
Son, salvo error por mi parte, 34. Y la mayor parte de ellos perdidos en el olvido. Sin nada que lamentar por la Iglesia en no pocos de ellos. Lo que dice bastante de su inconsistencia. Ni fueron, o no fueron para nada bueno, ni son. En no pocos un error su nombramiento.
Encabeza la lista Don Damián Iguacén, un excelente obispo, emérito de Tenerife, que ya ha cumplido 101 años y a quien acabamos de verle todavía activo, pese a su edad. Consagró sus años eméritos a un ejercicio ministerial espléndido y me parece una gloria de nuestro episcopado. El Señor, a quien tan bien sirvió, le recibirá cuando llegue, que no puede ser muy tarde, con el amoroso abrazo al siervo bueno y fiel.
Le sigue el cardenal arzobispo emérito de Toledo, Don Francisco Álvarez Martínez, próximo a cumplir ya los 92 años en julio. En su diócesis le recuerdan con mucho afecto como pastor entregado y celoso. También señalan que frugalísimo en su vivir. Tuvo un encargo imposible que fue el de suceder al gran Don Marcelo. Consciente de las dificultades de algunas sucesiones quiso apartarse de la diócesis para no crear problemas a si sucesor Cañizares. Creo que hoy está muy disminuido y alejado de todo protagonismo desde el primer momento sucesorio, que nunca fue lo suyo. Buen pastor y administrador pero con una referencia seguramente imposible de igualar. Dos buenos obispos, Don Damián y Don Francisco, en una época en la que había demasiadas incompetencias.
El cardenal Estepa, arzobispo emérito castrense es el siguiente en la lista. Ha cumplido en enero 91 años y ya hace un año largo que no comparece por la Plenaria de la CEE. Me dicen que por imposibilidad. Llegó a la púrpura por benignidad de Benedicto XVI, ya sin voto en Cónclave, y vayan ustedes a saber por qué. Obispo auxiliar de Tarancón fue seguramente el menos malo de los que tuvo. Creo que la Iglesia española ha olvidado ya a Estepa y la historia le olvidara más.
A continuación, por edad, viene Gabino Díaz Merchán. Con 91 años desde el pasado febrero. Pésimo, naturalmente en ni opinión, arzobispo de Oviedo ye igual de malo presidente de la Conferencia Episcopal. Ya van dos arzobispos ovetenses intentando lo que él destruyó con un absurdo e impresentable complejo de hijo de mártires. Por padre y madre. Debió ser tal su sensación de fracaso que fue pasar a emérito y desaparecer.
Torija de la Fuente, emérito de Ciudad Real, y natural de Toledo como Gabino, ha cumplido ya 90 años. Calco del anterior pero con mucha menos personalidad. Él hundió Ciudad Real, auxiliado por su sucesor, aunque por ser una diócesis menos conflictiva que la asturiana los fieles todavía han mantenido algo de lo recibido de sus padres.
Elías Yanes, arzobispo emérito de Zaragoza, ha cumplido ya los 89 y en mi opinión, por supuesto que discutible, fue todavía peor que el ovetense tanto en su diócesis como en la presidencia de la Conferencia Episcopal. Y con un talante sumamente antipático que no era el de Gabino. Ha dejado Zaragoza como un nido de víboras y él era quien tocaba la flauta. Hace ya algún tiempo que no aparece por la Conferencia Episcopal ni siquiera momificado.
El emérito de San Sebastián, Setién, ya también con 89 años, es un desaparecido desde que en el año 2000 se le aceptó la renuncia por motivos de salud más falsos que Judas. Se había ganado el odio de muchísimos católicos españoles y nadie, salvo la ETA le echó de menos. Amiguísimo de Yanes tuvo siempre su apoyo.
Antonio Montero, arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, cumplirá los 89 en agosto. De la misma camada que los cinco anteriores tenía a su favor un talante mucho más simpático que Setién o Yanes. Desaparecido también hace ya años le vi hace un par de ellos en silla de ruedas según me parece recordar.
Buxarrais, obispo emérito de Málaga, tras un paso desdichado por Zamora, ha destacado por su absoluta insuficiencia mitral, Nadie se explica como pudo llegar a obispo y él mismo se dio cuenta de su incapacidad pidiendo anticipadamente el relevo. Se retiró a servir a presos y ancianos de modo muy meritorio. Sus problemas eran de cabeza, escasa, y no de corazón, grande. Cumplió en diciembre 87 años.
