue san Juan XXIII quien decidió convertirla en la sede de la nunciatura en Italia. El actual nuncio apostólico es Petar Rajic, canadiense de origen croata, nombrado por el Papa Francisco en marzo pasado, metiendo nuncios extranjeros para la nunciatura italiana, rompiendo deliberadamente una larga tradición.
El pasado noviembre, el Papa León, en su viaje a Asís para reunirse con la Conferencia Episcopal Italiana, habló de una Iglesia más abierta y menos limitada, sugiriendo estructuras territoriales más racionales y optimizadas, y aspirando a reducir la edad media del episcopado mediante una rotación natural. Pidió que todos respeten la edad de jubilación, cuyo límite de servicio siempre se ha fijado en 75 años y, de ser así, pronto podría sustituir a varios obispos de prestigiosas sedes, como Asís, Pompeya, Novara y el cardenal Cantoni de Como. Para 2026, entre las diócesis que quedarán libres se encuentra Milán, la más grande del mundo que podría afectar a posibles movimientos en los niveles más altos de la Curia.
Visita de León XIV a la exposición bíblica de Borso d’Este, ubicada en la Sala Capitular del Senado. Lo esperaban el presidente del Senado, el secretario general del Senado y todos los líderes de los grupos del Senado, junto con el ministro de Relaciones con el Parlamento. Permaneció unos 20 minutos en la Biblioteca y se le mostró al Pontífice la Biblia Borso d’Este , una de las mayores obras maestras del arte renacentista italiano, obra creada entre 1455 y 1461 por el calígrafo Pietro Paolo Marone y los iluminadores Taddeo Crivelli y Franco dei Russi, una de las máximas expresiones del arte de la miniatura. En la Sala de Archivos desveló el velo colocado sobre la imagen del Niño Jesús en el belén. Una pausa para escuchar al Coro Polifónico del Senado interpretar «Adeste Fideles».
En las audiencias de esta mañana, el Papa León XIV recibió a Schneider que ha sido conocido durante años como una de las voces más críticas respecto a diversos enfoques del pontificado anterior, especialmente en lo que respecta a la liturgia, la doctrina y el enfoque del diálogo interreligioso. En particular, se le ha identificado públicamente como representante del campo tradicionalista y como crítico de ciertas decisiones y formulaciones asociadas con el Papa Francisco. No han faltado contactos institucionales y en una audiencia con Francisco en 2025 , el propio Schneider comunicó un tono cordial y la petición de orar por el Papa. Podemos estar ante «la imagen de la reconciliación «, la señal de que el nuevo pontificado pretende mantener los canales abiertos incluso con interlocutores polarizados . La audiencia no creemos que equivale a un respaldo a las posturas de Schneider, indica una prioridad gubernamental: devolver el debate a los límites institucionales , alejándolo de la lucha permanente entre «bandos». Estamos ante la voluntad de recomponer el tejido interno de la Iglesia no mediante operaciones mediáticas , sino con una línea de gobierno hecha de reuniones , en la que el diálogo directo se vuelve central , incluso cuando es incómodo y complejo.
«La paz de Jesús resucitado está desarmada» describe un camino que León XIV está siguiendo ante todo dentro de la Iglesia . El Papa está convencido de que, antes de llamar al mundo a la paz, la Iglesia debe recuperar su propia paz interna . Esta no es una estrategia de gobierno: es una cuestión de credibilidad . En los últimos años, de hecho, las posiciones extremistas se han endurecido en ambos frentes , hasta el punto de hacer que el aire eclesial sea pesado , a veces irrespirable: esta polarización ha producido un clima insoportable , un conflicto permanente disfrazado de celo, una militancia identitaria confundida con la fe.
El nombramiento anunciado hoy para Nueva York no es solo un cambio en una gran diócesis estadounidense , sino una señal de su estilo de gobierno. Nueva York tiene trascendencia nacional y abarca tres distritos de la ciudad de Nueva York (incluyendo Manhattan y el Bronx ) y varios condados al norte de la ciudad; pastoralmente, atiende a aproximadamente 2,5 millones de almas en casi 300 parroquias. Es el deseo de enfriar las tensiones internas , cortar la lógica de las facciones y devolver el debate eclesial al terreno de la unidad y la credibilidad . La Santa Sede ha anunciado que el Papa ha aceptado la renuncia del cardenal Timothy M. Dolan al cuidado pastoral de la Arquidiócesis Metropolitana de Nueva York y ha nombrado a Su Excelencia Mons. Ronald A. Hicks como Arzobispo Metropolitano , transfiriéndolo desde la Diócesis de Joliet (Illinois). El perfil del nuevo arzobispo es el de un pastor que creció en Chicago , con una sólida educación y una experiencia de gobierno nada improvisada: nacido en 1967 , estudios de filosofía en la Universidad de Loyola , formación teológica en la Universidad de Saint Mary of the Lake/Mundelein Seminary , un paso significativo en la obra caritativa Nuestros Pequeños Hermanos entre México y El Salvador , luego roles en la formación y, sobre todo, un largo camino de responsabilidad hasta el rol de Vicario General.
