
Imprescindibles para un buen conocimiento del penoso cardenal arzobispo de Barcelona.
Juan Pablo II le nombró obispo auxiliar de Barcelona en 1996 y lo trasladó a Barbastro-Monzón en 1999 y a Calahorra y La Calzada- Logroño en 2004 y fue Francisco quien en 2015 lo promovió a Barcelona y en 2017 lo creó cardenal, dando como arzobispo y como cardenal sobradas muestras de su incompetencia.
Afortunadamente le quedan escasos días de ejercicio pues en menos de cuatro meses, el próximo 21 de abril, cumplirá 80 años. Con lo que cualquier día de estos podemos encontrarnos en los inmediatos primeros meses de 2026 con la gozosa noticia de su relevo. El relevo será día alegre aunque tal vez pueda oscurecerlo el nombramiento de sucesor. Sevilla y Valencia serían excelentes aunque cambiarían dos archidiócesis sin graves problemas y en las que son muy bien considerados por un más que notable avispero. El de Pamplona, del que algunos hablan, si ya fue incomprensible para la archidiócesis navarra, y está dando buena prueba de ello, para Barcelona sería ya de traca. Entre Omella y Roselló me quedo con Omella. Y no porque éste me parezca mínimamente bueno, que no es el caso.
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