Responsables de la Iglesia católica en Nigeria han valorado de forma cautelosa pero positiva los ataques militares llevados a cabo por Estados Unidos contra objetivos del grupo terrorista ISIS en territorio nigeriano, en el marco de una operación conjunta con el Gobierno del país, según ha informado ACI África. Las declaraciones se produjeron el 26 de diciembre, un día después de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara públicamente la intervención.
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Los ataques, confirmados posteriormente por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Nigeria, se dirigieron contra objetivos terroristas en el estado noroccidental de Sokoto y contaron con la cooperación de las fuerzas nigerianas. Desde Washington, responsables del Ejecutivo estadounidense subrayaron el carácter coordinado de la operación y agradecieron el apoyo del Gobierno local.
Valoración episcopal: cautela, pero alivio
El obispo Emmanuel Adetoyese Badejo, de la diócesis de Oyo, destacó la importancia de que la intervención haya sido presentada como una acción conjunta, lo que, en su opinión, puede reducir la politización habitual de las medidas de seguridad en un país marcado por una fuerte polarización. El prelado recordó que, aunque el Gobierno nigeriano ha rechazado la calificación de “genocidio contra los cristianos”, sí ha reconocido la gravedad de la inseguridad persistente, especialmente en el norte del país, y ha solicitado ayuda internacional.
Badejo señaló que, aunque es pronto para extraer conclusiones definitivas, la operación ha sido bien recibida por amplios sectores de la población, tanto cristianos como musulmanes, como un posible indicio de un cambio de enfoque tras más de quince años de terrorismo, insurgencia y bandolerismo.
En términos similares se expresó el padre Patrick Alumuku, director de Comunicaciones Sociales de la archidiócesis de Abuja, quien calificó la intervención como una noticia especialmente significativa para la población. El sacerdote subrayó que la cooperación entre Nigeria y Estados Unidos envía un mensaje claro de que la violencia que sufre el país no es ignorada por la comunidad internacional.
Alumuku destacó además el valor simbólico del momento: por primera vez en casi quince años, no se registraron ataques contra iglesias en Navidad, una fecha que históricamente ha sido utilizada por los grupos yihadistas para maximizar el impacto de su violencia.
Navidad y terrorismo: una realidad incómoda
Este dato resulta especialmente relevante en un contexto en el que, desde ciertos ámbitos eclesiales europeos, se tiende a presentar los conflictos con el islamismo radical en clave de gestos simbólicos o analogías históricas poco ajustadas a la realidad actual. Comparar la lucha contra el ISIS con la tregua navideña de 1914, cuando soldados alemanes y franceses cantaron villancicos y jugaron al fútbol entre trincheras, puede resultar bienintencionado, pero no se sostiene frente a los hechos.
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En la lucha contra el terrorismo islamista, no hay treguas de villancicos. El yihadismo no suspende su violencia por respeto a la Navidad; la ha convertido repetidamente en objetivo. Durante años, atentados contra iglesias, fieles y celebraciones litúrgicas han sido planificados deliberadamente en torno al 25 de diciembre, precisamente por su carga simbólica para los cristianos.
Presentar esta amenaza como si se tratara de un conflicto susceptible de pausas humanitarias espontáneas o de gestos románticos entre enemigos supone una lectura ingenua que desdibuja la naturaleza del problema. El ISIS no busca diálogo ni entendimiento, sino sometimiento mediante la violencia, y actúa en consecuencia.
Defensa de las víctimas, no confusión moral
Reconocer la legitimidad de una respuesta firme frente al terrorismo no equivale a glorificar la guerra ni a renunciar a la paz como horizonte. Implica, simplemente, no confundir la misericordia con la inacción ni el deseo de convivencia con la negación del mal. En contextos como el nigeriano, donde comunidades enteras han sido masacradas y desplazadas durante años, la defensa de la población civil es una exigencia moral previa a cualquier discurso abstracto.
La valoración positiva expresada por obispos y sacerdotes nigerianos no nace de una ideología belicista, sino de la experiencia concreta de quienes han visto iglesias arder en Navidad y comunidades vivir bajo amenaza permanente. Para ellos, la ausencia de ataques en estas fechas no es un gesto simbólico, sino un respiro real.
