Ha pasado el ‘ferragosto’ y ya hemos celebrado la fiesta de la Asunción y volvemos a los temas de siempre pero siempre con alguna novedad interesante. No llegamos a entender el interés constante y la presencia diaria del Papa Francisco en la política italiana. El principio de acción – reacción es instantáneo y el pontífice entra a todas en toda ocasión que tiene. Lo intenta hacer de una forma indirecta pero es tan directa que es evidente. Los obispos italianos están descolocados y perplejos con toda esta situación tan inusual en las delicadas formas italianas. La presencia pública constante del Papa Francisco hace que se mantengan en silencio pero mucho nos tememos que los palos caerán sobre ellos.
Hoy nos sorprenden grande titulares que nos dicen que el Papa Francisco no quieren adelanto electoral y que ya ha dado la orden al presidente del gobierno. Así como suena. No sabemos que hay o no de realidad en esta rotunda afirmación pero hoy está presente. En este momento, unas elecciones anticipadas favorecerían mucho al ministro Salvini objeto de todas las iras pontificias hasta el punto de negarle el saludo. Nos suponemos que piensan que con una operación de desgaste continúa, en la que el Papa Francisco se está empleando a fondo, y con un candidato adecuado , que no termina de aparecer, las cosas pueden cambiar. Salvini no es de la familia y esto no es tolerable en Italia y con este papa. Ahora que ya tenemos un hermano al frente de la iglesia católica resulta que perdemos el ámbito civil. El anuncio del padre Spadaro, uno de los inspiradores más famosos de este pontificado, de un urgente sínodo para Italia no perece tener otra intención. Es increíble la rapidez y precisión en perder el ‘oremus’ que estamos viendo es estos tiempos convulsos, las prisas no son buenas consejeras.
La popularidad inicial de Papa Francisco está desapareciendo y ha caído ya a niveles mucho más bajos que los tiempos del denostado Benedicto XVI. Ante esto poco se puede hacer y todo apunta a que ha decidido seguir el camino trazado como si nada sucediese, pero el problema es que sucede y los efectos pueden ser los contrarios que los pretendidos. Es evidente que el odiado Salvini tiene mucho más predicamento entre los católicos italianos que el Papa Francisco. No podemos imaginar como terminará todo esto pero lo que es claro es que vivimos tiempos en los que un papa entra de lleno en la contienda política. La autoridad tradicional de la figura del papa estando por encima de los partidos y las ideologías ya no existe y desconocemos las consecuencias que esto puede acarrear pero seguro que nos son buenas.
El cardenal Burke se manifiesta de nuevo recordando que el papado no tiene sentido que sea revolucionario, su misión es otra. La aparente y buscada imagen del Papa Francisco esconde bajo la apariencia de revolución, o de evolución, una lucha por mantener los poderes de siempre que ven peligrar su hegemonía. Pensar que las tesis de las Naciones Unidas son para defender a los más pobres y desfavorecidos es de una ingenuidad sin límites, basta ver quién paga los sueldos mensuales del ejército de funcionarios para saber donde estamos. Nos están vendiendo gato por liebre. Si miramos a los clásicos romanos el mismísimo Sócrates nos recuerda que ‘la mentira nunca vive hasta llegar a vieja’ y si leemos al valorado Martín Lutero tampoco se queda corto diciéndonos que ‘Una mentira es como una bola de nieve que cuanto más tiempos de hace rodar más grande se hace’. No sabemos si el Papa Francisco piensa mucho lo que dice pero parece evidente que no dice lo que piensa. Nos tememos que entramos en el mundo complicado del discernir que solo está al alcance de los más probados jesuitas.
En China ya no sabemos si la iglesia sigue siendo la católica o no. Empieza el adiestramiento patriótico de los sacerdotes de algunas diócesis que están en medio de complicados equilibrios. No nos atrevemos a opinar sobre mundos tan lejanos y complicados pero los que los conocen no nos transmiten precisamente tranquilidad.
«No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don.»
Buena lectura
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