Gran artículo del arzobispo Aguer

Imágenes del Nacimiento del Niño Jesús
La secularización de la Navidad
 
     Cuando comienza el Adviento, se inicia también la propaganda de ciertos productos referidos a la próxima Navidad. Aunque este nombre siquiera es pronunciado. Se asombraría quien no supiera que este título significa Natividad; es decir: se refiere al Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Los objetos que aparecen son un arbolito, los globos y otros adornos que lo realzan; un personaje gordo y barbudo, vestido de rojo y blanco. La caracterización del período que lleva al 25 de Diciembre, es típica del hemisferio norte, y del ámbito protestante.
     Hace algunos años, recorriendo el centro de Nápoles, observé que para estas semanas previas a la Navidad, todos los negocios ofrecían el pesebre, de distinto tamaño y calidad. Pesebre es el nombre de la representación católica de la aparición de Jesús en el mundo: la gruta, o una casita, la Virgen María, San José y el Niño, sin que faltaran la vaca y el burro. No debemos olvidar a los Magos, de los que habla el Evangelio de Mateo: mágoi eran astrónomos y sabios, que representan a la humanidad entera, que espera al Salvador. La opinión popular, fundada en los Apócrifos, los ha hecho reyes y les ha atribuido un nombre a cada uno. En la representación del pesebre, van llegando hasta el 6 de enero. La tradición católica se ha secularizado. Asimismo, han desaparecido los ángeles con su canto; que se conserva, sin embargo, en el Gloria y el Sanctus de la Misa. Algo de esos orígenes resuena en los villancicos, que han logrado taladrar la pared de la secularización. El recuerdo de Nápoles alude a la fe popular, que actualmente se ha debilitado, y en muchos países, parece haber desaparecido.
     La Iglesia debería proclamar durante el Adviento el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. La fe en ese misterio ha de arraigar en las familias; cabe, entonces, la exhortación a «armar el pesebre». Aun cuando la práctica religiosa haya disminuido, incluso desaparecido, mirar el pesebre evoca el sentimiento de una fe infundida en la familia o en la catequesis de la Primera (y en muchísimos casos, única) Comunión.
     ¿Cómo celebrar la Navidad si ya no hay fe? Se trata, entonces, de una secularización de la fiesta cristiana, que suele unirse al Año Nuevo; se habla, pues, de «las fiestas» -como un período que se repite anualmente-, y se dice entonces, como un augurio, «Felices fiestas», o incluso el más generalizado «felicidades». La Navidad en ese contexto cultural ha desaparecido. La propaganda comercial aprovecha el recuerdo de un tiempo en que el pueblo conservaba algo de la predicación de los orígenes. La Iglesia debe recrear esos orígenes anunciando a Jesucristo como Redentor; cada Adviento es una nueva oportunidad del anuncio que fue encomendado a los Apóstoles. Se trata, pues, de revertir la secularización de la Navidad. Y, para ello, es imprescindible una Iglesia verdaderamente «en salida»; en busca de los que se alejaron, y de los que nunca estuvieron.
       Con este propósito, les deseo a todos una muy santa y, por lo tanto, muy feliz Navidad. ¡Que nadie nos robe al Niño Dios!
 
+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata
 
Buenos Aires, lunes 22 de diciembre de 2025. 

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