Misa de Ramos del Papa en la Plaza de San Pedro

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Asistencia, hasta el Obelisco. Que parece tener un rótulo de aquí no pasarán. Parece mediocrilla aunque para lo que se está viendo, multitud.

La homilía la leyó con voz baja y cansina. Como una obligación. En ella un nuevo pecado, gravísimo como todos los que descubre. En esta ocasión el triunfalismo. Un pelagianista a tope, un clericalista máximo y un triunfalista permanente critica eso, sin autoinculparse a sí mismo. Porque todos esos inmensos pecados sólo lo son, como la murmuración, el cotilleo, la maledicencia, la crítica…, cuando le afectan a él. Porque Francisco es modelo acabado de todo lo que reprueba como gravísimos pecados. Consejos vendo que para mí no tengo.

En esta ocasión, tras el grotesco y penoso arrastrarse por los pies de unos miserables sudaneses, no por sudaneses sino  por miserables, pensó, o le hicieron pensar, que el que se arrodille ante cualquiera, los del Jueves Santo, los sudaneses, el confesor si hay cámaras, se vendía muy mal ante la inexistencia de genuflexiones ante Dios. Porque debe ser ante el único con quien se lo impiden las rodillas. Pues como tonto no es, hoy se arrodilló en la lectura de la Pasión  y no parece que hubiera que llamar a los servicios de urgencia.

Pues eso fue lo que vi. En la segunda de TVE.