
No es nada actual de Blázquez. Lo que es actual para mí es la desautorización que recibe de su predecesor en la sede vallisoletana Antonio García García, arzobispo de aquella diócesis de 1938 a 1953 porque me acabo de enterar de ella. Aunque se hubiera producido en 1936 en una patriótica pastoral hecha pública el 19 de septiembre de 1936.
A García García le sucedieron García Goldáraz (1953-1970), Romero Menjíbar (1970-1974), José Delicado (1975-2002), en apodos populares Pepe Pachucho o Pepe Panocha, Braulio Rodríguez (2002-2009) y Blázquez en 2010.
Blázquez protagonizó aquella desdichada petición de un minuto de silencio ante el pleno de los obispos españoles por una tragedia que acababa de ocurrir, estaba yo presente, sin que ninguno de los obispo que escucharon aquella monumental sandez se atreviera a decir que mejor un Padrenuestro. También puedo comprender que ante la presencia de los medios nadie quisiera desautorizar a su presidente sabiendo que esa iba a ser la noticia de aquella Plenaria.
Pues ayer noche me encontré con lo que pensaba un obispo normal ante una memez eclesial. No tengo nada contra los minutos de silencio. Me parecen lo propio de un Pablo Iglesia o un Pedro Sánchez, de una Manuela Carmena o de una Ada Colau. ¡Pero en un arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal!
Pues esto opinaba de esos minutos un arzobispo de Valladolid que no era un tal García:
«Queremos hacer una advertencia sobre cierta práctica exótica que Nos parece no debiera arraigar en ninguna parte y menos en España. Nos referimos a la práctica de guardar un minuto de silencio o en honra de un difunto o en obsequio de la Patria (…) tal práctica entre nosotros no Nos parece ni laudable ni aceptable (…)Es una de tantas formas ´más o menos atenuadas de laicismo».
Pues, toma Jeroma pastillas de goma, que son «pa» la tos. De arzobispo a arzobispo y ambos de Valladolid. Aunque se ve que diferentes. O lo que va de un arzobispo a un pobre hombre.
De la fotografía resulta evidente que Blázquez se va por el cuello de la camisa. Cuando se vaya de verdad, que supongo será el año que viene cuando ya tenga más de 78 años. Ni él está para más prórrogas ni la Iglesia de España para aguantarlas.