Santo Padre, por favor, deje de insultarnos

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Catapulta publica una larga lista de insultos del Papa Francisco a los católicos. Y yo me siento aludido. No por el concepto, que rechazo, sino por los insultos. No me siento identificado para nada en los durísimos calificativos. Me parecen imaginación de Francisco pero sumamente preocupantes. Los católicos no le gustamos. Y los que parecen no serlo, le encantan. Pues ya me dirán.

La lista es impresionante por el número de los descalificativos y por la gravedad de los mismos. Y es incompleta. Falta, por ejemplo, lo de haber llamado coneja a mi madre y a mi mujer. Después de haber dicho también que si alguien faltaba a su madre igual le daba un puñetazo.

Los católicos, esos a los que Su Santidad desprecia día sí y otro también, somos muy buena gente y respetamos, haciéndonos de tripa corazón, o que creemos que debemos respetar aunque esforzándonos mucho. Aunque algunos hayan desistido ya del esfuerzo. No parece amor de padre el que a un hijo, cada vez que vuelve a comer o a dormir a casa, lo único que hace es insultarle. Que el hijo calle, y contenga entre lágrimas su dolor, sólo habla en favor del hijo y no del padre. Pero todas esas tensiones antes o después terminan estallando. Y el hijo, respondiendo. Al menos algunos. Y de seguirse así cada vez serán más.

Es dificilísimo mantener el amor a un padre que se empeña en decirnos todos los días que no nos quiere. Que él a quien quiere es a otros. Que son los hijos que le gustarían aunque evidentemente no lo sean. Uno procura avivar los rescoldos del amor pero comprende que haya otros que hayan ya prescindido de él. Porque el amor, si no es recíproco, resulta enfermizo. Aunque uno pueda ser ya consciente de su enfermedad.

Voy a seguir siendo respetuoso con mi Papa, con notable esfuerzo. Sé de sobra, porque se ha hartado de decirlo, que él no me quiere. Entro en la mayor parte d sus insultos. Tantos. Jamás le he insultado a él. Aunque no me gusten no pocas cosas de las que haga. Pero uno comienza a estar harto de tantas descalificaciones de Francisco.

La lista de Catapulta me parece impresentable, no por quien la publica sino por quien la expresa, e intolerable. ¿Y hasta cuándo Catilina…?

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