El cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa y presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), ha advertido sobre el agravamiento de la persecución contra los cristianos en diversos países africanos, en un contexto marcado por la violencia armada, el avance del yihadismo islamista y la debilidad de las estructuras políticas. Así lo ha señalado en una extensa entrevista concedida a Vatican News con motivo del cierre del Jubileo de 2025.
Cristianos, objetivo creciente de la violencia yihadista
Ambongo ha expresado su profunda preocupación por los secuestros y asesinatos de cristianos en países como Nigeria, la República Democrática del Congo y Camerún. Aunque ha reconocido que la violencia afecta también a musulmanes, ha subrayado que existe una tendencia cada vez más clara a tomar a los cristianos como objetivo específico.
El cardenal ha citado el caso de la diócesis de Bunia, en el este del Congo, donde grupos yihadistas asesinaron a fieles cristianos mientras se encontraban en oración. Situaciones similares —ha señalado— se repiten con frecuencia en Nigeria, uno de los países más golpeados por esta forma de persecución religiosa.
Un riesgo para la convivencia religiosa
Ante esta violencia «gratuita y despiadada», Ambongo ha advertido del riesgo de que la inseguridad empuje a los cristianos a posiciones extremas, deteriorando la convivencia con comunidades musulmanas que, ha recordado, también sufren las consecuencias del terrorismo. Por ello, ha apelado a la conciencia del mundo entero para que este fenómeno sea combatido «de raíz» y no con medidas superficiales.
La paz como responsabilidad moral y cristiana
En el marco del Jubileo de 2025, el cardenal ha situado la persecución de los cristianos dentro de una crisis moral más amplia. Al comentar el mensaje de Navidad del papa León XIV, centrado en la paz, Ambongo ha subrayado que la paz no se construye con armas, sino mediante la conversión personal, el diálogo y la solidaridad con los más débiles y oprimidos.
Según el purpurado, la llamada del Papa interpela directamente a la conciencia cristiana, recordando que la indiferencia y el egoísmo de los poderosos alimentan los conflictos y dejan indefensas a las comunidades más vulnerables, entre ellas las cristianas.
Violencia, poder injusto y colapso democrático
Ambongo ha vinculado la persecución religiosa con el deterioro político de numerosos países africanos. El retroceso de la democracia, la concentración del poder en manos de élites y la ausencia de una redistribución justa de la riqueza crean un caldo de cultivo para la violencia, los golpes de Estado y la expansión de grupos armados.
En este contexto, ha señalado que el ejercicio del poder desligado del bien común no solo empobrece a las poblaciones, sino que deja a comunidades enteras —incluidos los cristianos— sin protección efectiva frente a la violencia.
El expolio de África y sus consecuencias humanas
El cardenal ha denunciado también el expolio sistemático de los recursos naturales africanos por parte de potencias extranjeras, a menudo con la complicidad de dirigentes locales. Este saqueo —ha advertido— perpetúa la pobreza, alimenta los conflictos y debilita a los Estados, facilitando la expansión del terrorismo y la persecución religiosa.
Ambongo ha llamado a los africanos a asumir la defensa de los bienes que Dios ha confiado al continente y a exigir a sus dirigentes un ejercicio del poder entendido como servicio y no como instrumento de enriquecimiento personal.
«La paz y la liberación de África están en nuestras manos»
Al concluir su reflexión, el presidente del SECAM ha insistido en que el futuro de África depende de los propios africanos. A pesar de la violencia y de la persecución que sufren los cristianos, Ambongo ha exhortado a no caer en la desesperación y a perseverar en la esperanza.
«La paz y la liberación de África están en nuestras manos», ha afirmado, subrayando que solo mediante la justicia, la conversión moral y el compromiso con la convivencia será posible frenar la violencia y garantizar un futuro digno para todos.
