Y celebrado San Esteban hoy lo hacemos con San Juan, el evangelista.
Durante el Ángelus de la festividad de San Esteban, el Papa León XIV recordó el ejemplo del primer mártir del cristianismo, quien antepuso la paz y los pobres al miedo y al egoísmo. «Si en las condiciones de “incertidumbre” y de “sufrimiento” del mundo actual la alegría “parecería imposible”, quienes hoy “creen en la paz” y eligen “el camino desarmado de Jesús y de los mártires” se encuentran a menudo “ridiculizados, excluidos del discurso público y no pocas veces acusados de favorecer a adversarios y enemigos ”. La alegría cristiana no es un sentimiento superficial: está «motivada por la tenacidad de quienes ya viven en fraternidad», de quienes reconocen «incluso en sus adversarios, la indeleble dignidad de hijos e hijas de Dios».
Ayer, el Papa León almorzó con sus hermanos agustinos en la Curia General: «He tenido que renunciar a muchas cosas, pero no renunciaré a ser agustino». En los últimos meses, ha cenado frecuentemente con sus hermanos en la Sacristía Pontificia y recibiendo a sus amigos agustinos en su apartamento ubicado en el antiguo complejo del Santo Oficio. La vida comunitaria, y especialmente las comidas compartidas, tanto en las comunidades como en las misiones repartidas por todo el mundo, son muy importantes para los miembros de la orden fundada por san Agustín. Conoce muy bien los pocos los metros que separan su residencia de la Curia General de los Agustinos.
Mario Proietti comenta el segundo mensaje Urbi et Orbi del Papa León XIV . «Comienza con Cristo ante el mundo, con el pecado ante las crisis, con el corazón humano ante las estructuras. La pobreza de Jesús, acostado en un pesebre y rechazado, se revela como una elección teológica precisa, más que como un simple detalle poético. La Encarnación es el criterio que recorre toda la vida del Hijo de Dios, vinculando inextricablemente la cueva de Belén con el madero de la Cruz». «El mensaje Urbi et Orbi de León XIV insta a la verdad, no al consenso. Señala un camino antiguo, pero siempre nuevo, de conversión, responsabilidad y caridad concreta. Es la Navidad la que restaura el orden primero en nosotros y solo después en el mundo, trayendo esa paz silenciosa que nace cuando el corazón deja de huir y finalmente acepta su salvación»
En los últimos años, la formalidad se había vuelto sospechosa, y tocarla significaba exponerse a interpretaciones ideológicas inmediatas. El pontificado de Francisco ha afectado profundamente el imaginario eclesial, creando un clima en el que cualquier resurgimiento simbólico parecía un distanciamiento o una corrección implícita. La formalidad se percibía como una alternativa a la sencillez evangélica, una oposición frágil pero generalizada. Algo diferente está sucediendo aquí. No presenciamos una negación del pasado ni una crítica retroactiva, sino más bien una integración. La sencillez y la proximidad permanecen, retornando a una forma estable, reconocible e institucional. La Iglesia no vive en fases absolutas; vive en continuidades que se consolidan. Otras pequeñas señales, como la restauración de la muceta y la estola, el regreso a Castel Gandolfo y el uso del apartamento apostólico, se inscriben en este contexto. En conjunto, estos detalles apuntan a una dirección clara: no una retirada, sino un reequilibrio.
La muceta y la estola dejan claro su ministerio sin añadir solemnidad artificial. Castel Gandolfo representa el reconocimiento de que incluso el Papa necesita lugares capaces de transmitir permanencia. El apartamento apostólico no es distancia, es sede. La distinción entre la persona y el cargo siempre ha protegido a ambos. El poder de estos gestos reside en su ritmo. No hay aceleraciones, justificaciones ni discursos acompañantes. Se deja que los signos hablen, desactivando la polarización y haciendo inútil cualquier intento de involucrarlos en una batalla ideológica. No hay nada que defender ni atacar; hay una postura que vuelve a ser habitable. Aunque estos gestos no se vuelvan permanentes, ya han roto un tabú y ha devuelto un lenguaje que antes se consideraba impronunciable. La Iglesia no necesita reinventarse constantemente para estar viva, necesita mantenerse firme.
La Iglesia católica se enfrenta a uno se sus periodos más complicados de su historia, se está enfrentando a una serie de desafíos importantes, más allá de la disminución de vocaciones y la espiritualidad. En el pontificado del Papa Francisco todo se ha complicado aún más y poco, más bien nada, se ha resuelto. El Vaticano intenta calmar las aguas al inicio de este nuevo pontificado pero hay un aspecto que está causando un gran malestar interno y mucho quebraderos de cabeza. Bajo el papado de Francisco, se ha recurrido cada vez más a consultores externos, como Deloitte, para la gestión interna y la estrategia organizativa. Este fenómeno plantea interrogantes fundamentales sobre la verdadera autonomía de la Iglesia y sus implicaciones a largo plazo con la pérdida de control interno que puede dejar al Vaticano en una situación vulnerable. ¿Quién garantiza que estas consultoras externas estén verdaderamente alineadas con los valores cristianos y actúen en el mejor interés de la Iglesia? La Iglesia podría correr el riesgo de parecer más una entidad comercial que una institución religiosa. ¿Qué mensaje transmite esto a los fieles cuando la preparación de celebraciones sagradas está a cargo de empresas que podrían no compartir la misma visión espiritual?
