Cuando se llega a esa edad en la que se está en el mundo de milagro, si el cerebro funciona, aunque no lo hagan otras partes del cuerpo, y se ha vivido una entrega a Dios y al prójimo en fidelidad a Él, tal como se prometió en los votos, y no a unas mamandurrias cambiantes y suicidas, el testimonio que se da tiene unas garantías de autenticidad. Esta adoratriz no espera ya nada en este mundo. Sólo el tierno abrazo del esposo. Y se manifiesta feliz. Con su hábito y en su silla de ruedas. En su lámpara hay aceite sobrado hasta el momento en que Él llegue. Como virgen sabia. Me dicen que las adoratrices de Badajoz no han seguido la pendiente de todas sus hermanas que hoy se encaminan a una muerte segura. Eran 2.410 en 1973 y a 1 de enero de 2013 apenas quedaban ya 1.113. Seguramente hoy sean ya menos de 1.000. En su gran mayoría ancianas. Y deshabitadas. Dejémonos ya de gilipolleces en quienes quieren justificar lo injustificable. Yo no soy ningún malvado que se regocija en pintar con negras sombras una realidad esplendorosa. Soy un simple fotógrafo de una trágica realidad que se niega a ocultar lo que es patente a los ojos de todos. La vida religiosa en España se muere. Y, lo que es incomprensible, por sus propias manos. No la mato yo. La matan ellos y ellas. Estamos ante un inmenso fracaso existencial, eclesial, intelectual de la vida religiosa. Más bien ante un suicidio. Y quien quiere suicidarse termina consiguiéndolo. Pues eso lo han logrado o están a punto de conseguirlo. En muchísimas congregaciones de religiosas sus casas hoy son poco más, y casi sin más, que una residencia de solteronas en las que cada año fallecen algunas y nadie entra a sustituirlas. Tosas sus ilusiones, que no niego las tuvieran aunque fueran necias, son hoy ya nada. Saben que se mueren sin remedio. Nadie quiere ser como ellas. Cierto que a no pocas las engañaron prometiéndoles el oro y el moro. Pues hoy ni moros, ni oro. Sólo ir de funeral en funeral y con la posibilidad de que la última ni siquiera tenga exequias católicas. Porque, ¿quién iba a acudir a las mismas? Alguien me dice que estas adoratrices de Badajoz, todas con hábito, tienen vocaciones y hasta han fundado en América. Seguro que aparecerá algún perroflauta a echarme en cara mi manía con los hábitos. Cuando las únicas congregaciones que no se mueren lo llevan. Como para que las agonizantes se lo pensaran. Aunque en muchas hoy ni eso tenga remedio. Los años terrenales que le quedan a esta adoratriz no pueden ser muchos. Pero ha vivido tantísimos feliz en su vocación y siendo fiel a ella hasta los cien años. Cuando llegue al cielo su madre Micaela recibirá con un enorme abrazo a la hija fiel. De otras, al verlas, estoy seguro de que se preguntará: ¿Pero vosotras sois hijas mías? ¿Vosotras, las que habéis arruinado mi fundación? http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=23487
Testimonio de una adoratriz de cien años
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