El mundo que ya no existe, ¡Iglesia, sé tu misma!, reabren los museos del Vaticano, lo católicamente correcto.

El mundo que ya no existe, ¡Iglesia, sé tu misma!, reabren los museos del Vaticano, lo católicamente correcto.

Empezamos febrero de 2021. Ya es inútil negarlo, no habrá una vuelta a la ‘normalidad’, el mundo que hemos conocido ha desaparecido y,  como sucede en todas las crisis, sobrevivirán los más fuertes y los mejor preparados. Nadie sabe, nadie, por muchos reseteros que se programen, lo que podemos tener delante los próximos meses y nos enfrentamos a lo imprevisible. Hay un error común que es pensar que toda esta crisis la ha provocado la epidemia. La epidemia está destapando muchos problemas que veníamos arrastrando desde hace décadas. El hecho puntual de la crisis médica y su gestión no es indiferente en este proceso, ahora estamos sumidos en la guerra de las vacunas que pensamos que no serán muy útiles para solucionar la epidemia y que, evidentemente, no son la solución a la profunda crisis social y económica a la que nos enfrentamos. La gran pregunta es qué hacer, cómo responder a los retos que van viniendo. Los clásicos hablaban de la preparación remota, la formación recibida, la experiencia de vida, la sabiduría de conocimientos adquiridos ayudan y mucho. Hoy tenemos una generación muy mal formada, demasiado superficial, floja, y no podemos extrañarnos que muchos caerán en esta guerra, no serán capaces de soportar la tensión, esto no es una película que dura hora y media, estamos ante un cambio que puede marcar el resto de nuestras vidas. Para una persona que tiene fe, gracias a Dios todavía quedan, la presencia de Dios es fundamental. Somos seres sobrenaturales y lo somos siempre y en todas las circunstancias. Pretender ‘crear’ un ser humano nuevo ‘reseteando’ es no saber de qué va esto.

Tenemos un interesante artículo sobre el diálogo razón y fe apoyado en las enseñanzas del Papa Benedicto que nos ha dejado un derroche de sabiduría: «el desarrollo moderno de las ciencias trae innumerables efectos positivos, como todos vemos; siempre hay que reconocerlos. Al mismo tiempo, sin embargo, hay que admitir que la tendencia considerar verdadero solo lo que se puede experimentar constituye una limitación de la razón humana y produce una terrible esquizofrenia, ahora manifiesta, en la que conviven racionalismo y materialismo, hiper-tecnología e instinto desenfrenado». Esta pandemia, al menos en parte, no es como las anteriores, aunque solo sea porque el mundo hoy tiene nuevos ritmos y lógicas. No es la primera pandemia que nos dice que el hombre, a través de la ciencia, no es capaz de dominarlo todo. Los virus y las bacterias parecen un mundo muy simple para la biología, pero siguen siendo muy complicados para el hombre. Termina la reflexión criticando la posición actual muchos dirigentes eclesiásticos que se han metido a expertos en epidemias dándonos mil consejos que replican a las autoridades civiles.  Un pontífice, cuando interviene en asuntos científicos, debe brindar el marco general, como en el caso del respeto a la creación o la bondad de la medicina, pero no entrar en detalles sobre lo que la propia comunidad científica está dividida, hoy ocurre lo contrario, gracias a un deseo desenfrenado de intervenir en temas de actualidad. La Iglesia, se supone, que debe seguir ocupándose de la espiritualidad y esas cosas.

Parolin en su última entrevista también habló de China: «Este acuerdo no puede resolver todos los problemas que enfrenta la Iglesia en China, pero es solo un pequeño paso para intentar mejorar la situación», el acuerdo no pretende ser «la última palabra». Es «una pequeña semilla que se coloca en la tierra». La esperanza es que crezca y dé frutos: «Se necesita mucha paciencia». Y sobre el Documento sobre la fraternidad humana de Abu Dhabi es: «un gran avance en las relaciones entre cristianos y musulmanes», «se comparten algunos principios fundamentales: el hecho de que todos seamos criaturas de Dios debe hacernos sentir hermanos». Nada nuevo, pero nos confirma por enésima vez el buenismo católicamente correcto que se respira en la actual administración del Vaticano y en el Papa Francisco, parece que a esto llaman ‘espíritu del concilio’ que cada vez se parece más a un alma en pena buscando un cuerpo en el que encarnarse.

Ya tenemos Jornada mundial de los abuelos y las personas mayores, que se celebrará el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de los santos Joaquín y Ana. Una buena ocasión para agradecer a Dios el don de la ancianidad y no buscar atajos por caminos de crueles eutanasias. Esperemos que no se retuerza el argumento y nos opongamos con fuerza a la rápida aprobación de leyes asesinas de ancianos que se está produciendo en cadena, querer a los ancianos no es matarlos.

El Papa Francisco quiere que:  «la Iglesia italiana vuelva a la Convención de Florencia, y debe comenzar un proceso de Sínodo nacional, comunidad por comunidad, diócesis por diócesis, este proceso también será una catequesis. Los obispos italianos no parecen querer enterarse de esta invitación, no está el horno para bollos.

Hoy reabren los museos del Vaticano y  los jardines después de 88 días de cierre, el más largo desde la Segunda Guerra Mundial, las Villas Pontificias de Castel Gandolfo a partir del sábado 6. Todo un signo de estos tiempos y de la ruina sin solución en la que está entrando el estado pontificio. Se abre pero nos tememos que los visitantes, por lo tanto los ingresos, tardarán en llegar, si es que llegan.

El sábado el Papa Francisco se reunió con Cupich,  después de criticar públicamente la declaración oficial de los obispos estadounidenses sobre la aficciones aborteras del católico devoto Biden y la Kamala. La Oficina de Prensa de la Santa Sede solo nos informa de su existencia, algo es algo.

«Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar».

Buena lectura.

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