El extraño caso de un sacerdote peruano que quiere seguir siendo cura pese a estar suspendido a divinis.

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Lo cuenta Infovaticana:

http://infovaticana.com/2016/11/07/le-he-entregado-dossier-caso-la-diocesis-ayacucho-estrecho-colaborador-del-papa/

Sacerdote de la Iglesia católica y en la Iglesia católica. No casado y celebrando misas en pisitos a los que no acude nadie.

Sobre ese sacerdote recayó una grave acusación con consecuencias civiles, fue condenado a pena de cárcel seria, y eclesiásticas, quedó suspendido a divinis.

Su archidiócesis, Ayacucho, le separó inmediatamente del ministerio como es ahora práctica general. El pánico a salir en los medios e incluso a ser reconvenidos por Roma hace que esa medida no sea objeto de una mínima comprobación. La presunción de inocencia ha desaparecido sólo existe la de culpabilidad y con anuncio en los medios. Lo que en casos de inocencia, que los hay, supone una tremenda injusticia. Cuando es culpable todo me parece poco.

Pues este cura ha resultado absuelto por el Tribunal Supremo de Perú con todos los pronunciamientos favorables. No estamos ante una prescripción del delito que una vez acreditada impide al Tribunal entrar a juzgar los hechos sin que sepamos por sentencia si han ocurrido o no. Tampoco se trata de pruebas insuficientes para basar en ellas una condena pero que permitirían sospechar que algo inconveniente pudo haber. Nada de eso. Lo que se declaró probado es que la denuncia era falsa. Una mentira que no se sostiene. Y ante eso, la absolución de la Corte, que así se llama allí, Suprema.

Parecería obligado, y no misericordioso sino justo, que la Iglesia repusiera al sacerdote en sus funciones y ese es el empeño de la víctima. Y la lucha de una pobre hormiga contra un elefante.

Creo que la competencia de esos asuntos esta en la Congregación para la Doctrina de la Fe y yo en eso no entro. La Iglesia se organiza del modo que cree mejor. Pero creo también que sería injustísimo por parte de su arzobispado que se llamara a andana con el pretexto de que eso ya no es jurisdicción suya. Se debería alegrar de la sentencia, darle publicidad y comunicársela a la CDF. No es lo mismo que un pobre cura llegue a la sede de la Congregación con la sentencia en la mano, sin saber a quien entregarla y  posiblemente sin que nadie se la quiera recibir salvo la frialdad de un registro, en el caso de que lo haya, a que esa sentencia llegue oficialmente enviada por su arzobispado. Me parece patética la peregrinación a Roma de este pobre sacerdote buscando quien le escuche y posiblemente encontrando todas las puertas cerradas. Incluso en este año tan cacareado de la Misericordia.

No tengo ni idea sobre si es verdad o no lo  que el sacerdote manifiesta sobre si su arzobispado no envió algunas pruebas que le eran favorables. Entiendo que la sentencia absolutoria debería por lo menos reabrir el caso en la CDF, reclamar testimonios que se le hubieran ocultado si así hubiere ocurrido y resolver nuevamente sobre el tema. Sin declarar por mi parte en qué sentido. La reposición en el ejercicio sacerdotal o el mantener la suspensión es ya responsabilidad de  la congregación romana. Y lo que decidiera ante los nuevos hechos tan importantes, en resolución justificada, para mí iría a misa. Pero también creo que la reapertura del proceso es de elemental justicia si todo se basó en una acusación falsa.

También he de decir que me parece un error grave de Bazalar meter en su declaración a Wesolowski. Sobre el que había indicios muy graves de conducta impresentable. Aunque pueda dar un aspecto de thriller que podrá ser mediático pero que pienso no le ha favorecido nada. Puedo entender que situaciones con cierta analogía, al menos en la acusación, despierten simpatías mutuas. Pero para una reivindicación de Wesolowski conmigo no va a contar en nada. Es un mal compañero de camino. Muy contraproducente en mi opinión.