Un importante comentario que creo merece destacarse como entrada:
De Don Antonio Lasierra:
«Yo me atrevo a recomendarle, don Francisco, para comprobar el peso real de lo tradicional en este papado, prestar a atención al novisimo sitio «The College of Cardinals Report» (1). Activo desde hace unos días, está firmado por un grupo de periodistas dirigidos por el vaticanista Edward Pentin.
Como es de cajón, incluye las biografías y datos completos (no sin algunos pequeños errores) de todos los cardenales vivos, con especial atención a los electores. Pero lo novedoso, y lo más interesante, es que cada bio va acompañada de un análisis muy completo de las posiciones de cada cardenal sobre todos los asuntos problemáticos y controvertidos, con abundantes citas textuales de las declaraciones de los cardenales sobre dichos asuntos. Por razones obvias, el análisis es más exhaustivo en el caso de los cardenales supuestamente papables y en edad hábil para ser elegidos que en el de los cardenales ancianos que ya no cuentan para nada.
Examinando ese sitio puede comprobarse que, consistorio a consistorio, paso a paso, sin que casi nos demos cuenta, el exsacro Colegio ha cobrado un carácter irreversiblemente progresista.
Conocemos las posiciones de los Burke, Sarah, Müller y otros, pero también las de Höllerich, McElroy, Alves Aguiar, Chow y demás. Pero de la mayoría de cardenales sabemos poco y nos pasan algo desapercibidos. Leyendo el sitio que comento se llegará a la conclusión inevitable de que muchos de esos cardenales que creemos situados en un discreto «tertium genus» son, en realidad, sin perder una ocasión de demostrarlo, unos francisquistas acérrimos que sostienen sin despeinarse las posiciones más sedicentes «progres» en temas como la colegialidad, la sinodalidad, las órdenes femeninas, la comunión de los divorciados vueltos a casar, la homosexualidad, el cambio climático,,,
Así las cosas, y como el mundo habla del cónclave como si estuviera muy próximo, suerte la cabrá al catolicismo conservador si encumbra a un Parolin, un Ouellet, incluso un Tagle y renuncia a los sueños de un Ranjith, un Erdö, un Eijk, o alguno de los mencionados al comienzo. Con los mimbres que hay, parece que S.S. ha tenido éxito en su esfuerzo por pontificar «post mortem» e impedir una vuelta atrás.»
(1) https://collegeofcardinalsreport.com/
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