El 48.º Encuentro Europeo de Jóvenes, que se celebra desde el 28 de diciembre en París y la región de Île-de-France y concluirá el 1 de enero, vuelve a situar en el centro del debate eclesial a la Comunidad de Taizé, una realidad con gran capacidad de convocatoria entre jóvenes cristianos —también católicos—, pero cuya naturaleza ecuménica y no católica sigue siendo objeto de confusión y requiere una clarificación necesaria.
Taizé no es una comunidad católica. Fundada en 1940 por frère Roger Schutz, de origen protestante reformado, se define como una comunidad ecuménica, integrada por hermanos de distintas confesiones cristianas. No es una orden religiosa católica, no está erigida canónicamente por la Iglesia ni depende de la autoridad de un obispo o de la Santa Sede, aunque mantiene una relación cordial y de cercanía pastoral con el catolicismo y acoge habitualmente a fieles católicos en sus encuentros.
Una espiritualidad común sin confesión doctrinal explícita
La propuesta de Taizé se centra en la oración compartida, el silencio, la sencillez de vida y la acogida, con un lenguaje espiritual cuidadosamente formulado para no expresar definiciones confesionales claras. Sus celebraciones no son liturgias católicas ni protestantes en sentido estricto, sino encuentros de oración diseñados para ser aceptables por cristianos de diversas tradiciones.
Este planteamiento ha demostrado una notable atracción de jóvenes en búsqueda espiritual, y explica la masiva participación en los encuentros europeos que la comunidad organiza cada año en distintas ciudades del continente. Sin embargo, esa misma indefinición es la que plantea un problema de fondo desde la perspectiva católica: la unidad cristiana no puede construirse prescindiendo de la verdad confesada.
Ecumenismo vivido y límites doctrinales
Taizé propone un ecumenismo basado en la experiencia común, más que en el diálogo teológico o en la clarificación doctrinal. Las diferencias entre confesiones no se niegan formalmente, pero se consideran secundarias frente a la vivencia compartida de la oración y la fraternidad. El riesgo evidente de este modelo es que la comunión termine apoyándose en un mínimo espiritual compartido, dejando en la penumbra cuestiones esenciales de la fe.
Desde la tradición católica, el ecumenismo auténtico no consiste en silenciar aquello que divide, sino en caminar hacia la unidad en la verdad, no al margen de ella. La comunión eclesial no es solo sentirse juntos, sino creer juntos, profesando la misma fe recibida de los apóstoles.
El mensaje del Papa y el contexto eclesial
Con motivo del encuentro, el Papa León XIV ha dirigido un mensaje a los participantes, transmitido por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, y difundido por el Boletín de la Santa Sede. En él, lejos de ser una advertencia, el Pontífice expresa su cercanía espiritual a los jóvenes reunidos en París y los anima a tomarse en serio la pregunta propuesta este año por el prior de Taizé, «¿Qué buscas?», invitándolos a llevarla a la oración y al silencio.
El Papa sitúa el encuentro en un contexto eclesial significativo, marcado por la reciente clausura del Año Jubilar y por la conmemoración del 1700.º aniversario del Concilio de Nicea. Esta referencia no es menor: Nicea representa el momento en que la Iglesia preservó su unidad mediante una afirmación clara de la fe, no a través de fórmulas ambiguas o consensos mínimos.
Atracción juvenil y discernimiento necesario
Que Taizé reúna estos días a miles de jóvenes europeos es un dato que interpela a la Iglesia y revela una sed espiritual real en un continente profundamente secularizado. Pero esa misma atracción exige discernimiento pastoral y doctrinal. No toda experiencia espiritual es necesariamente formativa, ni toda forma de unidad es eclesialmente suficiente.
Taizé puede ser una experiencia de oración que ayude a algunos, pero el riesgo real para un católico —sobre todo joven— es que el ecumenismo se convierta, sin darse cuenta, en indiferentismo práctico y en confusión sacramental, especialmente en torno a la Comunión.
Mientras el encuentro de jóvenes continúa en París hasta el inicio del nuevo año, la pregunta que se dirige a los jóvenes —«¿Qué buscas?»— debería ir acompañada de otra igualmente decisiva para la Iglesia: qué ecumenismo se permite y avala y cuáles son sus límites cuando está en juego la integridad de la fe católica.
