Me he percatado de una cosa sobre León XIV y no creo que otros la hayan notado.
León XIV rompió la tradición.
¿Te diste cuenta?
El jueves, los empleados de la Iglesia
conteníamos el aliento.
¿Quién será?
El Papa (para bien o para mal)
impacta nuestro trabajo en las cancillerías.
Todo nuestro trabajo.
Pero especialmente el de los canonistas.
Cuando Francisco saludó al mundo,
todos se fijaron en la vestimenta.
¡No lleva muceta!
¡No lleva estola!
¡No lleva zapatos rojos!
¡Qué humilde!
Chorradas.
La humildad es una virtud escurridiza.
Sólo Dios conoce el corazón.
Y entonces León XIV apareció en la logia.
Y rompió la tradición.
¿Te diste cuenta?
Es el primer Papa que habla desde la logia
sin hablar de sí mismo.
Juan Pablo II: «un Papa venido de un país lejano».
Benedicto XVI: «un humilde trabajador en la viña del Señor».
Francisco: «fueron hasta el fin del mundo a buscarlo».
Y León?
No habló de sí mismo en absoluto.
Habló de Cristo Resucitado.
Habló de la Iglesia.
Rezó a Nuestra Madre.
Bendijo.
Y se fue.
Te cuento algo muy personal.
Hay un cardenal que me quiere mucho.
Uno de los electores.
La víspera del cónclave le escribí:
«Por el amor de Dios,
meta esto en la cabeza a sus hermanos:
Elijan un Papa que hable de Jesucristo.
¡JESUCRISTO!»
Deseo concedido.
León XIV empezó hablando de Cristo:
«La paz esté con vosotros!
Estas son palabras del Señor.»
La primera vez que habló de sí mismo fue al día siguiente,
en la Misa con los cardenales.
Citó a San Ignacio de Antioquía.
UN MÁRTIR.
Un hombre, un hombre de verdad.
Un paisano con arrestos.
Parecía asturiano, vamos.
Ignacio escribió:
«Seré verdaderamente discípulo de Cristo,
cuando el mundo ya no vea mi cuerpo.»
Y acabó sus días
masticado vivo por LEONES.
Pues León dice que esas palabras
valen para todos los que tenemos poder en la Iglesia:
¡APÁRTATE!
Hazte a un lado,
para que quede Cristo.
HAZTE PEQUEÑO,
para que se vea a Jesús.
León XIV se está ganando nuestros corazones.
Los que le conocen dicen que sabe escuchar.
Y si le observas bien,
verás que es un hombre que ha aprendido a dominarse a sí mismo
antes de guiar a otros.
¿Es humilde?
Solo Dios lo sabe.
La humildad es una virtud escurridiza.
Pero las señales…
Las señales son maravillosas.
Bienvenido, Santo Padre.
Aquí estamos,
para servir a Dios y a usted.
(Publicado originalmente en inglés en LinkedIn)