Este nombramiento debe leerse en paralelo con otra elección que impacta directamente en el gobierno de la Iglesia universal: la designación de Mons. Filippo Iannone, para Obispos. En los últimos años se ha preferido promover a hombres «amigos de amigos «, provenientes de entornos cercanos a la ideología y perfiles construidos para agradar al Papa de turno, con un currículum a la medida de lo que más le fascinaría. Basta observar como se han creado perfiles agradadores llenos de roles pastorales exhibidos como sellos de autenticidad: párrocos durante unos meses , directores de Cáritas durante unos meses, capellanes de prisiones durante unos meses . Unos meses, a veces incluso unas semanas , el tiempo justo para elaborar un perfil presentable y poder decir, con serenidad: «Es un hombre con olor a oveja».
¿El resultado? Una representación permanente , una puesta en escena que reemplaza el discernimiento por la narrativa y la competencia por la capacidad de vestirse con la indumentaria adecuada en el momento oportuno. Los resultados se han visto, y los párrocos —los de verdad— están pagando las consecuencias, al tener obispos adolescentes al frente de sus diócesis que se dedican a sembrar la discordia entre sacerdotes como única forma de gobierno. El Papa ha insistido repetidamente en la necesidad de romper la lógica de la división y la polarización , llamando a «agentes de comunión» capaces de recomponer lo que los separa: no «dividir el mundo en facciones irreconciliables», no dejar que el odio y las mentiras dicten la memoria y la afiliación, porque «dentro de la Iglesia… no podemos estar divididos».La neutralidad «vacía» no existe y cada nombramiento indica una dirección. La dirección que emerge no es “tradicionalista” ni “progresista”, sino más radical: la comunión como prioridad del gobierno. Todo apunta a que coloca en puestos estratégicos a personas que, por su biografía y estilo, puedan reducir el conflicto y facilitar la paciente labor de recomposición. Los problemas no se pueden evitar, pero lo cierto es que se está respirando otro ambiente en en la Iglesia que esperemos no se vea defraudado.
Pacificar Alemania no va a ser fácil. La semana pasada, el obispo alemán Peter Kohlgraf de Mainz rechazó las afirmaciones de que él y otros miembros del episcopado de su país han dejado de ser católicos, insistiendo en que tales acusaciones malinterpretan tanto su posición como la naturaleza de la identidad católica actual. Durante la festividad de la Inmaculada Concepción, el obispo Kohlgraf dijo que se encuentra repetidamente con afirmaciones de que los obispos alemanes ya no son católicos. Argumentando que la identidad católica no debe definirse principalmente en términos de límites y exclusión, el obispo afirmó que rechazaba el catolicismo definido como «una verdad inmutable que debe proclamarse en todo momento, independientemente de los problemas y acontecimientos actuales». «Para mí, ser católico también significa tener en cuenta la posibilidad de estar equivocado”. El obispo no abordó directamente las críticas específicas al Camino Sinodal Alemán. Tampoco se refirió a las reiteradas intervenciones de Roma, advirtiendo que los órganos sinodales nacionales no tienen autoridad para alterar enseñanzas consideradas irreformables.
Desde su lanzamiento en 2019, el Camino Sinodal ha aprobado una serie de resoluciones que exigen cambios radicales en la doctrina y el gobierno de la Iglesia. Entre las más polémicas se encuentran los textos que apoyan las bendiciones para parejas del mismo sexo, la ordenación de mujeres, una revisión de la moral sexual y la creación de un consejo sinodal permanente de obispos y laicos. La resolución declaró que «las parejas del mismo sexo que deseen arriesgarse a una vida en común inquebrantable deberían poder verse bajo la bendición de Dios». Los documentos sinodales expresan su reconocimiento por las «diferentes orientaciones sexuales e identidades de género» y exigen una reevaluación de la homosexualidad en la doctrina católica. El obispo Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, ha criticado abiertamente la postura del Vaticano, calificándola de anticuada y de no reflejar una sociedad amante de la libertad. El futuro del Camino Sinodal Alemán sigue siendo incierto y el movimiento parece estar desapareciendo, sobre todo en cuanto a su presencia pública. Lo que es evidente es que el movimiento ha desafiado directamente la doctrina de la Iglesia, y al hacerlo, sin duda podría ser considerado heterodoxo.
