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Un lector, que parece conocedor del tema, ha dejado un comentario que creo merece no perderse entre todos los que el Blog recibe sino que tiene tanta relevancia que lo voy a convertir en entrada.
Mi amor a «mi» Compañía de Jesús, a la que tanto debo en mi formación intelectual y espiritual, todo mi Bachillerato con ellos, gratísimo por mi parte, y luego mucho más, lo he declarado numerosísimas veces. Ayer o anteayer en otra ocasión, visto el buen número de novicios en Estados Unidos, Canadá y Haití. Pocos para el declive numérico de la Orden pero una cantidad importante para lo que está ocurriendo. Aunque no tenga que ver con mi patria que es lo que más me toca y que algo tiene que ver con la Compañía: Ignacio, Javier, Borja, Rodríguez, Gárate, Rubio… Más los que me han sido tan cercanos: Alba, Caballero, Guerrero, Ceñal, Gómez Hellín, Hijosa, Sánchez de León, Pérez Argos, Parente, Bidagor, González Quevedo, Arredondo, Jiménez, Terry, Criado, Lloréns, Partearroyo… A uno no le voy a nombrar pero, si llega a leerme sabe que está muy en mi corazón.
Ahí os dejo el comentario:
«Como muy bien apunta en su comentario pacomio, no es cuestión de traje, sino de fe y moral. ¿Cuántos Antonio Spadaro y James Martin habrá detrás de estos seminaristas? Este es el verdadero punto de concentración. Y es que Hermenegildo afirma muy atinadamente «en EE.UU. los progres no tienen alergia al traje clerical».
Respecto de España, de los cinco novicios que iniciaron el curso 2015, sólo tres llegaron a celebrar los primeros votos en Loyola el pasado 5 de septiembre. Uno con 40 años, otro de 37 y, el más joven, con 29 primaveras a sus espaldas.
De los seis novicios que iniciaron el curso en 2016, en enero de 2017 ya se había caído uno, de modo que continúan cinco. ¿Llegarán todos a celebrar los primeros votos en 2018? De ser así, podría concluirse que, de las dos últimas levas, solo han perseverado el 70 por ciento durante los dos primeros años.
Con alhajas de muchos quilates como Luis María [Koldo] Alcíbar [Alzibar] en el noviciado, queda garantizada la continuidad de la formación de jesuitas arrupitas en vez de jesuitas ignacianos.
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El pasado viernes 24 de noviembre, fallecía en Gijón Ángel Cuesta Ramos (76 años), siendo la tercera defunción que se produce en dicha comunidad en lo que va de año: Gumersindo Treceño (104) fallecía en octubre, mientras que en julio había hecho lo propio Pedro Menéndez (78).
Queda claro, pues, que el futuro de los jesuitas arrupitas en España, a medio plazo (cinco años) está muy gravemente comprometido: apenas un 20 por ciento de sus efectivos cuenta con menos de 60 años. Como muestra, un botón: de los ocho jesuitas arrupitas que conforman la comunicad de Durango, sólo dos son menores de 80 años…
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Aún sin reconocerlo explícitamente, los jesuitas arrupitas de España llevan años batiéndose en retirada, y han nombrado a Patxi Álvarez de los Mozos «delegado para el discernimiento y la planificación apostólica», cuyos fines son ayudar al Provincial «en la renovación del Proyecto Apostólico, en el análisis de las actuales presencias apostólicas y en la renovación de las plataformas apostólicas». Esto es, decidir qué comunidades serán las primeras en cerrar y cuales las siguientes, para, finalmente, decidir las que van a resistir numantinamente al colapso que se les viene encima no más allá de 15 años, fecha en que quedarán en España poco más de 200 efectivos, mientras que, un siglo antes, llegaron a ser exactamente 3.001.
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Referente al futuro de los jesuitas arrupitas en España, el provincial, España, en varios video-entrevista afirma que el primer reto es «cómo la compañía [sobre]vive por dentro». Y es que sin la colaboración de los laicos, sería impensable que la compañía siguiese dando la apariencia de normalidad actual: saben que no ya la supervivencia, sino la mera presencia institucional queda en manos de los laicos por falta de efectivos de jesuitas arrupitas.
Otro de los elementos claves que menciona España es la «selección de ministerios», pues afirma que desde los años sesenta del siglo pasado hasta nuestros días, «los efectivos totales de la compañía a nivel mundial han pasado de 36.000 a 16.000», lo que achaca a una «crisis vocacional» sin entrar a enumerar ninguna de sus posibles causas. Simplemente apunta que «hay que responderla de forma ilusionada». Se trata de ver «dónde nos vamos a colocar los jesuitas» y donde van a hacer posible que haya obras «ignacianas con o sin jesuitas».
En cuanto a los retos espirituales, Antonio España manifiesta que se centran en «mantener una identidad cristiana e ignaciana» (sic). Aunque, eso sí, «abierta a los cambios». Una «compañía de Jesús» que se adapta a todos los públicos: desde los ricos hasta los «muy necesitados», donde tienen todavía «mucho que decir para que la misión confluya» al objeto de transmitir «quien es Jesús y el Dios de Jesús hoy» (sic).
Y es que, según el general Sosa «en tiempos de Jesús no había grabadoras», y, por tanto, «hay que reinterpretar la Biblia», Hebreos 13:8 («Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos») se ha quedado en agua de borrajas y, por tanto, lo fundamental es eso: «transmitir quién es Jesús y el Dios de Jesús hoy».
Puedo desentonar en lo de arrupitas. Aunque creo que fue un nefasto generalato el de Arrupe. Que obligó a la Santa Sede a una intervención de la Orden pienso que no hecha bien. Porque no resolvió nada. Los males siguen y el P. Arrupe es ya arqueología. Para cuatro ancianos nostálgicos. Lo grave es la situación actual. En España ciertamente. No hace mucho los jesuitas españoles superaban los tres mil. Una quinta parte de la Compañía más o menos. Hoy deben estar en menos mil. Y la mayoría de ellos con más de setenta años. Los fallecimientos deberían mejorar la media siempre que hubiera nuevas vocaciones. Pero esas son escasísimas y con dudosa permanencia. Mientras que cada año que pasa los que quedan son un año mayores. La mitad de los jesuitas españoles deben tener más de setenta y cinco años. Y casi la otra mitad sebe superar los sesenta. Pues ya me dirán.
Cita el comentarista la comunidad de Durango. De los ocho jesuitas que la componen sólo dos tienen menos de ochenta años. Y hasta es posible que muy próximos. ¿Eso puede sobrevivir? Evidentemente no.
Pues eso es lo que hay. Muy negro. Sean arrupistas o no lo sean.