Creo que el titular de Religión Confidencial no es acertado

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O elusivo. Porque la preocupación no está en el nuevo rector de San Dámaso o la repetición del actual sino en algo mucho más grave. Que sería el odio que, según bastantes, tiene el arzobispo a su Universidad. Y ese es  el verdadero problema de San Dámaso. Todo lo demás, consecuencia de eso. Y llegamos al verdadero problema de Don Carlos Osoro que ha enturbiado, vale también arruinado, su pontificado madrileño que ahora toca a su fin pues dentro de cuatro meses y una semana presentará al Papa la renuncia de la archidiócesis madrileña pues el 16 de mayo de 2020 cumple 75 años. Renuncia que el Papa le puede aceptar ese mismo día o dentro de cinco años. Pero, para los cinco años, Francisco ya ha cumplido 83.

Don Carlos Osoro era un obispo conservador, deudor en su carrera episcopal del cardenal Rouco, dotado de  excelentes cualidades personales, simpatía, extroversión, enorme facilidad relacional…, y que llegaba a una archidiócesis excelente, perfectamente asentada, con clero abundante y poco problemático salvo escasísimas excepciones, con vocaciones sacerdotales, el seminario más lleno de España… Un verdadero premio gordo de la lotería. Para llegar agradecido a Dios, al Papa y a Rouco. Pues el emérito le dejaba un bombón. Llegaba, además, con buena historia a sus espaldas. Excelente, y recordado, obispo de Orense, llevó dignamente el dificilísimo Oviedo y en Valencia lo estaba haciendo muy bien. Pues todos encantados con su llegada.  Y el primero él.

Pues… el gozo en un pozo. Y muy profundo. Mal aconsejado, y embarcado en el mal consejo, llegó con una obsesión absurda: acabar con el rouquismo. Y solo consiguió acabar con el osorismo. Haciendo a su antecesor un favor inmenso: poner al clero a añorarle. En una proporción inverosímil. Que igual supera el 80%. En Madrid apenas hay sacerdotes osoristas y además los que hay son lo peor de la diócesis.  Pues menudo éxito.

Le vendieron la burra de que era el hombre del Papa y compró sin reparar en todas las mataduras que tenía el animal. Con lo que se hizo un flaquísimo favor a sí mismo y al Papa porque si el hombre del Papa era tan poco popular, ni el Papa le aportaba nada a él ni él se lo aportaba al Papa.

Y respecto a su antecesor logró todo lo contrario de lo que se proponía hasta el extremo de que la popularidad de quien se quería borrar hasta la sombra es ahora incluso superior de la no poca que tenía cuando estaba en activo y ahora sí que absolutamente desinteresada.

De lo que ha logrado el antirrouquismo puede dar idea el éxito de una convocatoria de un cura que  debió creer había llegado la hora de su ajuste de cuentas y que montó una manifestación de protesta ante el nuevo domicilio del arzobispo emérito de Madrid. Asistieron el convocante y cuatro más. No llegaban a veinte los movidos por la manía al cardenal Rouco.

Lo del hombre del Papa también le toca las narices a sus hermanos en el episcopado que le han dado en las últimas elecciones de la CEE un revolcón tal que no se recuerda otro parecido entre obispos. Había que votar la vicepresidencia en la que normalmente sería reelegido Osoro, pues ni a media docena llegaron los votos que obtuvo.

Todos los arzobispos de Madrid fueron presidentes de la CEE hasta Osoro. Morcillo falleció en su primer mandato, Tarancón fue elegido tres veces, Suquía, dos y Rouco, cuatro. Pues Osoro es hoy miembro del Ejecutivo y de la Permanente no por elección sino porque el arzobispo de Madrid lo es. La sombra de Rouco sigue siendo alargada. Y todo hace supones que en las elecciones de marzo no va a ser elegido Osoro presidente.

El Seminario, los dos, en horas bajas, las Fundaciones diocesanas titulares de los medios, el descontento del clero, masticable, las iniciativas de la Diócesis acogidas con «ostentórea» indiferencia… y ahora no el rector de San Dámaso sino San Dámaso mismo que siendo la Universidad del arzobispo parece que este se inclina por una ajena y terminal en lo eclesiástico, vía Arana.  Algo así como si alguien que tiene un pura sangre joven y campeón apuesta por un caballo con más años que Matusalén y desahuciado por los veterinarios.

El problema verdadero no son las filias y fobias de Osoro sino el que sean fobias las que deberían ser filias y filias las que tendrían que ser fobias. Y eso, en puertas de los 75 años parece imposible de reconducir a un buen camino.

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