No pude presenciar la misa del Papa en la festividad del Corpus Christi por tener que asistir a mi misa dominical. Ya de regreso a casa busqué algún testimonio de su misa y me quedé absolutamente asombrado. No había nadie ante San Juan de Letrán. Nadie. El vacío era espectacular.
Si descontamos a los presentes por razón de oficio y a las religiosas aquello era impresionante por la casi nada. Y en ese casi habría que descontar a los simples turistas que se apuntan a un bombardeo. Sin el menor sentimiento católico.
Estábamos viendo, desde hace ya tiempo, la gran plaza del Vaticano con escasa presencia. El obelisco solía ser el límite de los asistentes un día tras otro. Como si un Papa que levanta tantos entusiasmos en ajenos a la Iglesia hubiera alejado a los católicos. Y en persona tan populista como lo es Francisco debería alarmarle el dato. Porque es claro que ateos, agnósticos, homosexuales, abortistas, divorciados vueltos a casar, incondicionales de Kasper o de Dannneels, Madres de Mayo, castristas, maduristas, entusiastas de Obama o de la señora Clinton, musulmanes, luteranos, curas casados… no llenan los huecos.
Pero lo que acabo de ver ante Sn Juan de Letrán no es una escasa asistencia. Es prácticamente la nada.
Igual hay alguna razón que desconozco que pueda explicar ese inmenso vacío. Si alguien lo sabe que nos lo cuente. Igual la toma con la que he dado ha hecho un fotoshop a la contra. Que haya borrado multitudes. Estoy dispuesto a creerme cualquier cosa pero que me la expliquen.
Porque no es normal que en un acto solemnísimo del Papa no haya casi nadie. Como para que alguno piense que ha ahuyentado a los fieles y no haya atraído a ningún infiel. Me imagino que los enemigos de la Iglesia deben estar encantados.
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