La primera reunión la «conferencia sinodal», ya está prevista para los días 6 y 7 de noviembre de 2026 en Stuttgart. Incluso hay fechas para una segunda reunión, los días 16 y 17 de abril de 2027 en Wurzburgo. Pero el nuevo organismo sinodal nacional actualmente sólo existe en el papel y no puede establecerse sin la aprobación del Vaticano. La respuesta del Papa León a una pregunta directa sobre si aprobaría la conferencia sinodal fue evasiva. ¿»Ya veremos» significa «más que probable» o «probablemente no»? Los observadores en Alemania están divididos sobre si el Vaticano dará luz verde. El obispo Klaus Krämer de Rottenburg-Stuttgart, por ejemplo, ha dicho que da por sentado que Roma aprobará el organismo. Sin embargo, el abogado canónico Heribert Hallermann ha argumentado que los estatutos están demasiado plagados de ambigüedades como para satisfacer a Roma. Tras el boicot de los cuatro obispos, el comité sinodal interino contenía pocas voces disidentes, como se vio en su votación unánime para aprobar los estatutos de la conferencia sinodal. Dado su aparente deseo de pacificar la Iglesia, es poco probable que el Papa León X opte por esta opción radical. Es más probable que opte por una vía menos resistente, aprobando los estatutos de la conferencia sinodal, pero con pequeños ajustes, y quizás no tan rápido como sus artífices desearían.
No hay muy buen ambiente en el sur de Italia y las armas están levantadas en el hospital del Padre Pío propiedad del Vaticano, en realidad de su Banco y con dirección puesta por la Secretaría de Estado. La pancarta de los trabajadores se desplegó mientras el director general se preparaba para comenzar su discurso. A continuación, se oyeron gritos, silbidos y aplausos de protesta de médicos y enfermeras: un llamamiento persistente a la renuncia de los gerentes a sus cargos al frente de la «Casa Alivio del Sufrimiento». La protesta estalló durante la ceremonia de felicitación navideña. Quizás casi inevitable tras días de tensión en el hospital San Giovanni Rotondo: el personal sanitario está inquieto por la decisión de la gerencia de abandonar el contrato nacional de salud pública y cambiar a uno para residencias privadas. Esta medida ha sido duramente criticada por los sindicatos, quienes afirman que reduce los derechos de los empleados y pone en peligro los servicios prestados. Se convocó una huelga para el 9 de enero, mientras que el próximo lunes habrá una procesión de antorchas en la ciudad con la participación de los residentes. También se está organizando una manifestación en el Vaticano para llamar la atención de la Santa Sede, propietaria del hospital.
El representante de Dios en la Tierra ha acabado en la lista de los mejor vestidos de Vogue, entre un rapero y una actriz independiente. Lo maravilloso es el tono y Vogue explica que el Pontífice ha «roto con los gustos deliberadamente humildes de Francisco». El look ganador —y aquí debemos detenernos un momento a reflexionar sobre el concepto mismo de «look ganador» aplicado a un Papa— es el que lució en su primera aparición desde el balcón. Rojo, dorado, seda. Cosas que harían santiguarse a Donatella Versace y probablemente se santiguó al ver esa estola bordada. Vogue la describe como «un equilibrio perfecto entre autoridad y poder iconográfico». Quizás en unos años tengamos papas con estilistas reconocidos, colecciones vaticanas, vestimentas de edición limitada. La eternidad, antaño, no necesitaba aparecer en Vogue para ser tomada en serio.