Según un informe del Pew Research Center, las prácticas religiosas están disminuyendo a nivel mundial, y los jóvenes, en particular, muestran una creciente desconexión con la Iglesia. ¿Cómo puede la Iglesia recuperar la confianza si sus decisiones clave están influenciadas por asesores externos? ¿Qué recursos internos se pueden aprovechar para reducir la dependencia de consultores externos? ¿Cómo puede la Iglesia garantizar que sus líderes estén preparados para afrontar los desafíos del futuro? ¿Qué herramientas tecnológicas pueden utilizarse para fortalecer la comunidad y la espiritualidad sin comprometer los valores fundamentales? El desafío que enfrenta el Vaticano hoy no es solo una cuestión de gestión, sino de identidad. La Iglesia debe encontrar un equilibrio entre la modernización y la autenticidad espiritual.
Premio Internacional Bonifacio VIII al Cardenal Agostino Marchetto , Diácono de Santa María Goretti, que no pudo recoger el premio el pasado 13 de diciembre en Anagni por motivos de salud, y lo ha recibido en su domicilio. El cardenal Agostino Marchetto, secretario emérito del Consejo Pontificio para los Emigrantes e Itinerantes, recibe el Premio Internacional Bonifacio VIII por su excepcional dedicación y servicio a la Iglesia católica, en particular en el ámbito de la pastoral migratoria».
Es Navidad pero las persecuciones no cesan y hoy recordamos a Nicaragua. En Nicaragua, la Iglesia Católica vive otra Navidad bajo persecución: misas vigiladas, procesiones prohibidas, sacerdotes exiliados y Biblias prohibidas. El régimen de Ortega y señora continúa reprimiendo la libertad religiosa, pero la fe sigue viva y la Iglesia martirizada resiste y sigue esperando, incluso en las pruebas más difíciles y permanece viva, como lo demuestra, por ejemplo, la reciente ordenación de ocho sacerdotes en la catedral de Managua. La Iglesia de Venezuela vivió ayer otra Navidad a puerta cerrada, incapaz de expresar su alegría y fe fuera de sus iglesias, en las calles, en las plazas o con carteles visibles. Israel González Espinoza , periodista nicaragüense exiliado en España: «El nivel de persecución religiosa que libra el régimen de Ortega roza la paranoia. No solo se prohíben libros y periódicos, sino que ahora incluso la Biblia está prohibida en el país, como si fuera una lectura ‘subversiva’. En realidad, si uno lee con atención las Sagradas Escrituras, puede ver que la palabra de Dios siempre es iluminadora y liberadora». Patricia Molina en su informe, «Nicaragua: Una Iglesia Perseguida»: «La dictadura Ortega-Murillo continúa persiguiendo todo lo que afecta la libertad religiosa en Nicaragua».
El primer consistorio de León XIV será un consistorio de debate, no uno de creación de nuevos cardenales. Los temas de este debate, que se detallarán en tres sesiones, son cuatro y se describen en una carta de León XIV a los cardenales fechada el 12 de diciembre: un estudio más profundo de la Exhortación Evangelii Gaudium , el estudio de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium , la sinodalidad y la cuestión de la liturgia. Muy recomendable la lectura del libro de Christopher Altieri, un corresponsal estadounidense del Vaticano con alma europea. «León XIV: El Nuevo Papa y la Reforma Católica». Ofrece una visión del futuro del pontificado y representa una mirada retrospectiva del pontificado del Papa Francisco. Altieri estudia y presta una atención envidiable al trabajo de sus colegas. No solo selecciona meticulosamente sus fuentes, sino también sus lecturas. Se esfuerza por describir la Iglesia desde la perspectiva de la Iglesia, lo cual es sin duda una ventaja en su trabajo. Sabe que todo lo que sucede en el Vaticano tiene un significado. También sabe que existe el riesgo de sobreinterpretarlo todo y que, por lo tanto, se requiere equilibrio y mucho sentido común para narrar algo sin atribuirle un significado mayor del que realmente tiene. Cualquiera que haya estado en el Vaticano sabe que muchas de las cosas que se ven están lejos de ser una conspiración, simplemente ocurren.
Este enfoque es probablemente la mejor guía para abordar lo que será un momento decisivo en el pontificado de León XIV, una transición necesaria desde el Año Santo convocado por el Papa Francisco hasta el inicio del pontificado del Papa Provost. Este enfoque es necesario para comprender que hoy también necesitamos nuevos términos para comprender a este Papa, el primero que no vivió el Concilio Vaticano II como sacerdote y, por lo tanto, inmune a muchos de los debates ideológicos y de origen ideológico que siguieron al Concilio. ¿Y quién dijo que no podemos mirar hacia adelante sin perder las virtudes del pasado?
Buena lectura
