En Belén, el Evangelio del nacimiento de Cristo se canta cada Navidad en el mismo lugar donde ocurrió

En Belén, el Evangelio del nacimiento de Cristo se canta cada Navidad en el mismo lugar donde ocurrió

Cada Nochebuena, en el corazón de Belén, la Iglesia revive el misterio de la Encarnación allí donde la tradición cristiana sitúa el nacimiento de Jesucristo. En la Gruta de la Natividad, bajo el altar que marca el lugar venerado desde los primeros siglos, los frailes franciscanos proclaman solemnemente el Evangelio de San Lucas que narra el nacimiento del Señor, culminando con el canto del Gloria in excelsis Deo.

Es una tradición litúrgica documentada y mantenida de forma ininterrumpida por la Custodia Franciscana de Tierra Santa.

Una liturgia en el lugar de la Natividad

Según explica la Custodia de Tierra Santa, tras la Misa de Medianoche celebrada en la iglesia de Santa Catalina —anexa a la Basílica de la Natividad—, el Patriarca Latino de Jerusalén se dirige en procesión a la Gruta acompañado por los frailes franciscanos. Allí se proclama nuevamente el relato evangélico de Lucas (Lc 2, 1-14), el mismo que narra cómo María dio a luz a su Hijo y lo acostó en un pesebre.

La lectura o canto del Evangelio se realiza exactamente en el lugar señalado por la estrella de plata, que desde el siglo XVIII marca el punto tradicional del nacimiento de Cristo. Al llegar a las palabras del anuncio angélico —«Gloria a Dios en las alturas»—, los franciscanos entonan el himno Gloria in excelsis Deo, retomando el canto de los ángeles en el mismo escenario donde, según la fe cristiana, resonó por primera vez.

Una tradición con raíces históricas profundas

Esta práctica hunde sus raíces en la espiritualidad franciscana y en la historia litúrgica de Tierra Santa. Ya en el siglo XIII, san Francisco de Asís quiso revivir de forma tangible el nacimiento de Cristo, dando origen al primer belén viviente en Greccio. Las crónicas medievales señalan que el propio san Francisco cantó el Evangelio de la Natividad durante aquella celebración.

Desde que la Orden Franciscana recibió oficialmente la custodia de los Santos Lugares en 1342, los frailes han mantenido una presencia litúrgica constante en Belén. Documentos históricos de los siglos XVII y XIX describen con detalle cómo, cada Navidad, el Evangelio del nacimiento era cantado nuevamente en la Gruta, seguido por himnos y oraciones propias del tiempo litúrgico.

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