Últimamente Francisco está haciendo una catequesis muy buena sobre la misa. Nada que objetar sino felicitarle. Y buenísimo sería que en la homilías, en vez de repetirnos por segunda vez el texto de las Lecturas y el Evangelio de vez en cuando el cura explicara a los fieles lo que es la misa, los mandamientos, los sacramentos, el Credo, las Obras de Misericordia… Porque más o menos lo del Hijo Pródigo, el Buen Samaritano, la resurrección de Lázaro, los ciegos y los leprosos, los panes y los peces… nos lo sabemos todos o casi todos mientras que la ignorancia sobre lo otro es mucho más general. Pues muy bien por el Papa pero…
Es que con Francisco siempre surge algún pero. Derivados tantas veces de su populismo. Mal el estipendio de las misas. Qué bonito. Como en mi maravillosa parroquia. Donde si vas a encargar una misa por el motivo que sea como preguntes cuanto debes, una vez que han tomado nota de la intención, la respuesta es siempre la misma. Echa en el cestillo de la misa o en ese cepillo que hay en la entrada lo que te parezca. Y como alguien insista con un ¿pero cuánto? la respuesta no aclara nada: lo que tú quieras,
Pero Caná es Caná y allí el dinero abunda. No es que sea la parroquia que más dinero aporta al arzobispado, que lo es, además de ayudar a otras cosas, sino que posiblemente lo que entrega dobla o más a la parroquia siguiente. Y el Vaticano, el Vaticano. Hay muchos sacerdotes en España que mal viven con el exiguo sueldo que les entrega la diócesis. Y el estipendio de las misas, escasas, que es bajísimo supone una pequeña ayuda suplementaria por mínima que sea. Si hay parroquias rurales en las que la colecta dominical no llega ni a cinco euros.
Pues como para que desaparezca el estipendio. Incluso hay asociaciones piadosas que recaudan dinero para misas que luego encargan a sacerdotes necesitados.
Y hasta es palabra de Dios (I Cor. 9, 13) que el que sirva al altar viva del altar.