Hay libros que aspiran a algo más que enseñar o entretener: hay libros llamados a despertar conciencias y provocar cambios. «Nosotros», del sacerdote diocesano de Barcelona Antonio Gómez Mir, pertenece con claridad a esta segunda categoría. No es solo un buen libro; es un texto llamado a convertirse en un auténtico manifiesto generacional.
Publicado por la editorial Homo Legens, Nosotros se presenta como un ensayo de espiritualidad católica, pero pronto se revela como algo más ambicioso: un tratado de antropología cristiana aplicado a la vida concreta. A través de la adaptación de un ciclo de conferencias, el padre Gómez Mir no escribe desde la abstracción académica ni desde la provocación ideológica, sino desde una experiencia pastoral lúcida, que observa con preocupación cómo la Iglesia ha ido perdiendo la capacidad de proponer una fe viril, exigente y vocacional.
El diagnóstico que atraviesa el libro es incómodo, pero vital. La Iglesia posmoderna se ha configurado como una institución blanda, afeminada, fofa. Una Iglesia obsesionada con no incomodar, con no exigir, con no confrontar. Una Iglesia que ha sustituido la formación del carácter por el acompañamiento emocional, la ascesis por el bienestar, la fortaleza por la tolerancia mal entendida. El resultado es una espiritualidad amable, sí, pero incapaz de sostener vidas sometidas a las duras exigencias del mundo.
Frente a este panorama, Nosotros propone recuperar una visión fuerte y ordenada del ser humano, y muy especialmente del varón. Uno de los grandes méritos del libro es su insistencia en devolver a la vida cristiana un sentido vocacional pleno. No solo la vocación sacerdotal o religiosa, sino la vocación como forma de comprender la existencia entera: vivir no como deriva, sino como misión; no como acumulación de experiencias, sino como respuesta a un llamado.
En este marco, el padre Gómez Mir aborda con valentía una cuestión sistemáticamente evitada en la pastoral contemporánea: la violencia y la agresividad interior del hombre. Lejos de demonizarlas o reprimirlas sin más, el autor las interpreta como fuerzas naturales que deben ser reconocidas, encauzadas y puestas al servicio del bien. No son, en sí mismas, un mal. Se vuelven destructivas cuando carecen de dirección. La espiritualidad cristiana —bien entendida— no anula este instinto, sino que lo ordena hacia el sacrificio, la disciplina, la defensa del débil y la entrega responsable.
Aquí aparece una de las ideas más potentes del libro: la contraposición entre el héroe pagano y Cristo. Gómez Mir describe la superación de la figura de Aquiles como paradigma de una virilidad poderosa pero incompleta. Aquiles es fuerte, valiente, admirable, pero su sacrificio termina siempre girando en torno al propio yo: honor, gloria, memoria. Cristo, en cambio, arquetipo de la auténtica masculinidad, lleva la fortaleza humana a su plenitud al sacarla de la lógica del ego. No huye del combate, pero lo traslada al interior del alma. No reprime la fuerza, la agresividad o la violencia interior, sino que las somete a la obediencia, al amor y al sacrificio por el prójimo.
Cristo supera así infinitamente al héroe pagano: no porque sea menos fuerte, sino porque su fuerza no se consuma en sí misma. Donde Aquiles muere por su nombre, Cristo muere por los demás. Y es esa virilidad crucificada —no sentimental ni edulcorada— la que el libro propone recuperar como modelo espiritual.
Desde esta antropología sólida, Nosotros entra de lleno en cuestiones que muchos prefieren eludir: la formación católica, la inmadurez afectiva, la ausencia de una verdadera ascesis, la confusión entre misericordia y renuncia a la exigencia moral. El autor no señala personas ni recurre a caricaturas, pero no elude el diagnóstico estructural: una Iglesia blanda y afeminada que forma hombres débiles no puede sostener familias fuertes ni vocaciones sólidas.
La lectura de este libro produce algo poco habitual: una mezcla de entusiasmo y sobriedad. Entusiasmo porque cualquier padre de familia católico se va a sentir interpelado y porque devuelve a la fe cristiana su densidad antropológica. Sobriedad, porque no promete soluciones fáciles ni consuelos rápidos. Nosotros no es un libro para tranquilizar conciencias, sino para despertarlas.
Homo Legens acierta plenamente al publicar este texto y al ponerlo en circulación en un momento de evidente confusión espiritual. Nosotros es un libro indispensable para sacerdotes, seminaristas y, muy especialmente, para hombres laicos que desean vivir su fe con seriedad, sin rebajarla a una espiritualidad blanda y sentimental.