Y terminamos con un artículo que nos introduce en la belleza de los grandes hombres de la historia. El 12 de diciembre, en el Vaticano, en presencia de León XIV, el maestro Riccardo Muti dirigió la Misa de coronación de Carlos X de Luigi Cherubini , interpretada por la Joven Orquesta Luigi Cherubini y el Coro “Guido Chigi Saracini” de la Catedral de Siena. La elección de esta misa, como homenaje musical a León XIV, también parece ser un evento rico en alusiones simbólicas. Luigi Cherubini (1760-1842), compositor muy querido por Riccardo Muti, fue una de las figuras centrales de la música europea entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Nacido en Florencia, pasó gran parte de su vida en Francia, donde vivió algunos de los períodos más dramáticos de la historia moderna: la Revolución Francesa, la era de Napoleón Bonaparte y la Restauración monárquica posterior a 1814. Compositor de importantes obras operísticas y sacras, llegó a ser director del Conservatorio de París, ejerciendo una influencia decisiva en la educación musical europea.
La Misa de Coronación de Carlos X representa una de las cumbres de su producción sacra: una obra concebida para un rito en el que se entrelazaban la música, la teología y la política sagrada. La misa fue compuesta para la coronación de Carlos X de Francia, celebrada el 29 de mayo de 1825 en la catedral de Reims. Carlos X (1757-1836), ya conde de Artois, era hermano de Luis XVI, guillotinado el 21 de enero de 1793, y de Luis XVIII, quien ascendió al trono en 1814 tras la caída de Napoleón, pero murió sin descendencia en septiembre de 1824. Carlos X reinó solo seis años y, tras la Revolución de julio de 1830 y su abdicación, vivió el exilio con gran dignidad, interpretándolo como una prueba permitida por la Providencia.
Carlos X creía firmemente en el principio de la monarquía y deseaba ser coronado según el antiguo ritual, codificado por Carlos V en 1365, pero cuyos orígenes se remontaban al pontificado de Egberto en el siglo VIII. Durante más de ochocientos años, dicho rito no había sufrido cambios sustanciales, y Carlos X quiso revivirlo en su totalidad. Durante la ceremonia, el rey insistió en arrodillarse personalmente en los momentos más solemnes, a pesar de su edad y limitaciones físicas, declarando que no se podía recibir un poder sagrado de pie. El momento central de la coronación era la consagración con el óleo sagrado, tradicionalmente conservado en la famosa Santa Ampolla. Según la historia de Hincmaro de Reims, una paloma llevó esta ampolla del cielo a San Remigio, quien con el óleo que contenía ungió a Clodoveo, el primer rey cristiano de los francos. Desde entonces, el rey de Francia fue considerado casi un vicario de Cristo, investido de una misión providencial. La consagración real expresaba el origen sagrado del poder temporal.
Durante la Revolución Francesa, el 7 de octubre de 1792, un miembro de la Convención, el pastor protestante Philippe Rühl, rompió solemnemente la Santa Ampolla en la plaza de Reims, un gesto público de rechazo a la sacralidad de la monarquía. Sin embargo, según un registro oficial de la época, el día anterior se había extraído y conservado una parte del crisma con una aguja de oro, que posteriormente se utilizó para la consagración de Carlos X. La coronación de Carlos X, celebrada a las ocho de la mañana del 29 de mayo de 1825, fue un gesto del soberano para afirmar solemnemente el retorno de la sagrada monarquía tras el estallido de la Revolución. París, capital de la Revolución, permaneció al margen del evento, mientras que Reims, sede tradicional de las coronaciones de los soberanos franceses, fue elegida. Fue, por tanto, un gesto profundamente contrarrevolucionario. El rey prestó juramento ritual, recibió las espuelas y la espada, símbolos de poder, y fue ungido con el santo crisma por el arzobispo, monseñor de Latil. A continuación, se presentó la capa flordelisada, el anillo, el cetro, la mano de la justicia y, finalmente, la imposición de la corona. La música de Cherubini desempeñó un papel central, acompañando los momentos clave de la coronación del soberano. La Misa de Coronación de Carlos X, oficiada por Cherubini en el Vaticano ante el Santo Padre, evocó así la concepción sacramental del poder, propia de la civilización cristiana, adquiriendo la significación de un recordatorio simbólico de una verdad permanente: la de Jesucristo, Rey de la sociedad y de la historia. No parece casualidad que este evento coincidiera con el centenario de la encíclica Quas primas de Pío XI (1925), en la que el Pontífice afirmó claramente el fundamento bíblico, teológico y espiritual de la realeza social de Cristo, el ideal perenne de todo verdadero católico.
«O Raíz de Jesé, que te alzas como estandarte de los pueblos; los labios de los reyes evitarán mencionarte mientras que las naciones invocarán tu nombre: ven y líbranos. No tardes ya».
«…a fin de preparar al Señor un pueblo perfecto».
Buena lectura.
