El presidente bolivariano Evo Morales, admirador de Fidel Castro y gran defensor de la hoja de coca (ya saben la cocaína el gran bien que reporta a la humanidad), ha declarado textualmente que «de verdad, quiero decirles, ahora siento que tengo papa». O sea, un enamorado de las dictaduras comunistas que da una bofetada a todos los papas anteriores para lisonjar a Francisco. Raúl Castro y Obama también creen que sus guiños al Papa serán bien recibidos por la cristiandad, así como Maradona y una gran cantidad de personajes de lo más variopinto. Hay piropos que resultan peores que los insultos. Cuentan que el partido comunista español, al ser legalizado por Adolfo Suárez, meditó si emitir un comunicado en el que se agradeciese y enalteciese la decisión del presidente. Al final Carrillo resolvió que, encima de que Suárez les había hecho un favor, no se le iba a hacer el feo de emitir una carta así. Si los comunistas se hubiesen mostrado tan cariñosos como Evo Morales con el Papa, el electorado de derechas tendría motivos para desconfiar del gobierno. La mejor forma que tenía Carrillo de devolver el favor era callarse o al menos mantenerse circunspecto. Que toda la izquierda bananera, con la familia Castro como comandantes en mando, no pare de flirtear con Francisco, resulta más un desagravio que un servicio. El genocida de Paracuellos resultó algo más cortés. Y desde Roma también deberían de tomar nota de qué cosas son buena o mala prensa para los que frecuentan los sacramentos, que por «malos» que sean, o así los pintan algunos, son el pueblo de Dios que está en comunión con su Iglesia. Si no están en gracia todos ellos, todos los que están en gracia son parte de ellos. ¿O ya se nos ha olvidado que es pecado mortal no ir a misa? Prudencia. Prudencia. Prudencia.
¿Buena publicidad para el Papa?

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