Fernando Sebastián, claretiano, fue de los clérigos progresistas más destacados y mano derecha de Tarancón lo que la valió la mitra. Ha analizado en el Blog con mucha extensión sus Memorias y a ello me remito. Con Setién, fueron colegas en la Pontificia salmantina, son los dos intelectuales hasta el momento. Disimuló después sus querencias y en Pamplona, archidiócesis de la que es emérito, mejoró apreciablemente el gobierno de Cirarda. El Papa Francisco le creo cardenal ya sin voto en Cónclave y a la vejez parece querer renovar sus tendencias juveniles. En diciembre cumplió 87 años. Le vi en la pasada Plenaria del Episcopado y tenía mu buen aspecto.
Victorio Oliver, emérito de Orihuela-Alicante, también cumplió 87 años en diciembre. Fue otro de los auxiliares de Tarancón y resultaron malos todos. El que menos Estepa y luego ya a más distancia éste. Desapareció tras la renuncia sin que nadie le haya echado en falta. Se le veía en ocasiones con mitra en el Pilar en actos solemnes.
Noguer, emérito de Huelva, tiene 86 años recién cumplidos. Pasó desapercibido como obispo de la ciudad andaluza y no digamos ya como émérito. Como si no existiese ni hubiese existido. Sin embargo éste no llegó al episcopado por su manifiesto progresismo aunque sea uno de los últimos obispos que nombró Pablo VI sin que podamos imaginarnos que vio en él. Lo más probable es que firmara el nombramiento sin tener ni idea de a quien nombraba para Guadix.
Soler Perdigó, emérito de la destrozada Gerona, con notable intervención en ello aunque no única, tiene 84 años. Es obispo nombrado por Juan Pablo II y una de las cruces que tuvo que sufrir el cardenal Carles. En Gerona muy mal y en Barcelona también.
Uriarte, emérito de San Sebastián, fue una desgracia para su diócesis y para el catolicismo vasco. Con el agravante de que un malo inteligente, y Uriarte lo es, hace más daño que uno tonto. Tiene 83 años y sigue muy activo. Nunca entenderé que otras diócesis le sigan reclamando para conferencias, ejercicios al clero… Debe estar reconcomiéndose a ver los nuevos aires, mucho mejores, de la Iglesia vasca,
Diéguez Reboredo, emérito de Tuy-Vigo, de 82 años fue un discreto obispo de saldo positivo. Retirado a Santiago vive verdaderamente retirado como se lo reclama su talante aunque no rehusa prestar su colaboración a la archidiócesis si se la reclaman ni su presencia en solemnidades eclesiales. No tuvo nada que ver con la hornada anterior verdaderamente nefasta para el catolicismo español.
Traserra, emérito de Solsona, de 82 años, fue otra cruz del cardenal Carles. En la diócesis catalana que igió, tras sus años de auxiliar, intentó enmendar algo el desastroso pontificado de su antecesor Deig.
Fray Carlos Amigo, franciscano, cardenal arzobispo emérito de Sevilla, es persona por quien tengo debilidad personal. Creo que tengo derecho a tenerla. Y justificada. Eso que jamás diré de un obispo en activo lo puedo decir de un emérito. Conmigo sólo derrochó acogida, perdón, simpatía, generosidad… Don Carlos llena el lugar en el que esté. Tras el fallecimiento de Don Marcelo no hay cardenal que se le aproxime en presencia, porte, dignidad… Verdaderamente parece un Príncipe de la Iglesia. Pero con una afabilidad y cercanía como si fuera el más humilde de los franciscanos. Al menos conmigo que es de lo que puedo hablar. Y sin el menor merecimiento por mi parte. Don Carlos, con sus 82 años está activísimo. Acude a cualquier sitio que le llamen, sin importarle las distancias. y todos esos actos los llena. No se me ocurre otra palabra que defina mejor su presencia. Con enorme dignidad, con total eclesialidad y dejando encantados a todos. Haciendo Iglesia. Ante tanto emérito desaparecido, y no precisamente en combate sino en la nada, pienso que el ejemplo del cardenal Amigo debería ser por tantos obispos de los que tras su renuncia jamás se ha sabido. Porque a un obispo sólo le debería jubilar Dios. Por llevárselo con él o por unos achaques que le impidan ya una actividad apostólica.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando