De obispos, clérigos seculares y regulares y consagradas

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Se acabó el oscurantismo. Hoy todo se sabe y se comenta. Y eso es imparable. Pues a ver lo que decís. Porque inmediatamente lo

va saber todo el mundo. Así que mentecateces cuantas menos veces, mejor. Desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca.

Son gajes del oficio que los enemigos de Dios y de su Iglesia os ataquen y que por su nombre os insulten. Tendréis una alta recompensa en el Cielo. Lo ya más raro es que hijos que se quieren, y hasta se creen, es posible que algo equivocados, ellos piensan que no, fieles seguidores de Cristo, aunque todos con sus miserias personales, obispos, clérigos y religiosas también, rechinen, y además lo hagan público, ante tanta no ya inexistente ejemplaridad sino incluso  dejación. No voy a decir vileza, cobardía, inanidad. entrega al enemigo … Que sepáis que lo pensamos y que hasta lo decimos. Con dolor pero sin arrepentimiento. El arrepentimiento debería ser vuestro.

El maravilloso Padre del Hijo Pródigo, en el que Cristo nos representó a Dios Nuestro Señor, acogió feliz y con fiesta notable a quien volvía arrepentido. Todos los días esperaba desde lo alto de una colina que volviera. Y el pródigo regresó. Hoy parece que para no pocos padres no es la espera ilusionada o la marcha en búsqueda del perdido sino el ir a celebrar con ellos la pérdida de la herencia malgastada en lo peor. No vuelve el arrepentido sino que el padre va a refocilarse en lo peor de ese hijo.

Hay un personaje antipático en la parábola. El del hijo que siempre se quedó con su padre, ayudándole en su hacienda pero con un corazón seco para el amor. ¿A mí nunca me has dado el ternero cebado? A ti te ha dado  todo lo que tienes y entre otras cosas una vida tranquila y acomodada. No puedes pedir más y agradecido deberías estarlo.

La parábola, de las más importantes en la enseñanza de Cristo, cada uno la interpretará como le dé la gana. Pero hay interpretaci0nes varias. La de un Padre bobo encantado con los pecados de su hijo y bendiciéndolos me parece de imbecilidad supina. Pero desgraciadamente hay cardenales, obispos, sacerdotes y religiosas supinos. No pocos por debilidad neuronal y otros por cálculo en su carrera. Carrera que por otra parte el Papa Francisco dice abominar. Aunque por otra parte no falte quien asegure que eso lo dice con la boca chica.

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