Claro que las informaciones deben discernirse. Como todo. Pero ahí están. No para seguirlas como doctrinos ni para rechazarlas sin mas.
Ante ellas proceden dos juicios. El primero sobre su publicación. Que algo indica. Bastante. Sobre todo cuando hay muchas coincidentes. Después sobre la verdad de lo que se dice. Que puede ser total, mucha, escasa o ninguna. Que todo cabe.
Uno, las visceralidades de un extremo o del otro, absolutamente irracionales, no las recoge salvo en algún caso para demostrar los extravíos de algunos. Cuando tienen fundamento, aunque no todos lo compartan, pienso que mis lectores, que no son analfabetos, deben conocerlo y después juzgar el suscribirlas o rechazarlas. O quedarse cual gallego en escalera.
Creo que no intento imponer mis criterios a nadie. Simplemente los expreso y reconozco que en ocasiones gallegamente. Pienso también que se me ve sobradamente «de venir». Pero respeto muchísimo el juicio de los otros. Me parezca acertado o equivocado. Cosa que también puedo decir. Y que sólo me compromete a mí.
Pues un artículo más que os enlazo. Ya vosotros juzgaréis. Con acierto o sin él. Pero eso es cosa vuestra.