Indulgencias de fin de año

Indulgencias de fin de año

Llegando al fin del año 2025, y como todos los años, durante la víspera del 31 de diciembre y el 1 de enero, solemnidad de Santa María Madre de Dios, es posible obtener indulgencias plenarias, un don que la Iglesia concede para ayudar a los cristianos en su camino de santificación.

Lejos de tratarse de una práctica piadosa secundaria, las indulgencias forman parte del tesoro espiritual de la Iglesia y recuerdan que la conversión no se reduce al perdón de los pecados, sino que implica también la purificación de las consecuencias que el pecado deja en el alma.

El rezo público del Te Deum el 31 de diciembre, como acción de gracias por el año que concluye, comenzó a difundirse a partir de los siglos XVII y XVIII y fue el papa Pío VII quien confirmó explícitamente la concesión de indulgencia plenaria vinculada a este himno, integrándola en el calendario litúrgico anual.

Del mismo modo, el Veni Creator del 1 de enero, solemnidad de Santa María Madre de Dios, fue asociado a la concesión de indulgencias como súplica al Espíritu Santo al comenzar el nuevo año. Una práctica que fue reafirmada por varios pontífices a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX, entre ellos León XIII y san Pío X.

Tras el Concilio Vaticano II, estas indulgencias fueron recogidas y confirmadas oficialmente en el Enchiridion Indulgentiarum (Manual de las Indulgencias), promulgado por la Penitenciaría Apostólica y vigente en la actualidad.

El 31 de diciembre: indulgencia por el Te Deum

En la víspera del nuevo año, la Iglesia concede indulgencia plenaria a los fieles que recen públicamente el himno Te Deum, dando gracias a Dios por los beneficios recibidos a lo largo del año que termina.

Este canto de alabanza expresa una actitud profundamente cristiana ante el paso del tiempo: reconocer que todo bien procede de Dios y que incluso las pruebas forman parte de su providencia. Rezar el Te Deum el 31 de diciembre es, por tanto, un acto de gratitud y de fe.

El 1 de enero: indulgencia por el Veni Creator

El 1 de enero, solemnidad de Santa María Madre de Dios, la indulgencia plenaria se concede a quienes recen públicamente el himno Veni Creator, implorando la acción del Espíritu Santo para el año que comienza.

Este gesto subraya que el inicio del año no se confía a simples propósitos humanos, sino a la gracia de Dios, pidiendo luz, fortaleza y perseverancia para vivir conforme al Evangelio.

La bendición papal y episcopal

También pueden obtener indulgencia plenaria aquellos fieles que reciban devotamente la bendición papal Urbi et Orbi, incluso a través de los medios de comunicación, así como quienes reciban con devoción la bendición de su obispo diocesano en las circunstancias previstas por la Iglesia.

Este aspecto recuerda la comunión visible con el Romano Pontífice y con el obispo propio, como expresión de la unidad de la Iglesia.

Las condiciones necesarias

Para obtener una indulgencia plenaria la Iglesia establece unas condiciones indispensables, que garantizan que el gesto no sea meramente externo:

  1. Rechazo de todo afecto al pecado, incluso venial.
  2. Confesión sacramental.
  3. Comunión eucarística.
  4. Oración por las intenciones del Papa.

La confesión puede realizarse algunos días antes o después, aunque se recomienda que la Comunión y la oración se hagan el mismo día de la obra indulgenciada. Una sola confesión puede servir para varias indulgencias, pero cada indulgencia requiere una Comunión distinta.

Un comienzo de año en gracia

Las indulgencias de fin de año son una invitación a cerrar el año en acción de gracias y comenzar el nuevo en estado de gracia, poniendo la vida en manos de Dios. En un mundo marcado por la prisa y la superficialidad, la Iglesia recuerda que el tiempo es un don y que cada año es una oportunidad renovada para avanzar en la santidad.

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