Vicente Montesinos
Tengo la extraña manía de remitir acceso directo y personal de los artículos que escribo a la legión de sacerdotes, religiosos y religiosas con los que profeso amistad… Legión que por cierto ha menguado algo en los últimos meses; sin que haya sido intención mía dejar de disfrutar de la cercanía de tantas de estas almas de Dios, que sin embargo, van dejando querer de saber de mí.
No obstante, uno que sueña constantemente con que, aunque sea unos ojos al día (de laicos, sacerdotes, religiosas, obispos o cardenales) sean abiertos a la realidad que nos circunda, y a la necesidad de combatirla, es así de ingenuo; y sigue enviándoles link a sus escritos. Hasta que me piden que no les envíe nada más jamás, porque «les quita la paz», «y a nada ayuda», «y no construye»; «y no tiende puentes», y esas gaitas; y entonces, cumplo con sus deseos. Que al fin y al cabo lo importante es que los reverendos tengan paz; aunque la Iglesia se caiga a trozos.
Pues bien; hace un par de días escribí un artículo sobre el primer Encuentro Mundial de las Familias LGTB que va a celebrar la Iglesia. Sí, sí; como oyen. Si no lo leyeron; aquí se lo enlazo de nuevo:
EL PRIMER ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS LGTB
Lo remití, como siempre, a esos contactos de los que les hablaba.
Les transcribo; literal, la respuesta de una monja tras su lectura:
La ternura del Padre Bueno expresada, una vez más, en el Papa Francisco. ¡Demos gracias!
Pues eso. Me quedo tan desarmado que, no se si debiera dedicarme a otra cosa…
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